Israel en guerra. De las protestas contra Netanyahu al trabajo solidario
Tras el ataque de Hamas, un grupo de líderes techie opositor al primer ministro montó una organización en la que miles de voluntarios colaboran en la reconstrucción del país
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TEL AVIV
Tan solo unas semanas atrás amenazaban con dejar de presentarse a servir como reservistas militares y lideraban las movilizaciones más grandes que el Estado de Israel haya visto jamás, en busca de frenar iniciativas antidemocráticas del cada vez menos popular primer ministro Benjamin Netanyahu.
La organización Brothers and Sisters in Arms, compuesta por excompañeros del ejército y hoy líderes de empresas del poderoso sector tecnológico israelí, era la punta de lanza de un movimiento histórico que nació a principios de año para defender la democracia israelí de los embates del gobierno.
El 7 de octubre todo cambió. Esta organización –que cuenta en sus filas con emprendedores de nivel mundial– redireccionó sus esfuerzos y puso sus redes, su tecnología y su capacidad para recaudar fondos al servicio de un operativo de salvataje del país, fuertemente debilitado tras la masacre de Hamas. En 24 horas pasaron de ser el mayor grupo de la sociedad civil opuesto al gobierno –Netanyahu los tildaba de “traidores”, pese a que muchos de ellos habían sido héroes de guerra– a ser un soporte clave del Estado en las gigantescas tareas de reconstrucción del país.
Sin embargo, sus integrantes ven más continuidad que cambio. Ninguno de ellos entiende su nueva misión como un respaldo o una alianza con un gobierno que desprecian, sino que ponen todos sus recursos para ayudar a un país que aman.
“Yo estoy trabajando para la gente de Israel y para sus soldados. No para este gobierno”, dice Michal Beinisch, 46 años, fundadora de una fintech con proyección global. “Nos movimos de la protesta a la ayuda, lo cuál es positivo, pero desde exactamente el mismo lugar en nuestro corazón, que es ayudar a fortalecer a Israel”.
La estructura que necesitaban para movilizarse, comunicarse, organizarse, con grandes redes, tanto en Israel como en Estados Unidos, Australia, Francia, entre muchos países, ya estaba armada. Su participación en empresas de tecnología global los tenía entrenados para pensar grandes soluciones a grandes problemas. Solo necesitaron cambiar el foco de su misión y dirigir las energías a resolver lo que el Estado no estaba, y sigue sin estar, en condiciones de asumir.
La cantidad de frentes que atendió esta organización, que modificó su nombre a Brothers and Sisters for Israel, los transformó en la principal organización no gubernamental del país.
Un primer frente fue poner toda su tecnología de big data para analizar cada una de las miles de imágenes, videos y fotos de la masacre de Hamas para ayudar a identificar muertos, heridos, desaparecidos y rehenes. En oficinas propias, sentaron a cientos de voluntarios a analizar las miles de imágenes que inundaban las redes.
“Ese trabajo ya está terminado”, dice Eynat Guez, quién a sus 43 años ha dirigido y fundado varias empresas del sector de tecnología. Actualmente es la CEO y cofundadora de Papaya Global, una empresas tecnológica de administración integral de recursos humanos.
Guez y sus colaboradores reconocieron que necesitarían enormes recursos materiales para afrontar las necesidades de los miles de israelíes desplazados de las zonas devastadas por el ataque. Guez lideró una iniciativa para contratar siete aviones de carga que llegaron al país repletos de productos de primera necesidad y tres aviones charters de pasajeros que repatriaron soldados y familiares que necesitaban retornar al país.
Para recibir donaciones, contrataron enormes centros de exposiciones. Al recorrer con Guez el estacionamiento que la organización tiene en el centro de Tel Aviv, se puede ver ropa, zapatos, muebles, camas, sillones y cientos de voluntarios clasificando las donaciones. “Solo aceptamos productos nuevos”, dice Guez. “La gente ya sufrió lo suficiente como para tener que ponerse zapatos usados”.
Jony Silverstein, que maneja el centro de almacenamiento, explica que se eligió el estacionamiento subterráneo, pese al calor que se siente allí, porque el lugar funciona también como refugio de bombas.
Hoy hay en Israel unas 200.000 personas que han debido dejar sus hogares y relocalizarse. Por un lado, los que vivían en los kibutzim (granjas comunitarias) del sur de Israel, pegadas a Gaza. Otros miles han sido alejados de sus hogares en el norte del país, para protegerlos de los misiles que han comenzado a caer, por ahora esporádicamente, desde el Líbano y Siria.
Brothers and Sisters ya lleva entregadas 500 toneladas de productos de todo tipo a la población afectada por los ataques. En lo que se refiere a pertrechos militares, se ocupan de todo aquello que ellos llaman “no táctico”, como medias, abrigo, chalecos antibalas, entre otros muchos productos. La relación que mantienen con miembros del ejército es fluida, no así con el gobierno actual.
“Este gobierno no se merece el pueblo increíble que tiene”, dice Eran Meller, otro emprendedor tecnológico con oficinas en varios países del mundo y fundador de la empresa Ecoppia.
La eficiencia de Brothers and Sisters no sorprende, en tanto proviene de un sector que ya tiene proporciones míticas en Israel. El país es el segundo más innovador en materia tecnológica, detrás de Estados Unidos, y cuenta con más de 70 unicornios o empresas cuyo valor de mercado excede los mil millones de dólares. Su contribución al PBI del país se acerca al 20%.
Otra de las áreas de ayuda que ha encarado esta organización es el rescate de la producción agropecuaria lindante a la Franja de Gaza. Para eso, dirigen voluntarios a la zona afectada por el ataque para cosechar cítricos, paltas, tomates, pepinos y una multitud de productos producidos en los gigantescos invernaderos de la zona.
Una recorrida por las poblaciones cercanas a Gaza devuelve el reflejo de una zona devastada, con casas quemadas, automóviles destruidos al borde la ruta y una sensación de catástrofe que sin duda llevará muchos años reparar. Los kibutzim (granjas comunitarias) están despoblados, el tráfico es casi nulo y preponderantemente de vehículos militares.
En un gran invernadero a tres kilómetros de Gaza, y con el ruido de las explosiones y los aviones militares de fondo, unos 30 israelíes de todas las edades trabajan sobre cultivos de tomates, atando los tallos a sus guías y podando los excesos de hojas. A unos kilómetros de ahí, se ven una veintena de autos estacionados al borde de la ruta; sus propietarios recolectan frutales de una plantación.
La tarea crítica que lleva adelante Brothers and Sisters deja al desnudo las flaquezas de un gobierno que no parece tener los recursos para responder a la crisis. Encumbrados miembros de la sociedad israelí están furiosos. “Durante los nueve meses de gestión de este gobierno, todos los sistemas administrativos fueron descuidados y sólo se trabajó en debilitar la Justicia”, dice Leo Cory, presidente de la Open University, una de las más importantes del país. “Netanyahu es el gran responsable de este gobierno inepto”.
Desde que asumió su gobierno en diciembre del 2022, el primer ministro fue acusado de concentrar sus esfuerzos en un proyecto de reforma constitucional para debilitar a la Corte Suprema de Justicia y concentrar el poder en el Ejecutivo. Nombró funcionarios con imputaciones fuertes en la Justicia lo que provocó un estallido de manifestaciones callejeras.
Brothers and Sisters solo espera que en algún momento el Estado retome las funciones que le son propias y comience a gerenciar la crisis. “No bien el Estado esté en condiciones de proveer los servicios que la población necesita, les devolveremos el manejo de todo lo que hemos movilizado”, dice Beinisch.
Claudia Kogan es una psicoanalista nacida en la Argentina con una larga trayectoria de vida y trabajo en Israel. Al igual que sus colegas de Brothers and Sisters, fue una activa participante de las protestas en defensa de la democracia. Y, al igual que ellos, pasó de la protesta a la solidaridad. Desde el ataque terrorista, se ocupa de coordinar a unos mil profesionales de la salud mental que mantienen conversaciones diarias con víctimas de la tragedia. “Es una continuidad obvia respecto de los mismos valores de fraternidad y solidaridad”, dice. Y agrega: “El terrorismo es lo impensable. Nadie puede vivir con vecinos así. Los palestinos necesitan su tierra, pero que no se confundan, Hamas no es liberación. No hacen nada por su pueblo”.