Hablar y hacer: Milei en el segundo semestre
Empieza el segundo semestre y la tentación de encontrar en el almanaque una nueva etapa se cruza en el viaje de Javier Milei por la presidencia.
En vaya a saberse qué idea simplista se instaló alguna vez que los gobiernos argentinos tienen seis meses para acomodarse para el despegue. Durante la gestión de Mauricio Macri se vendió desde el mismo oficialismo la ilusión de los brotes verdes del segundo semestre.
Alberto Fernández llevaba apenas noventa días cuando le tocó improvisar contra la pandemia de coronavirus con los resultados conocidos. Su mentora, Cristina Kirchner, durante su primer mandato, chocó de frente contra el sector agropecuario en esos meses iniciales.
"El contenido de la ley Bases es poco respecto de su versión original, pero es bastante como conjunto de tareas a llevar adelante por un reducido y poco rodado equipo de funcionarios"
Pero ninguno de sus antecesores recientes encaró como Milei un ajuste tan radical desde el primer minuto, ni recibió como respuesta una moneda con caras tan diferentes.
Una mitad sólida de los argentinos banca al Presidente y su plan de shock y responde que es necesario e ineludible hacer un gran esfuerzo social para resetear una economía en bancarrota.
En cambio, derrotado, absorto y desarticulado, el país político hizo esperar y ceder al nuevo presidente para tener las leyes instrumentales que habitualmente se le aprueban a los recién llegados a la Casa Rosada.
Salvo un giro inesperado en la Cámara de Diputados, Milei tendrá lo que su jefe de Gabinete, Guillermo Francos, pudo rescatar del proyecto original del infinito juego de intereses que, sin pudor, expusieron los bloques que aceptaron negociar para sacar la ley.
Se puede argumentar que el trato de Milei hacia los legisladores no colaboró para un trámite sosegado de la negociación, pero se sabe que mientras Milei ladraba también aceptaba varias podas consecutivas al proyecto inicial. Lo que al fin será votado y convertido en ley es, sin embargo, una agenda intensa que el Gobierno tendrá que afrontar con el escaso equipo con el que cuenta.
"Milei espantó la idea de que Caputo sea su Remes Lenicov y prometió una convivencia armónica del ministro con el ascendido Federico Sturzenegger"
El contenido de la ley Bases es poco respecto de su versión original, pero es bastante como conjunto de tareas a llevar adelante por un equipo de funcionarios con poca o nula experiencia en la función pública, reducido en número y con problemas de coordinación funcional.
Ese conglomerado de recién llegados –con algunas excepciones– al mar de fracasos, robos y maldades de la política, convive con un entorno hostil de empleados y exfuncionarios que no fueron desplazados y son producto de dos décadas de nombramientos realizados por el kirchnerismo. Cambiar y reestructurar un Estado colonizado por fanáticos de una fuerza opositora es un desafío enorme, mucho más para gente con poca experiencia.
Milei no repara en esos obstáculos. Marca a su manera un rumbo disruptivo y promete alcanzarlo mientras mantiene la notable fidelidad en una porción significativa del electorado. Convertir en hechos sus palabras es otra cosa.
En menos de siete meses, el ministro Luis Caputo ejecutó un fuerte achicamiento de los gastos del Estado, empezando por una licuación de los ingresos jubilatorios.
No parece ser el programa definitivo. En todo caso, la presencia de Caputo en Economía se explica porque en el Estado quedan todavía muchos gastos corrientes por recortar y cajas políticas por eliminar, si es que estas últimas no permanecen en manos de flamantes libertarios expertos en obtener fondos públicos desde otras épocas.
No faltan quienes, puestos a especular, encuentran en Caputo una versión actualizada de Jorge Remes Lenicov, el primer ministro de Economía de Eduardo Duhalde, que pagó con su salida la devaluación asimétrica y la pesificación de los depósitos en dólares.
Milei espantó esa idea y prometió una convivencia armónica con Federico Sturzenegger, próximamente ministro de su gabinete, con quien estuvo enfrentado durante la presidencia de Macri.
Una parte importante del país político y económico se pregunta cómo harán Milei, Caputo y Sturzenegger para reactivar la economía y sacarla de la ineludible recesión que acentuó el ajuste que realizaron para sofocar la inflación.
"El gobierno de Milei no prevé escuchar el discurso creciente de los gobernadores sobre los efectos de la recesión y acentuará el achique de gastos y pondrá en marcha la desregulación de la economía"
Como un coro que tiende a ser cada vez más uniforme en su diversidad, empiezan a escucharse reclamos de políticas de reactivación. Con tonos distintos los pronuncian gobernadores de distinto origen, como el radical Maximiliano Pullaro (Santa Fe), el peronista disidente Martín Llaryora (Córdoba) o el kirchnerista Axel Kicillof (Buenos Aires). “La casta” de las provincias, como dice Milei, que recoge personalmente los crecientes reclamos de sectores empresarios que no ven mejoras en su actividad para lo que resta del año,
Vuelven a escucharse términos clásicos como “políticas activas” o “fomento a la producción”, que para el Presidente simbolizan la intervención del Estado en la economía y el uso prebendario de los fondos públicos de distintos sectores amigos del poder.
Así, en blanco y negro, Milei entiende que aquellas políticas de sostenimiento que hoy vuelven a defender algunos gobernadores y otros actores políticos son exactamente lo que debe evitar.
A pesar de los visibles problemas de gestión y el desafío de encarar las reformas que les permiten el DNU y la ley Bases, el gobierno de Milei no prevé hacer más de lo mismo.
El Presidente sostendrá a Caputo para que acentúe más el recorte del gasto y le dará un ministerio a Sturzenegger para avanzar en una fuerte desregulación y apertura de la economía. Ninguno prestará mayor atención a las consecuencias del ajuste; en todo caso, se valdrán de ellas para hacer viable la dura reestructuración de las cuentas públicas.
En la habilidad que tenga el Presidente para mantener y estirar las expectativas de mejoras para el año próximo estará la clave del tortuoso tránsito del segundo semestre.