El legado de Lacalle Pou, una apuesta al futuro
PUNTA DEL ESTE
Al presidente Luis Lacalle Pou le quedan unos 850 días para concluir su mandato. Después de haber liderado mejor que ningún otro jefe de Estado latinoamericano la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, acaba de presentar una ambiciosa estrategia de innovación científico-tecnológica que puede transformar radicalmente el perfil productivo del Uruguay. No sería cambiar de rubros, sino agregarles muchísimo más valor económico. Es lo que anunció recientemente ante 1400 empresarios, emprendedores e inversores de 40 países que se dieron cita en Punta del Este, durante la conferencia Test & Invest, organizada por el BID y el Ministerio de Industria.
“Por su estabilidad económica, solidez institucional, por sus leyes de largo plazo y respeto por los contratos, Uruguay es un terreno fértil para emprendimientos globales”, dijo el presidente en su discurso de apertura. “Me quedan 851 días de gobierno, dentro de tres años habrá otro presidente y, más allá de su partido o ideología, ustedes pueden estar seguros de que tendrán las mismas garantías”.
"El programa anunciado por Lacalle Pou recoge lo realizado por sus predecesores y desafía a su país a convertirse en un jugador de talla global"
En un mundo sacudido por una fuerte polarización política y social, en medio de una vertiginosa Cuarta Revolución Industrial que está obligando a todas las industrias y sectores a evolucionar velozmente para no perecer, el presidente señaló: “Hoy no sabemos lo que vamos a tener que saber en tres años. Pero en Uruguay ustedes pueden soñar y arriesgar a largo plazo, anclando sus proyectos en tierra firme”.
Acto seguido expuso una visión estratégica que puede ser su gran legado para el futuro del país: “La vocación de mi gobierno es convertir a Uruguay en un hub de innovación tecnológica regional e internacional. El mundo se achicó. Ya no importa donde uno vive y trabaja. La globalización y la tecnología han convertido al mundo en un pañuelo. El concepto TestUruguay que impulsamos significa hacer de nuestro país un polo de innovación donde empresas y emprendedores uruguayos y de otros países puedan probar sus ideas y hacer prototipos antes de lanzarlos al mundo, en un ambiente seguro, apalancados en nuestra experiencia, infraestructura y talento humano”.
El ministro Omar Paganini presentó el plan elaborado durante meses por los ministerios de Industria y Economía, con el apoyo de Uruguay XXI y el BID. Se creará un moderno Campus de Innovación en el predio del LATU (Laboratorios Tecnológicos de Uruguay) en Carrasco, que ya aloja no solo a instituciones e incubadoras estatales sino también cámaras y empresas de tecnología privadas, la ANNI (Agencia Nacional de Investigación e Innovación) y ONG como Endeavor. La nueva fase apunta a que en el Campus de Innovación interactúen start-ups locales y extranjeras; aceleradoras de otros países que contribuyan a escalar e internacionalizar las iniciativas, fondos de capital de riesgo público-privados que financiarán los proyectos, y laboratorios de innovación abierta como los que ya instalaron Microsoft, Newlab, UTE y Antel (este último permite hacer pruebas con 5G). Habrá un espacio especial para científicos que quieran incubar empresas de biotecnología en base a sus hallazgos en salud humana, ambiental y animal.
La ministra de Economía Azucena Arbeleche explicó que Uruguay aspira a alcanzar la neutralidad en emisiones de CO2 en 2050. El país acaba de emitir un bono verde atado al cumplimiento de estrictas metas ambientales. El gobierno trazó una hoja de ruta para desarrollar el hidrógeno verde y descarbonizar la producción industrial y el transporte.
La especialista argentina Carolina Gutierrez, funcionaria del Ministerio de Industria, diseñó la estrategia de innovación. Como directora ejecutiva del programa deberá coordinar una implementación que involucrará a varios ministerios a la vez, bajo el paraguas de la ANII. “Lo primero que hicimos fue analizar en qué áreas de innovación Uruguay tiene ventajas competitivas y decidimos enfocarnos en tecnologías digitales, sustentabilidad o green tech y biotecnología. La idea es ir un paso más allá, ser un jugador regional y global. Vamos a estructurar un fondo de fondos público-privado con una tesis de inversión muy clara”.
¿Por qué es importante el programa? Porque no hay ningún país desarrollado que no sea protagonista de la llamada economía del conocimiento. Uruguay puede aspirar a serlo. Seguir los pasos de Irlanda, Israel, Corea del Sur, Estonia, Islandia, Singapur, Finlandia y tantos países que eran mucho más pobres hace medio siglo. ¿De qué otra forma podría Uruguay solucionar la pobreza infantil que hipoteca su futuro y ronda el 20% (el doble de la tasa general) si no es produciendo más y mejores bienes y servicios? ¿Y cómo podrá evitar que los jóvenes mejor formados emigren por falta de oportunidades atractivas en la “guerra” por el talento profesional que se ha desatado en el mundo?
En el mundo todos los sectores están enfrentando cambios “disruptivos”. El campo se concibe como una gran fábrica verde capaz de generar no solo alimentos sino también energías renovables; enzimas, fertilizantes y pesticidas ecológicos; nuevos materiales que sustituyan al hierro, el acero y el cemento; fármacos derivados de plantas medicinales, y proteínas vegetales que reemplacen a la carne animal. Mediante la biotecnología, la pequeña Holanda es la segunda potencia exportadora de productos agrícolas. Industrias como la automotriz y la financiera corren detrás de start-ups y compañías digitales que ofrecen soluciones sustentables y accesibles. Los servicios tampoco tienen fronteras, como lo demuestran los tres unicornios uruguayos: PedidosYa (plataforma n° 1 de gastronomía y envíos regional), dLocal (tecnología para pagos electrónicos global) y Nowports (agente de cargas digital líder en la región).
Ningún país de la región ha puesto la innovación científico-tecnológica como motor de su transformación productiva. Por eso se agranda la brecha entre el mundo desarrollado y nosotros. Uruguay puede ser el primer pequeño gigante que se suba al tren bala de las sociedades prósperas. Tiene una trayectoria de logros detrás suyo: 98% de su electricidad es de fuentes renovables; tendido de fibra en todo el país; líder regional en gobierno electrónico; pionero en tecnología educativa con el Plan Ceibal. Sus científicos demostraron que pueden dar soluciones rápidas y eficaces ante emergencias como la del coronavirus, obtuvieron los menores índices de mortalidad de la región y reconocimiento internacional.
El programa anunciado por Lacalle Pou recoge lo realizado por sus predecesores y desafía a su país a convertirse en un jugador de talla global. Si lo fue hasta 1950, cuando ocupaba el 23° puesto en el ranking de ingresos por habitante internacional (la Argentina, el 16°), ¿por qué no podría dejar de ser un país “en vías de” para convertirse en veinte años en una nación desarrollada? Emprender ese camino puede ser un gran legado y un ejemplo para la región.