El soplo de la poesía en una colección federal
EL Aura, dirigida por los escritores Eduardo Álvarez Tuñón y Mario Sampaolesi, reúne títulos de autores argentinos y extranjeros
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“El mundo es un pensamiento / realizado de la luz. / Un pensamiento dichoso”, conjeturó el escritor Juan L. Ortiz en uno de sus poemas. En homenaje al poeta entrerriano, autor de En el aura del sauce, la colección de poesía de Libros del Zorzal, dirigida por los escritores Eduardo Álvarez Tuñón (Buenos Aires, 1957) y Mario Sampaolesi (Buenos Aires, 1955), lleva por nombre El Aura. A lo largo de más de diez años, se publicaron libros de autores como Santiago Sylvester y Rafael Felipe Oteriño (con sus recomendables antologías personales), Ana Arzoumanian (Del vodka hecho con moras, que se puede leer como una profecía ambientada en zonas de conflictos bélicos y desplazamientos forzados), Miguel Espejo (dos del autor jujeño: Celebración del origen y Antes que los labios), Horacio Salas, Bea Lunazzi, Liliana Estévez y el español Miguel Rollón, entre otros. Para asegurar la distribución en librerías, las tiradas son de 1500 ejemplares; el precio de los libros no supera los $ 20.000.
“El Aura nace en 2012 por iniciativa de Leopoldo Kulesz, de Libros del Zorzal, quien asume el riesgo de editar poesía y darles a los poetas su lugar, para que publiquen su obra sin tener que financiarla ni pagar su edición –dice Álvarez Tuñón–. Yo había publicado ya una novela con él y en ese momento asumimos con Mario Sampaolesi, con quien me une amistad y admiración poética, el desafío de llevar a cabo el proyecto”. Los directores de la colección forman parte de la misma generación. “Compartimos los mismos fervores, nos respetamos y conversamos todas las propuestas”, agrega.
“Con Álvarez Tuñón nos une una gran amistad y, al mismo tiempo, criterios estéticos comunes –afirma Sampaolesi, que fue director de la revista de poesía Barataria–. Condiciones indispensables para plantear y desarrollar vitales debates sobre las obras puestas a nuestra consideración. Todo este trabajo, fascinante desde ya, significa una gran responsabilidad. De allí que los intercambios sobre los textos se vuelven apasionados y enriquecedores. Sin proponérnoslo, ejercitamos la crítica. Y la escucha”.
Los criterios de la colección son amplios. “Respetamos todas las corrientes y todas las estéticas y eso se nota en los títulos que hemos publicado a lo largo de estos años –señala Álvarez Tuñón–. No nos creemos dueños de la verdad poética, ni somos dogmáticos”. Es, por otro lado, una biblioteca federal: ambos autores están convencidos de que en el país se escribe “altísima poesía”, como remarca Sampaolesi, que acaba de presentar Después de Reikjavik. “Desde el inicio nos planteamos que la colección se revelaría a partir de un espacio de excelencia. Así, tanto las formas estéticas tradicionales como las vanguardistas se encuentran representadas. Nosotros proponemos un canon propio”, destaca. También se incluyen clásicos de la poesía universal, como El cementerio marino, de Paul Valéry (con traducción de Sampaolesi).
“Es posible que en estos tiempos, a la poesía no se le dé la relevancia que merece en el arte, en su acepción más amplia”, reflexiona Álvarez Tuñón, que en El Aura publicó La ficción de los días. Este año, algunos de los poetas de la colección participaron del ciclo homónimo de lecturas en la Academia Argentina de Letras, que Álvarez Tuñón integra desde 2022. El ciclo continuará en 2025.
“La poesía no convoca, provoca –dice Sampaolesi–. Y tanto que ya casi ningún suplemento literario publica poesía. No obstante, a pesar de ello los autores de nuestra colección están presentes en las principales librerías del país. Apropiándome de una ley económica, diría que instalamos la oferta para generar la demanda”.
Para seguir tentando esa demanda poética, en El Aura saldrá el año próximo una antología personal del poeta argentino residente en España Jonio González. También se publicarán poemarios de Mariana Jaccazio, Vivian Lofiego y Samuel Bossini, y otro clásico francés, Un golpe de dados, de Stéphane Mallarmé. La poesía, como el azar, alumbra pensamientos nuevos.