Entrevista: Diego Genoud y Juan Luis González. Massa y Milei, en la lupa de sus biógrafos
Los autores de sendas biografías de los dos hombres que se medirán en el balotaje del domingo 19 revelan aspectos clave de los candidatos
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Los dos hombres que pugnan por la presidencia de la Argentina despiertan una gran cantidad de interrogantes. ¿Quiénes son? ¿Qué méritos tienen y qué concesiones hicieron para llegar a donde llegaron? ¿Qué prefieren destacar, minimizar u ocultar? ¿Cómo fueron sus recorridos? ¿Quiénes los rodean, para bien o para mal? ¿Qué deberíamos saber, en suma, sobre Sergio Massa y Javier Milei?
Para responder estas preguntas, Diego Genoud y Juan Luis González dialogaron con LA NACION apoyados en investigaciones que los llevaron a escribir dos libros clave para vislumbrar las aristas más salientes de los referentes de Unión por la Patria y La Libertad Avanza, que se enfrentarán en el balotaje del domingo 19.
Los títulos de ambos libros son elocuentes. Con textos publicados en este diario, Perfil, Noticias, Página 12, Anfibia, TXT, Crisis, Crítica de la Argentina y Ámbito Financiero, además de experiencias en radio y televisión, Genoud escribió El arribista del poder. La historia no publicitaria de Massa. Diseccionó allí a un “animal político” tan astuto como oportunista, como lo define, que encarna como pocos las dinámicas del poder, con mil mutaciones.
Periodista de la revista Noticias, colaborador de Anfibia, conductor radial y ganador de un premio Adepa, González dedicó años a estudiar el fenómeno de la “nueva derecha” y publicó El loco. La vida desconocida de Javier Milei y su irrupción en la política argentina. Se topó con un hombre “profundamente solo”, que al decir de alguien que lo conoce mucho, Domingo Cavallo, “no es un líder; es un síntoma” de la sociedad argentina.
La pregunta que se impone al empezar la charla es si los ha sorprendido que Milei y Massa hayan llegado tan lejos. “Yo imaginaba que a Milei le iba a ir bien, pero al que no imaginaba en esta instancia era al biografiado de Diego –dice Juan Luis González–. Veía al Gobierno muy golpeado por la crisis económica y a Milei disputando la presidencia con Juntos por el Cambio. Pero a Milei siempre le tuve fe en cuanto a sus posibilidades electorales porque representaba la cara de un fenómeno que lo precedía, como en otras partes del mundo. Él es un gran comunicador que sirvió como un gran canalizador para todos los descontentos con la democracia, la política, la economía. Lo veo muy competitivo”.
"El punto fuerte de Milei es su honestidad brutal y cómo logró conectar con una melodía que suene bien en estos tiempos” (Juan Luis González)"
Por su parte, Genoud no esperaba que Massa llegara al balotaje. “Pensaba que era el que menos chances tenía, por lo que comentó Juan, incluyendo la debilidad del Gobierno, con todos sus problemas e internas –dice–. Pero a partir del 13 de agosto se registraron dos grandes novedades. La primera, claro, que Massa salió tercero en la peor elección del peronismo en su historia. Pero la segunda, y en estos momentos más importante, que se derrumbó la vieja oposición tras haber dejado pasar una oportunidad enorme de volver al poder. Quedaron Milei, con toda esa fuerza que horrorizó a tantos y entusiasmó a otros tantos, y Massa, que fue eficaz para convencer a una parte de la sociedad de que no se estaba votando por el presente, sino por el futuro de la democracia”.
–¿Cuáles son los puntos fuertes de ambos candidatos?
–Juan Luis González (JLG): En el caso de Milei, su honestidad brutal y el modo en que logró conectarse con una melodía que suena bien en estos tiempos. Al mismo tiempo, veo que ese gran activo que lo trajo hasta acá cruje desde que se vio forzado a hacer algo que nunca había hecho: hacer política. Incluso dentro de su espacio, Milei se manejaba como un nene caprichoso. Se hacía todo lo que él o su hermana querían sin debate interno alguno, mientras que proclamaba su rechazo total a la “casta política” y a todos los políticos. Pero luego su giro fue tan abrupto que quedó descolocado. En horas pasó de acusar a Patricia Bullrich de ser una asesina de niños a plantear que sería su ministra de Seguridad y de expresar un odio visceral, que es real, a los “zurdos”, a decir que ellos manejarían un Ministerio de Capital Humano. Dicho eso, tiendo a pensar que aquellos que ya votaron dos veces a Milei no dejarán de votarlo ahora, más allá del giro que representó pasar de denostar a toda la “casta política” a criticar solo al kirchnerismo.
–¿Y Massa? ¿Su fortaleza es, acaso, su capacidad camaleónica?
–Diego Genoud (DG): Pensando en cómo llegó hasta acá y en el balotaje, creo que el gran activo de Massa es pelear siempre hasta el final. Todos lo daban por muerto cuando se hablaba de “Wado” de Pedro, de Juan Manzur, de Daniel Scioli como candidatos, o de que todo podía volar por los aires. Pero su resistencia es notable: es el candidato de la inflación más alta de los últimos 30 años, de la devaluación al día siguiente de una elección y de tanto más, mientras muchos de los suyos estaban escondidos debajo de la cama. Desde que llegó al Ministerio de Economía agravó todos los problemas y casi no tiene un solo indicador positivo de su gestión, pero quería ser candidato a presidente y lo logró. Llegó con una gestión desastrosa, improvisando, pero aquí está. En parte, también, gracias al blindaje mediático que tiene y a su capacidad de negociar con distintos actores del poder dentro y fuera del país.
"El gran activo de Massa es pelear siempre hasta el final. Lo más preocupante en él es el cortoplacismo y su capacidad de daño” (Diego Genoud)"
–Ambos siguen los pasos de Milei y de Massa desde hace años, ¿cuáles son sus facetas más inquietantes?
–JLG: En el caso de Milei, sus rasgos mentales. Ahí hay un problema real que debemos abordar con respeto. Pero resulta llamativo que al hablar de la persona que puede presidir este país debamos hablar sobre cómo es su relación con un perro que murió hace años, lo cual permite vislumbrar cuán profunda es su inestabilidad. Hablamos de una persona que toma decisiones en base a un gabinete conformado por perros clonados, que considera que es un elegido por Dios, que dice dialogar con Dios y ver a Dios. Su inestabilidad es realmente preocupante y creo que eso puede agravarse si triunfa en el balotaje por la dinámica misma del poder en un país como la Argentina.
–DG: Lo más preocupante de Massa, en cambio, son algunos rasgos comunes a muchos otros políticos, pero que en él llegan al extremo. Uno es el cortoplacismo, que lo lleva a pensarlo todo en relación con las próximas elecciones, sin margen para trazar una hoja de ruta para el país. Siempre prima lo táctico en él, la obsesión por obtener un título positivo en el diario de mañana o un zócalo en la televisión en desmedro de la planificación. Massa es un fundamentalista del corto plazo, sin importar si su jugada de hoy se desintegra al día siguiente. Por eso puede afirmar que la inflación bajará al 3% o que prefiere renunciar antes que devaluar o que no se puede ser ministro y candidato, y tantos otros ejemplos nacidos de su ansiedad, de su ambición, que lo llevan a generar falsas expectativas y resultar poco confiable o impredecible, como le critican muchos de sus socios políticos. Y esto, sin olvidar su capacidad de presión, de daño, que puede corroborarse en su capacidad para incidir en tribunales; en especial en Comodoro Py. Desde allí se convirtió en uno de los enemigos más encarnizados de Cristina Fernández de Kirchner y desde allí se comprende el temor de Mauricio Macri. Massa es un político que puede dañar a sus rivales con una causa judicial, con la amenaza de llevarlo a la cárcel. No es el único político que puede operar así, pero es quizá su exponente más claro.
–¿Pudo Massa haber financiado a Milei para que le mordiera votos por derecha a Juntos por el Cambio?
–DG: No sé si financiado. Eso vos lo investigaste y mostraste elementos concretos. Pero no tengo duda de que pudo haberlo estimulado de distintas maneras. Massa jugó a que a Milei le vaya bien. Hablando con funcionarios cercanos a Massa, me decían que menos mal que estaba Milei en carrera porque si no perdían esta elección por paliza, además de que Massa tenía una relación personal muy aceitada con Milei, aunque por estas horas atraviesa su peor momento. Te diría que hasta que Macri metió la cola, si Milei ganaba, Massa iba a ser un socio preferencial para su gobernabilidad. Sin Macri en la cancha, Massa era el socio ideal para un gobierno de Milei, como lo fue también para Macri en sus primeros años como Presidente.
–JLG: Apoyado en lo que dijo Diego, vemos por estos días que el peronismo plantea esta campaña como una elección entre democracia y fascismo, y algún día tendremos que respondernos cuánto hizo el peronismo para que creciera este fascismo. Tenemos ejemplos bastante obscenos, como el de Malena Galmarini arreglando mano a mano con Sebastián Pareja, el armador de Milei en la provincia de Buenos Aires, para definir nombres en las listas de La Libertad Avanza. O el caso de Pablo Ansaloni, que le prestó un sello electoral que resultó decisivo para que Milei pudiera competir en momentos en que los libertarios estaban en jaque, y tras la elección, ya como diputado nacional electo, se abrió del espacio libertario.
"En Milei, preocupan sus rasgos mentales, un problema real. No lo imagino metiendo la mano en la lata”. (Juan Luis González)"
–DG: A eso se suma otro elemento para la discusión: el rol de José Luis Barrionuevo en toda esta historia. Algunos colaboradores de Milei están convencidos de que Barrionuevo fue un infiltrado de Massa; entre otros motivos, por cómo se fue de manera abrupta con el argumento de que Milei lo había traicionado porque se fue con la “casta”, por Macri y Bullrich. Resulta gracioso que Barrionuevo se asuste de la cercanía de Milei con la “casta”. Y más allá de que Barrionuevo y Massa se distanciaron en los últimos tiempos, no sabemos si es una ruptura sin retorno o si mañana pueden reconciliarse.
–¿Por qué Milei no invocó mucho más en su campaña, y en especial en los debates, los escándalos de Martín Insaurralde o de “Chocolate” Rigau en la Legislatura como ejemplos de lo peor de la “casta”?
–JLG: Milei es muy declamatorio contra la “casta”, pero en los hechos está lejos de serlo. No solo por el empuje que a través de sus medios y en la política le dio Eduardo Eurnekian, un veterano de los negocios con el Estado para quien Milei trabajó, sino porque su armado político y sus listas están llenos de “casta” desde el primer día e, incluso, de aquellos que pueden conformar la “casta base”, la resaca de la casta: personas como Oscar Zago o José Bonacci, un filonazi de Santa Fe, o Alfredo Olmedo en Salta, entre otros muchos. Y eso, sin olvidar que Milei también tiene legisladores en la Legislatura bonaerense y entre bomberos no se pisan la manguera.
–¿Cuán relevante es Eurnekian para entender el fenómeno Milei?
–JLG: Milei se convirtió en un Frankeinsten para Eurnekian, que quería impulsar a alguien que saliera a contestarle desde los medios al macrismo, que evaluaba quitarle la concesión de los aeropuertos. Lo fogoneó a Milei, creyéndolo dócil, luego lo empujó a la política de la mano de José Luis Espert y después… bueno, acá están los resultados del experimento. En otro contexto, además, lo de Nicolás Posse sería un escándalo nacional. Desde 2021 se abocó a recaudar fondos para la campaña de Mieli al mismo tiempo que era un alto ejecutivo de Aeropuertos Argentina 2000. O sea que estaba de ambos lados del mostrador: sector privado y sector público. Todo esto puede causarle problemas concretos a Eurnekian en Estados Unidos porque su holding está bajo la supervisión de la Comisión de Valores (SEC).
–¿Y Massa? ¿Cómo es su relación con ciertos empresarios?
–DG: Esa es otra característica que lo torna a Massa un político muy singular. Sus vínculos con el poder empresario son explícitos. El día que asumió Alberto Fernández como presidente, por ejemplo, en el palco estaban Alberto Pierri, Daniel Vila y Jorge Brito, invitados por Massa, mientras que Manzano no estaba, quizá porque sabe resguardarse de las cámaras, pero es otro amigo y sponsor. Al igual que Marcelo Mindlin, todos ellos son íntimos de Massa, además de otros con los que mantiene relación fluida como Eurnekian o Sebastián Eskenazi, un apellido que todavía le genera urticaria a Cristina, del mismo modo que Massa recuperó su relación con Paolo Rocca. No hay empresario grande en la Argentina que no interactúe con él.
–¿Pueden esas relaciones con empresarios provocarle dolores de cabeza, sean con la forma conflictos de interés o sospechas de corrupción?
–DG: Bueno, eso dependerá de cada caso. Pero si pensamos que el grupo Vila Manzano se quedó con la distribuidora de energía más importante de la Argentina durante la gestión del Frente de Todos, bueno… hay que analizar hasta qué punto esa fue una operación comercial más o fue producto de relaciones personales, aun cuando Mindlin, amigo de Massa, se lo vendió a Vila y Manzano, también amigos de Massa, mientras Massa era el presidente de la Cámara de Diputados. La información que tengo es que Cristina, cuando le llegó esa operación a su despacho, estuvo de acuerdo… Edenor, en suma, fue una operación de voltaje muy, muy alto.
–JLG: En esa línea, algo que se puede decir sobre Milei es que no lo imagino metiendo las manos en la lata. Él es muy austero. De hecho, hasta que tuvo esta revelación mística y mesiánica que lo llevó a competir por la presidencia, su sueño era comprar una casa grande para su hermana con un patio para los perros y un quincho chiquitito para él con una cama y libros del piso al techo, nada más. A él no lo mueve lo material, aunque no puede decirse lo mismo de otros. Varios exponentes de la “casta base” se metieron en el espacio libertario para ver si cambian el auto, literalmente. Ahí sí que puede generarse ruido. Y no es futurología. Tenemos a Juan Nápoli y Carlos Kikuchi prometiendo cargos si llegan al poder, a Mariano Gerván pidiendo 5 millones de dólares, a Lilia Lemoine detallando cómo se manejan varios… Dicho eso, ahora vemos a un nuevo Milei, con una Libertad Avanza intervenida por Macri, quien evidencia un miedo real a lo que puede llegar a pasarle si gana Massa.
–Néstor Kichner, caminando por la Quinta Avenida, llegó a decirme que Massa era el más parecido a él, “pero más hijo de puta”…
–JLG: Bueno, Massa cuenta que Néstor lo sentó en el sillón de Rivadavia cuando era jefe de Gabinete y le dijo algo similar: “Vas a llegar acá, Sergio, porque tenés ambición, porque tenés amigos con plata, pero sobre todo porque sos muy hijo de puta”. Eso también lo diferencia de Milei, cuyo gobierno lo imagino inestable, a su imagen y semejanza, conformado por tropa propia, pero que ve con preocupación el avance del macrismo; gente que se siente amenazada y en ciertos casos sale a marcar la cancha, como Carlos Rodríguez. Dicho eso, no me sorprendería que si gana la presidencia, Milei busque mantener alguna de sus propuestas.
–Como el cierre del Banco Central…
–JLG: Sí, claro. Está realmente convencido de que es lo mejor para el país.
–¿Y Massa? ¿Sería una presidencia cercana a Frank Underwood?
–DG: Primero, depende de cómo termine la gestión de Massa, que más que un ministro de Economía es el interventor del Gobierno. Hay que ver si logra evitar cualquier tipo de problema económico hasta el 10 de diciembre, y después vendrá una primera etapa muy dura. Hay un consenso amplio entre los economistas y las consultoras de primera línea que hay que implementar un ajuste de shock. Pero no va a ser sencillo. Por eso algunos dicen, como Matías Kulfas, que es mejor que lo haga el peronismo, porque logrará amortiguar ese ajuste. Si supera esa prueba, Massa comenzará a pensar en un esquema de ocho años, de dos mandatos como mínimo, porque está en su ADN, y comenzará por llevarse a todo opositor dudoso que ande dando vueltas.
–Además de mantener puentes de diálogo o amistad con muchos políticos, como es el caso de Horacio Rodríguez Larreta…
–DG: Así es. Rodríguez Larreta y Emilio Monzó y Rogelio Frigerio y Cristian Ritondo y Diego Santilli… todos ellos son amigos de Massa. Comparten un recorrido que vinculó a muchos de ellos en la campaña de Palito Ortega a la presidencia, por ejemplo. La intención de Massa será sumar a todo ese bloque de alguna manera, sea al gobierno o como parte de una oposición con la cual pueda pasar las leyes que necesite. Como presidente, Massa desplegaría todos sus tentáculos para reducir a la oposición a su mínima expresión.
–De ganar, ¿cuán relevantes serían Malena Galmarini o Karina Milei?
–JLG: Karina no necesita un cargo para ser la persona más importante de un eventual gobierno, corriendo obviamente ahora a Macri. Para abordar a Milei, la palabra que lo define es “soledad”. Incluso más que “loco”. Él es un hombre solo. Eso explica por qué fue a ver a Macri solo acompañado por su hermana, que tuvo un crecimiento notable durante los últimos dos años. Sin faltarle el respeto, Karina hace dos años y ocho meses vendía, literalmente, tortas por Instagram, tiraba cartas de tarot y decía que se comunicaba con animales muertos. Pasó de eso a reunirse mano a mano con Macri y Bullrich.
–Para negociar una alianza de eventual poder…
–JLG: Exacto. Y Milei fue con su hermana, y solo después llamó a Santiago Caputo y a Guillermo Francos, que claramente tiene mucho más bagaje político. Creo que esa escena resume quién es Karina para Javier. De hecho, para él “la elegida” es ella, él es simplemente el instrumento de Dios. La influencia de Karina es total.
–DG: El caso de Malena es diferente porque ella fue la que le abrió las puertas del peronismo a Massa. O, para ser exactos, Barrionuevo y Graciela Camaño lo incorporaron al peronismo de San Martín, pero Malena lo llevó a las primeras ligas, lo puso en contacto con Palito para aquella campaña en la que participaron Rodríguez Larreta, Santilli, Jorge Capitanich y otros, además de que en términos políticos Malena siente que Massa le debe más a ella de lo que ella le debe a él; ni siente que Massa sea su jefe político.
–No considera, por tanto, que preside AySA por ser “la esposa de”, sino por mérito propio e, incluso, que debieron darle algo mejor.
–DG: Sí, sí, porque Malena proviene de una familia peronista de larga militancia que atravesó distintas etapas del peronismo y en todas tuvo roles muy activos, tanto “Pato” Galmarini, como Marcela Durrieu, y eso explica que Malena tenga su propio camino y sus propias apuestas, como su intento por llegar a la Intendencia de Tigre, algo que a Massa quizá no le convenía, pero ella se lanzó igual y peleó de manera muy intensa hasta el final. Obviamente que Massa también jugó contra Julio Zamora, al que no pudieron derrotar, pero si vos me preguntás, esa pelea era más de Malena que de Massa. Es un dato importante a tener en cuenta hacia adelante, porque son una sociedad política, pero no al estilo de Néstor y Cristina. Massa no es el jefe de Malena.
–¿Hay alguna pregunta que quieran plantearle al otro?
–JLG: Sí, a mí me da curiosidad saber cómo puede ser la aproximación de Macri a Milei. ¿Cuánta independencia ves, Diego, que podrá retener Milei?
–DG: Siempre pensé que si Milei llega a ser presidente con la prédica que tuvo hasta las primarias del 13 de agosto, en dos minutos el sistema político le daría la gobernabilidad que supuestamente no tenía, y que la iba a conseguir de parte del peronismo y de parte del macrismo. Pero la gran remontada de Massa en las generales del 22 precipitó un escenario que no es muy favorable para Milei porque ahora, de ganar el balotaje, Macri se sentirá accionista de La Libertad Avanza. Creo que Milei hubiera querido que Macri le diera dirigentes, le diera estructura, sin ceder nada a cambio. Pero ahora, Macri aporta su estructura y, según se dice, hasta financiamiento. ¿Lo hace por voluntad patriótica? No, lo hace porque quiere tener una parte del paquete accionario de La Libertad Avanza.
–¿Alguna otra pregunta?
–DG: Sí, ¿qué ves, Juan, en el vínculo de Milei con los conservadores, sobre todo de Estados Unidos, siendo que viajó Tucker Carlson a la Argentina para entrevistarlo, o los comentarios de Elon Musk o Steve Bannon?
–JLG: Hay algo ahí, pero que nace tras las PASO. Hasta el 13 de agosto, Milei era el primo excéntrico que sentaban en la mesa junto a los chicos. Fijate lo que ocurrió en octubre 2022, por ejemplo, cuando lo invitaron al festival de la nueva derecha que Vox organiza en España todos los años. Como en un concierto, Milei fue telonero, fue la “segunda banda”. Habló cuando la gente todavía estaba llegando y habló de las Leliq y los españoles no entendieron nada. Bueno, hoy ya no es así. Ahora vino un hijo de Jair Bolsonaro al búnker, aun cuando todavía lo están midiendo porque ven a una persona inestable. Pero si llega a presidente se meterá de lleno en la mesa chica de la nueva derecha internacional.
–¿Hay alguna reflexión final que quieran plantear?
–DG: Creo que de los escombros de la polarización nació un monstruo y nadie se quiere hacer cargo, aunque todos le dieron de comer. Milei llegó muy lejos en el marco del fracaso de dos gobiernos. Hay mucho enojo con un sistema de partidos que no muestra autocrítica y frente a eso apareció Milei, que es la emergencia de todo lo que minimizó el sistema de partidos durante demasiado tiempo, de lo que quiso barrer bajo la alfombra, y apareció de pronto con una virulencia que pocos esperábamos. Esto permite ver el momento dramático que afronta el sistema de partidos.