Jon Fosse. La prosa hipnótica de un autor inesperado
La concesión del Premio Nobel de Literatura al escritor noruego permitió descubrir una obra narrativa hecha de frases rítmicas que encantan con sus balbuceos y repeticiones
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Leer al noruego Jon Fosse (Haugesund, 1959) es mucho más que leer. Es sumergirse en una catedral en el fondo del mar. Sumergirse y entregarse a una tarea que, al principio, parece imposible: convertirse en otra persona. Dejar atrás eso que somos, quien sea que la vida nos haya llevado a ser, y habitar la mente de otro de manera tan plena que juzgar a esa nueva persona en la que el lector se ha convertido resulta imposible.
Se empieza a leer cualquier libro de Fosse como quien aprende un abecedario. La primera página lleva a que el lector a preguntarse: ¿alguien que escribe de manera tan original pudo ganar el Premio Nobel de Literatura? Fosse parece titubear. Se repite. Regresa una y otra vez sobre lo mismo. ¿Escribe así y, a pesar de eso un ranking de The Daily Telegraph lo considera uno de los cien genios vivos más destacados del mundo? El milagro ocurre al llegar a la tercera o cuarta página. Ya no se está leyendo, sino viviendo una experiencia inusitada.
Los primeros libros de Fosse publicados en la Argentina después de que le concedieran el galardón sueco fueron sus novelas Trilogía, Mañana y tarde, Blancura, Melancolía y, luego, la descomunal Septología. Se trata de obras escritas cuando ya era un autor de renombre en su idioma, en las que había alcanzado la voz que lo caracteriza. Recién ahora, con la publicación de dos títulos breves, Hermana y Escenas de una infancia se puede leer al autor en castellano en su período de formación.
El primero de esos libros, Hermana, fue concebido por Fosse como cuento infantil. En otras lenguas incluso se lo incluyó dentro de Escenas de una infancia, pero en la Argentina ambos se publicaron por separado.
El segundo libro reúne seis piezas de prosa breve escritas entre 1981 y 2013. El texto que da nombre al volumen consiste en una recopilación de fragmentos que narran episodios de la infancia del autor en un estilo desapegado y anodino que no da señal alguna de la magnitud que alcanzaría su escritura más adelante. Lo mismo sucede con “Él” y “Fue así como empezó”.
El corazón del libro, sin embargo, está en dos cuentos bastante más largos: “Y ahora puede venir el perro” y “El pelo de Line”, escritos en 1991 y 1992, respectivamente. En ambos, Fosse ya escribe como si estuviera pronunciando un encantamiento: “A mi padre le ha pasado algo. Porque mi padre no está como suele estar. Algo le pasa a mi padre. Y mi padre no quiere contarme dónde ha estado,” dice en “El pelo de Line”. Y continúa: “Veo a mi padre ahí sentado, hojeando el periódico hacia delante, pero no parece leer nada. Y es como si sus ojos miraran hacia fuera(...) Tengo que preguntarle a mi padre dónde ha estado. Pero es como si no pudiera preguntarle eso. Y quizá debería preguntarle si vamos a hacer las compras. Porque quizá sea porque he empezado a avergonzarme de él por lo que le ha pasado algo a mi padre. Porque algo le ha pasado a mi padre. Quizá mi padre sepa que ando agachándome y avergonzándome de él cuando vamos de compras. Miro a mi padre, está ahí sentado mirando al frente...”
Y así sigue, tejiendo una cadencia hipnótica, hasta que el lector acaba inmerso en la consciencia de ese niño que ama y no ama a su padre, que se avergüenza de él y siente dolor por él a la vez, que siente culpa por sentir lo que siente. Un niño peculiar en una situación peculiar que, al mismo tiempo, refleja una emoción que trasciende lo individual y expresa algo esencial acerca de la condición humana.
El estilo de Fosse es inconfundible: repite palabras, frases e ideas como si estuviera construyendo lentamente un contrapunto que no para de crecer y de sumar melodías. El diálogo es escaso, y también se repite y se acumula con pequeñas variaciones. Todo esto crea un ritmo que obra sobre el lector como un conjuro. Fosse hipnotiza. Sumergidos en su prosa ya no se lee acerca de un personaje: pensamos sus pensamientos; sentimos lo que siente.
“Y ahora puede venir el perro” es el cuento más largo e impactante de esta colección. Narra la historia de un hombre en la Noruega rural que sale a buscar a su perro perdido solo para descubrir que un vecino lo ha matado. El hombre, cuyo nombre nunca sabremos, decide vengarse. Desbordado por la furia y el dolor, este cuento atrapa desde la primera página hasta la última. Con un tono entre noir e hipnótico, acompañamos la mente del narrador mientras se desmorona bajo el peso de su propio deseo de venganza. A medida que el fluir de su conciencia continúa, la realidad se vuelve confusa. La tensión se acumula de una manera magistral. Este relato sobrecogedor justifica la lectura de todo Escenas de una infancia y podría ser una introducción ideal a Fosse para quienes aún no lo hayan leído.
“Escribir, para mí, es como entrar a lo desconocido,” ha dicho Fosse. “En cierto modo, uno debe dejar de ser uno mismo.”
Dejar de ser quienes somos para ser otro es entender y sucumbir a sus circunstancias. Eso es lo que Fosse logra en Septología, una novela de 788 páginas escrita en una sola oración que, muy probablemente, sea su obra maestra. Al principio puede parecer intimidante, pero su dominio del ritmo es tan completo, y la manera en que retrata a sus personajes tan conmovedora, que el libro pronto envuelve al lector y lo lleva, sin que que se dé cuenta, a vivir una experiencia literaria inolvidable.
Fosse ha dicho que, después de haber escrito teatro durante muchos años, imaginó un tipo de escritura que él mismo llamó “prosa lenta”: una ficción que se toma su tiempo, que divaga un poco, que avanza de manera gradual, que hace espacio para las pausas, la repetición, el silencio. Una prosa que, más que avanzar en línea recta, se desliza entre los recovecos del terreno; que acumula y enriquece más que construir sobre el suspenso.
Que Fosse logre que los lectores vivan algo así, tan cercano a una experiencia mística, con un libro extenso como Septología es asombroso. Pero que también lo consiga en las breves páginas de un cuento es del todo inesperado. La inmersión, la transformación silenciosa del yo, la suspensión del juicio: todo eso ya está en esos dos cuentos de 1991 y 1992. No en una novela de casi ochocientas páginas, sino en dos relatos breves y austeros. Que ya entonces fuera capaz de hacer eso, en una forma tan condensada, resulta extraordinario.

Escenas de una infancia
Por Jon Fosse
Random House. Trad.: Cristina Gómez-Baghettun
200 páginas, $ 23.899

Hermana
Por Jon Fosse
Nórdica. Trad.: C. Gómez-Baghettun
80 páginas, $ 23.000

Septología
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