Historia. En busca de los orígenes republicanos de América Latina
En su último libro, Repúblicas del nuevo mundo, Hilda Sabato explora los rasgos comunes de las comunidades que surgieron tras el derrumbe español para subrayarla originalidad de ese “experimento” político
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Nueve nuevas repúblicas surgieron a la vida en Hispanoamérica a principios del siglo XIX, luego del derrumbe del Imperio español. En 1825 eran México, las Provincias Unidas de Centroamérica, Gran Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, Provincias Unidas del Río de la Plata y Uruguay. ¿Por qué las nuevas comunidades políticas eligieron organizarse como repúblicas?
La tradición republicana se remonta a la Roma precristiana. Quentin Skinner (Los fundamentos del pensamiento político moderno) encontró un precedente más directo en el humanismo cívico de las repúblicas italianas del siglo XVI. Franco Venturi (Utopía y reforma en la Ilustración) señaló la relevancia de las repúblicas de los siglos XVII y XVIII –Venecia, los Países Bajos– y la novedosa reformulación teórica de Montesquieu, que ligó la antigua tradición con la Ilustración. De Montesquieu arranca Natalio Botana en La tradición republicana para reconstruir una línea que prolonga hasta Sarmiento y Alberdi.
Experiencias cercanas eran la breve pero intensa de la república revolucionaria francesa de 1792 y la más exitosa de Estados Unidos. Ambas instalaron un principio tan incontrovertible como impreciso: la soberanía del pueblo.
Esos precedentes conformaron las opciones disponibles para quienes condujeron lo que Hilda Sabato llama “el experimento republicano”. Lo examina en su último libro, Repúblicas del Nuevo Mundo. El experimento político latinoamericano del siglo XIX, buscando los rasgos comunes en la historia de las nuevas repúblicas. Subraya la amplitud, originalidad e indeterminación del experimento y la necesidad de evitar las interpretaciones teleológicas o los juicios fundados en un irrealizado deber ser. Sin una receta fija, copiando, adaptando o inventando ideas, lenguajes, instituciones y prácticas políticas, los modernos “sonámbulos” hispanoamericanos “hicieron camino al andar”.
Las decisiones fundamentales se tomaron en medio de las guerras de independencia. La primera: la afirmación del principio de la soberanía del pueblo, descartando tanto la vieja monarquía de derecho divino como la nueva monarquía constitucional. La segunda: la adopción del régimen representativo, descartando la alternativa, de mucho peso en la tradición republicana, de la expresión directa de la voluntad popular.
Con estos principios se encaró el problema de organizar el gobierno de “los pocos” sobre “los muchos”, según una fórmula de época. Recortando estrictamente su tema –algo que el lector debe tener en cuenta–, Sabato explora tres dimensiones –el sufragio, la opinión pública y las milicias– y marca sus diferencias con explicaciones largamente establecidas.
Sobre el sufragio y las elecciones, muestra el largo proceso de construcción del ciudadano elector. Descartando restricciones basadas en etnia, rango o fortuna –pero no en género–, se reconoció el derecho al voto de todos los varones adultos con voluntad autónoma, un punto que habilitaba cierta flexibilidad interpretativa. El resultado fue una participación electoral comparativamente amplia, desarrollada según las prácticas electorales de su época. Sabato considera simplistas las ideas de “fraude” y de “clientelismo”, y señala que la asimetría de las relaciones se manifiesta en formas específicamente políticas, como las “máquinas electorales”, incorporadas luego a los modernos partidos políticos.
Dentro de la perspectiva republicana, la legitimidad de origen del poder se complementa con el control de su ejercicio. Por un lado, la opinión pública. Sus actores –la prensa independiente, las asociaciones civiles con proyección política y la gente en la calle– crecieron en esas décadas, al igual que en Europa y Estados Unidos.
Más original es el peso que asigna a la segunda forma de control popular legítimo: el ciudadano en armas, con derecho a organizarse y a defender las instituciones de la república. La movilización militar surgida con las guerras de independencia se mantuvo en las décadas estrictamente republicanas bajo la forma de milicias o guardias nacionales, generalmente dependientes de los gobiernos provinciales. Su forma de acción, extrema pero habitual, eran las revoluciones contra “gobiernos despóticos”. Usualmente son consideradas un relicto de un pasado de violencia, encarnado en la figura del caudillo. Hilda Sabato señala que, en la perspectiva republicana, la acción armada y la revolución formaban parte de los recursos legítimos de control popular y que la inestabilidad política resultante no era una enfermedad sino un elemento intrínseco de esa experiencia republicana.
Así la historiadora desarma, pieza por pieza, una imagen de la política hispanoamericana asociada con el atraso, y rearma esos elementos en el moderno esquema republicano, preponderante hasta alrededor de 1870. Por entonces, nuevos problemas y nuevas ideas –el orden, la democracia, el nacionalismo– dan otra forma a la política y a las instituciones.
Historiadora reconocida en el medio académico internacional, Sabato publicó libros atractivos, como La política en las calles y Buenos Aires en armas. Con Marcela Ternavasio, coordinó el volumen La política argentina en el siglo XIX, en el que un grupo de jóvenes investigadores explora estos temas desde la perspectiva de lo que hoy se llama la “nueva historia política”.
En Repúblicas del Nuevo Mundo realiza una síntesis interpretativa de la enorme producción hispanoamericana reciente y formula una tesis fuerte y polémica sobre las décadas republicanas, sólidamente asentada en los casos concretos y adecuada para insertarse en esa “historia global” hoy en construcción.
La síntesis histórica –un programa propuesto a principios del siglo XX por Henri Beer– cumple una función importante para los historiadores y también para el público no profesional, al que Sabato se acerca conjugando claridad conceptual y un lenguaje preciso y económico. Pero además, al exponer una novedosa interpretación sobre la política del siglo XIX, este libro interviene en la discusión pública actual, revisando formas establecidas de pensar el pasado, hoy articuladas en un relato convertido en la nueva “historia oficial”.
Repúblicas del Nuevo Mundo
Por Hilda Sabato
Taurus. 240 páginas, $ 1299
Variaciones de la república
Hilda Sabato y Marcela Ternavasio (coordinadoras)
Prohistoria. 268 páginas, $ 1445
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