Milei: entre la realidad virtual y la “verdad” de la economía
Diez meses después de asumir, Javier Milei se autopercibe como uno de los dos líderes más importantes del mundo. Es lo que dijo en la última entrevista que dio, menos de una semana atrás.
Celebra en las redes sociales la realización de una serie documental sobre su trayectoria hacia la presidencia con palabras y gestos propios de quien ya consumió toda su carrera política.
Los analistas han recuperado la palabra “hipérbole” para resumir la carga que Milei le pone a cada una de sus manifestaciones. Nada queda en el lugar natural de las cosas después de que el Presidente las sacude con sus expresiones para exaltar y disminuir personas o hechos.
"La platea libertaria, integrada por millones de votantes que depositaron su confianza en él, celebra como actos de sinceridad los brochazos con los que Milei describe la realidad que cree ver"
Su ministro de Economía es, según su descripción, el mejor de todos los tiempos. Y la contracción del gasto público que lleva adelante Luis Caputo bajo su dirección para pasar las cuentas públicas del rojo al azul son el mayor ajuste fiscal de la historia de la humanidad.
La platea libertaria, también integrada por millones de votantes que depositaron su confianza en él, celebra como actos de sinceridad los brochazos con los que Milei describe la realidad que cree ver.
No es Milei y su filosa manera de expresarse. Son también gran parte de quienes lo votaron y lo volverían a votar por la necesidad de creer y confiar en alguien que prometió romper la vieja decadencia e inaugurar una nueva era.
Los sondeos más confiables coinciden en observar una lenta caída de la adhesión al oficialismo que, contrastada con el esfuerzo exigido y la recesión establecida para frenar la inflación, son sin embargo una notable muestra de apoyo. En especial si se tiene en cuenta que frente a Milei los opositores aparecen diluidos, fragmentados y dispersos.
"Por diferente que Milei quiera mostrarse y por diferente que sea en verdad, hay una regla inalterable por la cual será juzgado: la economía"
¿Será por eso por lo que eligió al periodismo como su blanco, en tanto su estilo conflictivo necesita siempre alguien con quien pelear? Al fin, es la misma teoría con la que Cristina Kirchner enfermó de grietismo al país.
Los estudios de opinión pública señalan algo todavía más importante para el Presidente que la adhesión circunstancial que reúne. Quienes lo apoyan destacan su sinceridad y haber cumplido con sus promesas de que su plan motosierra se aplicaría sin contemplaciones. En pocas palabras: Milei es el mismo excéntrico que les había prometido ser.
Rigen, todavía, los rituales del enamoramiento inicial. Y hasta los elementos más espinosos del personaje son pasados por alto. Por caso, las medidas antiliberales que aplica aquí y allá cada vez que se siente atacado, como la de limitar el acceso a la información pública. O el pacto en marcha con el kirchnerismo para nombrar en la Corte a un candidato de un reconocido desprestigio.
Al núcleo importante de votantes que lo mantiene no parece importarle demasiado. Aplica una lógica de los nuevos tiempos, según la cual los miembros de un determinado grupo unido por alguna afinidad –en este caso su apoyo a Milei– habita en un mundo autoconclusivo e impermeable. Es el fenómeno que explica que Cristina, condenada con pruebas concretas por corrupción y responsable de poner a Alberto Fernández en la presidencia, mantenga un núcleo duro de apoyo que nunca perforó el piso del 20 por ciento de la ciudadanía.
"Existe todavía un abismo de desconfianza en el Gobierno originado por quienes se resisten a liberar sus recursos y hacer inversiones en la economía real"
Por diferente que Milei quiera mostrarse y por diferente que sea en verdad, hay una regla inalterable por la cual será juzgado. Al final del camino será valorado o maldecido por los efectos económicos de su presidencia.
Nada nuevo para un país que no crece hace diez años, arrastra varios mandatos presidenciales frustrados y acumula una larga decadencia que impide recordar cuáles fueron los verdaderos buenos tiempos. Si es que alguna vez los hubo.
En la combinación de los deseos de muchos argentinos de un cambio y en la intensa capacidad de Milei para comunicar en blanco y negro, entre los rasgos de la realidad que pretende modificar está encerrada una oportunidad que los hechos todavía no entregan.
Las planillas del ministro Caputo indican que se va cumpliendo la reducción de la inflación y aparecen desde hace dos meses signos de alguna reactivación de la economía.
En parte impulsados por la reaparición de los créditos que los bancos ahora ofrecen a los privados luego de años de prestarle al Estado, los datos de una cierta recuperación tienen como característica la disparidad.
Existe todavía un abismo de desconfianza en el Gobierno originado por quienes se resisten a liberar sus recursos y hacer inversiones en la economía real. La desconfianza en los gobiernos es un yuyo que sobrevive después de tantos fracasos.
Siempre hay una buena excusa para demorar una decisión que puede terminar en una pérdida. Milei promete más de lo que gestiona. Su gobierno no da garantías de continuidad política. La apertura de la economía puede alterar beneficios para inversores acostumbrados al proteccionismo. Así, la lista puede ser infinita.
La cultura empresarial del país que todavía predomina no es diferente al comportamiento de votantes que durante años apostaron por el populismo del encierro y el rechazo a la competencia de una economía abierta.
Milei también debe luchar contra los mismos factores con los que Mauricio Macri perdió más de lo que ganó cuando trató de entusiasmar a los inversores locales.
El tiempo corre hacia fin de año sin que los signos del crecimiento sean realmente visibles para las mayorías que esperan, entre la expectativa de seguir bancando a Milei y la resignación de quienes no lo votaron y nunca confiarán en él.
Las buenas noticias no serán para todos en los tiempos que vendrán, si es que finalmente se producen. Esa distancia entre lo que se dice y lo que se vive se registra cada vez que Milei y sus funcionarios destacan que los salarios le vienen ganando a la inflación en los últimos meses.
En algún momento, la realidad hablará más que el Presidente. Esa será la verdadera prueba del régimen libertario.