El uso del horror y el plan para conquistar al kirchnerismo desde sus entrañas
Se usó un acto sobre derechos humanos para una catarsis sobre la interna oficialista; la resistencia inútil de Cristina Kirchner y el Presidente ante la ambición del ministro
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“Estuvo simpático”, fue la primera respuesta de Sergio Massa cuando un movilero del canal oficialista C5N le pidió una impresión sobre el acto que había compartido con Cristina Kirchner. “Simpático”, fue el primer calificativo que se le vino a la cabeza desde la ventanilla de la van negra que lo trasladaba. El acto con Cristina Kirchner había sido convocado el lunes para presentar la recuperación de un avión usado para los Vuelos de la Muerte durante la última dictadura. Las personas secuestradas eran arrojadas vivas al mar desde el Skyvan PA-51 que el Gobierno montó detrás de Massa y Cristina Kirchner en el acto de Aeroparque. Es difícil encontrar simpatía en un evento convocado, en teoría, para rememorar un método de exterminio. Después, el ministro intentó reparar el error y profundizó la respuesta con más formalidad. “Simpático y emocionate”, agregó. Ya era tarde. Es evidente que sus intereses eran otros.
La idea de usar un acto sobre derechos humanos para hablar de la interna correspondió a Cristina Kirchner. En el Aeroparque, la vicepresidenta defenestró a Alberto Fernández por forzarla a entregar lugares en las listas y lo acusó de usar a Daniel Scioli como ariete de la extorsión. Elogió a Eduardo “Wado” de Pedro, el candidato presidencial que hubiera preferido, y a Massa lo llamó “fullero”, es decir, tramposo, además de advertirle que debía caer sobre las empresas para que reduzcan sus niveles de ganancia como método para bajar la inflación. “Teléfono para el ministro”, concluyó entre risas y mientras le tomaba el brazo. No hubo elogios para Massa. A sus espaldas, como escenografía, estaba el avión que había arrojado desaparecidos a las aguas. “Simpático”, el acto.
La diputada peronista Graciela Camaño parafraseó el miércoles a la vicepresidenta para advertir el desatino. “‘Comprensión de texto y contexto …' con un avión de la muerte explicando la interna.. que tristeza mi Patria”, escribió en Twitter.
“Comprensión de texto y contexto …” con un avión de la muerte explicando la interna.. que tristeza mi Patria
— Graciela Camaño (@GracielaCamano) June 26, 2023
“No estoy enterada de por qué fue tan fuerte y por qué estaba tan enojada”, contestó después Estela de Carlotto cuando le preguntaron por el discurso de Cristina Kirchner. La dirigente simuló ignorancia, porque explicar las palabras de la vicepresidenta hubiera exigido reconocer que, en el acto de Aeroparque, la escenografía iba por un lado y el contenido político por otro; hubiera debido admitir que se usó el contexto de los derechos humanos para atacar al adversario interno en la disputa por las candidaturas.
Pero Carlotto conoce la raíz de la furia de Cristina Kirchner. De hecho, la dirigente fue una de las intermediarias, en julio de 2022, que rogó a Fernández y a la vicepresidenta que volvieran a hablarse para definir al nuevo ministro de Economía tras la renuncia de Martín Guzmán, cuando la debacle económica amenazaba con el fin del Gobierno. Aquella noche de julio, la elegida para el ministerio fue Silvina Batakis, porque Cristina Kirchner y Alberto Fernández, a pesar de su distanciamiento, habían coincidido en un intento final por frenar por última vez la embestida de Massa para quedarse con el lugar. Abrirle la puerta del Ministerio de Economía era entregarle el Gobierno al verdugo. Pero Massa siguió trabajando sobre el oído de Máximo Kirchner y, mientras algunos conocidos compraban dólares y la corrida se extendía, le tomó unas semanas más limpiarse a Batakis. Cristina Kirchner y el Presidente debieron resignarse. En agosto de 2022, Massa asumió como Ministro de Economía.
El paso siguiente era alcanzar la candidatura presidencial. No importó el alza persistente de los precios y la caída de los salarios. La inoperencia del resto allanó el camino. Un año después, De Pedro hizo el papel de Batakis, pero aguantó menos. Lo corrió de la candidatura presidencial en 24 horas. Malena Galmarini celebró la depredación del “carnívoro”, según la definición zoológica de Aníbal Fernández, con una foto de su esposo durmiendo y el mensaje “el reposo del guerrero”. El entusiasmo de Galmarini es solo comparable al fervor de la secretaria de Energía, Flavia Royón, convertida en una suerte de portavoz personal del ministro.
Para Massa, el verdadero sentido del acto en Aeroparque había sido usarlo como prueba para medir el nivel de apoyo que Cristina Kirchner iba a darle a su candidatura presidencial. Escuchó cómo la vicepresidenta calcinaba en público al Presidente, a la ministra Victoria Tolosa Paz y al canciller Santiago Cafiero, y elogiaba a De Pedro. Massa se fue sin ningún espaldarazo explícito. No fue el mejor debut para su candidatura. Pero el ministro cultiva el arte de la resiliencia.
Después de aeroparque, Massa presentó su candidatura junto a Gustavo Weiss, el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), la entidad que supo tener tres extitulares procesados por las acusaciones que estallaron con los Cuadernos de las Coimas. Eran otras épocas, cuando Massa tenía vínculos con el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, y le interesaban avivar las denuncias que tenían como blanco al kirchnerismo. Weiss colmó al candidato de elogios en honor a los nuevos tiempos.
Los métodos por alcanzar el poder cambiaron. Massa conquistó la candidatura con la estrategia de vencer al kirchnerismo desde sus entrañas en vez de enfrentarlo en elecciones, como había intentado sin éxito en el pasado. “Tengo que elegir: prestigio o poder”, le respondió a un colaborador cuando explicó su regreso al kirchnerismo. La debacle económica fue su aliada para ascender mientras se desmoronaba la imagen de Alberto Fernández, pero también es su flanco vulnerable. Todavía es el ministro de la inflación récord. La alianza con Máximo Kirchner lo blinda ante el kirchnerismo y le permitió mutar de promotor del acuerdo con el FMI dentro del Gobierno a candidato de La Cámpora. El miércoles logró incluso el apoyo de su viejo compañero de rutas, Amado Boudou, la otra cabeza del duo de jóvenes que sedujo a Néstor Kirchner desde el Anses en los albores del proyecto.“Formamos parte de un todo para ganar”, dijo Boudou, en una entrevista radial. Los caminos vuelven a cruzarse.
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