Joseph Campbell, el hombre que halló la madre de todos los relatos
A 75 años de su publicación, El héroe de las mil caras, obra clave del mitólogo norteamericano, sigue inspirando a narradores y guionistas
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La imagen es cinematográfica y, al fin y al cabo, mítica. En el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, un niño de no más de 10 años, junto a su padre, contempla fascinado una muestra sobre la cultura nativa de su país, Estados Unidos. La muestra le revela aspectos de la sociedad y mitología de su nación y, en última instancia, del mundo. Probablemente los objetos expuestos hayan cobrado vida ante sus ojos, porque aquello fue el comienzo de todo para Joseph Campbell: aquel niño descubriría más tarde que todo empieza con un mito.
Ya sea que se trate de los aborígenes americanos, de Buda, del Antiguo y el Nuevo Testamento, de Lao Tsé o la leyenda del Rey Arturo, Campbell, uno de los más grandes filósofos, mitólogos y antropólogos del siglo XX, descubrió el poder del “monomito”: una estructura simbólica y narrativa que subyace en todas las mitologías del mundo. Plasmó esa idea en su imprescindible El héroe de las mil caras, un clásico que cumple 75 años, libro esencial para tantos guionistas.
“Están ahí pero no los ves… bueno de eso se trata: están pero no están… porque están ahí y van a estar siempre”, dice uno de los protagonistas de Nueve reinas. Lo mismo pasa con el mito. Apoyado en la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud y en el arquetipo de Carl Gustav Jung, Campbell demuestra que las estructuras narrativas de muchos de los relatos que nos rodean son tanto míticas como universales.
Veamos: en Casablanca, Humphrey Bogart es el héroe romántico que por altruismo pierde, otra vez, como en París, a su gran amor; Harry Potter avanza paso a paso desde la niñez hasta enfrentar a su némesis; Frodo emprende, en El señor de los anillos, el largo retorno a casa; y el joven Luke Skywalker se convierte en héroe en la saga de La guerra de las galaxias. Los ejemplos son infinitos. Estuvieron, están y “siempre estarán”. Todos son deudores o remiten al pensamiento de Campbell plasmado, principalmente, en El héroe de las mil caras.
Hay algo de Edgar Allan Poe en Campbell. Ambos fueron en su juventud talentosos deportistas. (Poe iba a minar su salud tempranamente; Campbell, atleta consumado, estuvo entre los corredores de media milla más rápidos del mundo.) Ambos crearon o descubrieron mitologías americanas y mundiales. Y se apoyaron en una fuerte impronta psicológica. Freud bien podría ser un eslabón entre las figuras paternas de cuentos como “El corazón delator” o “La caída de la casa Usher” y el tema de la reconciliación con el padre en el monomito.
La reconciliación con el padre, la ayuda sobrenatural, el vientre de la ballena, la mujer como tentadora son algunos de los 17 pasos del monomito o viaje del héroe, según concluye Campbell gracias tanto a sus investigaciones como a sus viajes (como etnólogo, realizó decenas de visitas a India y Japón para sus estudios de mitología comparada).
Universal y transversal
Allí reside el poder del mito: formas folclóricas y universales de narrar e incluso de narrarnos a nosotros mismos. Un mito universal y transversal único al que denominó “monomito”, porque engloba a casi todas las mitologías históricas del hombre. “El mito es la entrada secreta por la cual las energías del cosmos se vierten sobre las manifestaciones humanas. Las religiones, las filosofías, las artes… emanan del fundamental anillo mágico del mito”, dice Campbell, quien destaca que a su vez cada individuo tiene su propio panteón de sueños, una esfera privada, inadvertida y secreta.
Al acercarse a El héroe de las mil caras hoy, sorprende la influencia psicoanalítica y freudiana. Muchos capítulos comienzan con detallados relatos de sueños de diversas personas, que Campbell analiza para luego vincularlos con Edipo Rey, los relatos del Minotauro, el mito de Prometeo o El anillo de los Nibelungos. “El sueño es el mito personalizado, el mito es el sueño despersonalizado”, escribió.
George Lucas, creador de La guerra de las galaxias y coautor de Indiana Jones, fue uno de los primeros defensores contemporáneos de la obra de Campbell. El director comenta que después de dirigir American Graffiti comenzó a investigar cuentos de hadas, folclore y mitología, y al leer El héroe de las mil caras advirtió que en su primer proyecto, La guerra de las galaxias, estaba siguiendo motivos clásicos.
Desde los años 80, las ediciones estadounidenses de El héroe de las mil caras presentaban en su portada la imagen de Luke Skywalker, el célebre protagonista de la saga de La guerra de las galaxias.
“Por supuesto que El héroe de las mil caras o Psicología de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim son libros que sirven para escribir una historia”, dice el cineasta argentino-español Alejo Flah, exdocente en la escuela de guión de San Antonio de los Baños en Cuba. “Sobre todo ciertos tipos de historias, más cercanas a lo que llamamos fábula. Lo que logra Campbell es recoger una tradición. Se trata de escuchar las historias que, en última instancia, tenemos internalizadas”.
El héroe de las mil caras ha sido un faro en el estudio de la mitología comparada y la narrativa. Y lo sigue siendo para guionistas que buscan cierto tipo de modelo de relato universal, en la medida de que la teoría del monomito describe el viaje del héroe como patrón común de la humanidad. Una de las pruebas es el libro El viaje del escritor, un manual de escritura de guiones de Christopher Vogler (consultor de guiones para Disney) basado en las ideas de Campbell. La obra nació como un breve documento de apenas siete páginas llamado “Guía práctica para El héroe de las mil caras”, que Vogler distribuyó entre sus compañeros de trabajo. Se extendió por todo Hollywood y se ganó reputación en los círculos de cineastas. Después llegó el libro.
Vacío narrativo
Hace apenas unos meses, el filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han publicó La crisis de la narración, un ensayo que plantea una crítica al storytelling contemporánea, argumentando que vivimos en una sociedad del rendimiento donde la narrativa se ha vuelto autorreferencial y vacía de significado.
Mientras Campbell ve un patrón universal en las historias que contamos, Han (que en el prólogo cita a Peter Handke: “¡Silencio, se narra! Tengamos un poco de paciencia para narrar”) sugiere que ese núcleo se rompió en la sociedad moderna y critica el storytelling de las redes sociales, que habría tomado su lugar. “Un vacío narrativo que se manifiesta como desorientación y carencia de sentido”, describe.
Dentro de la extensa obra escrita de Campbell (que incluye, entre otras, los cuatro volúmenes de Las máscaras de dios y Tú eres eso: las metáforas religiosas y su interpretación) destaca El poder del mito, un libro basado en un documental del mismo nombre que consistió en entrevistas del periodista Bill Moyers, realizadas en gran parte en el rancho de George Lucas, Skywalker.
En su introducción (la traducción es de César Aira), Moyers amplía el canal de influencia de El héroe... e incluye tanto a John Lennon como al Quijote. Porque considera que el mito, bajo el prisma campbelliano, no solo es un instrumento fundamental para narrar o interpretar la realidad, sino también para enriquecer nuestra experiencia de vida. Aunque por supuesto no lo cita, uno podría evocar la letra de “Guitarra, dímelo tú”, de Atahualpa Yupanqui: “Los hombres son dioses muertos / De un tiempo ya derrumbado / Ni sus sueños se salvaron / Solo la sombra ha quedao”.
Campbell, que filmó el último tramo del documental de Moyers en el Museo Americano de Historia Natural, donde todo comenzó, acaso lo exprese a su manera en el capítulo “Los primeros narradores”, donde dice: “La oscuridad de la que descendieron en sus trances nuestros chamanes es la misma sombra que debe habitar dentro de nosotros. Y la visitamos de noche, cuando dormimos”.