Historias de vida que se leen como cuentos
Por las noches, antes de dormir, muchos creyentes dicen sus oraciones. Yo, en cambio, leo. Soy agnóstico. Esas lecturas nocturnas están dedicadas a cuentos, un diario, ensayos cortos, un capítulo de biografía, una crónica; en suma, un broche satisfactorio e interesante del día que, por su forma necesariamente breve, uno pueda terminar antes de apagar la luz. Quizá esa invocación al sueño tenga su origen en los relatos que, en la niñez, los padres hacen a sus hijos. Según una tradición, para unos, legendaria; para otros, histórica, Johann Sebastian Bach compuso las Variaciones Goldberg para que su mecenas el conde Hermann Karl von Keyserlingk (1697-1764) se relajara y pudiera conciliar el sueño.
En estas últimas semanas, leí, como quien reza preces laicas, Yo recordaré por ustedes, de Juan Forn (1959-2021), que reúne una selección de las contratapas del escritor y periodista publicadas los viernes en la contratapa de Página 12. Pedro. B. Rey hizo una excelente y muy elogiosa reseña de ese libro en este suplemento, el 30 de octubre del año pasado. Cada una de esas contratapas narra una vida o una peripecia, ricas en color, de personas o personajes, a menudo excéntricos. Al principio, quise limitarme a una por noche, pero pronto pasé a dos, a tres; me prohibí más de cuatro. La imperdible biografía inicial, “Kalu y los afronautas”. es la de Edward Mukuka Nkoloso, el primer y único ministro de Asuntos Estelares y director del Programa Espacial de la flamante República de Zambia, nombrado en 1964, el mismo año en que el país africano se independizó de Gran Bretaña (el lector ya ha comprendido que estamos en pleno oxímoron, en pleno “delirio real”). ¿Quién podía tomarse en serio un Ministerio de Asuntos Estelares? La itálica no requiere respuesta, Nkoloso erigió instalaciones para el entrenamiento de cosmonautas zambios, futuros competidores de soviéticos y estadounidenses. Gagarin había llegado al espacio exterior en 1961. Esa “locura” africana no era tal. Lean, por favor, el final de esa historia y se llevarán una sorpresa.
Otro perfil inolvidable es “El Buda de los buitres”, consagrado a uno de los hechos más memorables en la existencia del poeta y artesano Coty Aldazábal que, por una buena paga, se convirtió en amansador de buitres para una película que se filmaba cerca de Alejandro Korn. En “Lecciones de una azafata”, Forn se refiere a la desaparición del avión de la pionera Amelia Earhart, pero ella es la puerta de ingreso a la pasión por los aviones del padre del escritor y del interés de su madre por los viajes. Tampoco ellos son el tema principal de la contratapa, sino el gran piloto Pancho Barnes, nacido Florencia Barnes, y una azafata, amiga de la madre de Juan, de la que este se enamoró perdidamente, a pesar de la diferencia de edad: él era un chico y, sin pensarlo demasiado, avanzó. No revelaré el final.
Esta magnífica colección de historias de vidas (hay 91) se leen como cuentos. Como en ellos, el comienzo es un cebo del que uno solo puede librarse por la lectura; el final se saborea mucho después del fin. La mayoría de los textos tiene tres o cuatro páginas. En varios de ellos, hay elementos autobiográficos; sobre todo, en los que se ocupan de los argentinos (Borges, Bioy Casares, Viel Temperley, Kagel). Forn necesita muy poco espacio para que el lector comprenda la profundidad del amor por sus padres. Baste como ejemplo “La ceremonia del adiós”.
Dije al principio de esta columna que soy agnóstico. Sin embargo, cuando encuentro una voz verdadera, sea en un libro, un párrafo, una frase, o un verso, algo pasa que va más allá de lo literario. Ese algo me descubre un mundo, una faceta insospechada de la condición humana o pone en palabras un sentimiento, una sensación, que no supe expresar. Quizás esa, me digo, sea la huella de lo divino, si tal cosa existe. El agnóstico se resiste: una conjetura semejante acaso sea la huella de la educación religiosa que padecí en la escuela primaria durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón (egresé a finales de 1954). Temo y ansío que la verdad sea muy distinta.