Esteban de Luca, autor del primer canto patriótico
Se cumplen doscientos años de la trágica muerte de uno de los primeros poetas de la Revolución de Mayo
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“La América toda / se conmueve al fin, / y a sus caros hijos / convoca a la lid, / a la lid tremenda / que va a destruir / a cuantos tiranos / la osan oprimir”.
Así dice la primera estrofa de la “Marcha patriótica” de Esteban de Luca, de quien se cumplen doscientos años de su trágica desaparición en aguas del Río de la Plata, y que es tenida como el primer “himno” o “canto patriótico” de la argentinidad desde 1810, algunos años antes de la creación del Himno Nacional por Vicente López.
"La “Marcha Patriótica” de Esteban de Luca es anterior al Himno Nacional"
Hijo del comerciante genovés Miguel de Luca y de Juana María Magdalena Patrón Díaz Pimienta, Esteban José Mariano de Luca nació el 2 de agosto de 1786 en el barrio del Alto de San Pedro, hoy barrio de San Telmo. Alumno del Real Colegio de San Carlos, tuvo como compañeros de aula, de aquellas aulas pobladas por los versos de Virgilio, a Tomás Guido y a Manuel Dorrego. Durante el segundo ataque inglés al Río de la Plata (1807) sirvió en el cuerpo de Patricios y logró el grado de subteniente. La Junta Provisional erigida el 25 de mayo de 1810 lo nombró capitán de la Cuarta Compañía del Regimiento de América.
De Luca sumó a su condición de poeta la de experto fabricante de armas para la Revolución. En 1814 cantó la victoria argentina sobre el enemigo Montevideo. En septiembre del año siguiente, ascendido a sargento mayor de Artillería, tomó parte en los trabajos de fundición de cañones, fusiles, morteros y proyectiles confiados a la dirección del ingeniero militar Ángel Monasterio. Poco más tarde, sus enormes conocimientos teórico-prácticos le significaron acceder a la dirección de la Fábrica de Armas del Estado. Fueron entregados al Ejército de los Andes 10.000 pares de herraduras y forjadas espadas de caballería y pistolas de excelente calidad.
El 12 de febrero de 1817 San Martín venció en Chacabuco. Versificaron el triunfo Juan Ramón Rojas y De Luca. Esteban, cultor como los de su época de la musa neoclásica y de los moldes latinos, habló de “otro Aníbal más famoso”; Hércules que practicaba ya “el fragoso camino de los Andes” que debía cantar el “sacro Apolo”. Por su amplia cultura fue figura destacada del célebre salón que poseía su familia, centro de la intelectualidad porteña de comienzos del siglo XIX.
Miembro de la Sociedad del buen gusto del teatro de la provincia de Buenos Aires, traductor del Felipe II de Alfieri, celebró en 1818 junto a otros vates del Plata (Juan Cruz Varela y Vicente López) la batalla de Maipú: “El clamor sube hasta el sagrado Olimpo, / y se alegran los seres inmortales / del triunfo de la patria más glorioso”.
"De Luca murió de modo trágico en las aguas del Río de la Plata"
En 1821, por encargo del ministro Bernardino Rivadavia, Esteban presentó al gobierno su extenso “Canto lírico a la libertad de Lima”, publicado por la Imprenta de la Independencia y que mereció el elogio del mismo Protector del Perú. “Libertad, libertad, fuera tiranos, / que toda esclavitud al hombre infama”, gritaba el poeta.
Nombrado integrante de la Sociedad Literaria de Buenos Aires, De Luca colaboró en las dos publicaciones editadas por la Sociedad: El Argos de Buenos Aires y La Abeja Argentina. Para esta última escribió la silva “Al pueblo de Buenos Aires” y el interesante ensayo “Economía rural”, en el que aboga por el establecimiento de escuelas de primeras letras en la campaña.
En 1823 el presbítero José Valentín Gómez quedó al frente de una misión diplomática en Río de Janeiro a efectos de negociar la entrega pacífica de la Banda Oriental a la Provincias Unidas. Esteban de Luca viajaba en calidad de secretario. Vueltos tras la infructuosa misión a bordo del Agenoria, el bergantín estadounidense varó en la noche del 10 de marzo de 1824 al norte del Banco Inglés, en el Río de la Plata. El 17, Esteban y unos pocos pasajeros se aventuraron a subir a una balsa. Gomez creyó conveniente aguardar en la desgraciada embarcación y pudo ser finalmente rescatado.
Hasta fines del mes, Buenos Aires guardó la esperanza de hallar a De Luca con vida. Varias partidas de búsqueda fueron enviadas al Cabo San Antonio. Pero las aguas del Plata habían ya devorado a aquel “hijo mimado de la burguesía ilustrada”, según las palabras de Vicente Fidel López. Dos siglos transcurrieron desde entonces.
Historiador; Academia Browniana