El derecho a un lenguaje claro y accesible
Se publicó la “Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible”, obra conjunta de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española
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Ante la “sima” abierta en la comunicación pública por el desarrollo de la informática y sus aplicaciones en diversos ámbitos, la Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible (Espasa) de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) impulsa la claridad allí donde el mal uso del lenguaje se puede convertir en una barrera, en especial para los sectores más vulnerables. El manual estuvo a cargo del académico español Salvador Gutiérrez Ordóñez y cuesta $ 29.900.
Sin embargo, el lenguaje “confuso e inaccesible” no es atributo exclusivo de la brecha digital. “La situación se ha prolongado hasta la actualidad: el lenguaje de los poderes públicos resulta oscuro, incomprensible. Por eso, frente a la opacidad de disposiciones que afectan a la ciudadanía en todos los ámbitos de su vida, ha cristalizado un movimiento internacional que, bajo la enseña ‘lenguaje claro’, reivindica un nuevo derecho: el derecho a comprender”, se lee en la introducción. Las propuestas de claridad de la Guía están destinadas al kafkiano ámbito judicial, a la administración pública (que “utiliza una jerga propia e impositiva, como quien habla, interpreta y decide desde el poder”), las grandes empresas (“el laberíntico recibo de la luz o la llamada letra pequeña y otras sutiles trampas de los contratos violan el principio de claridad”) y el lenguaje médico.
“Contra la máxima de claridad atenta también, por otros procedimientos, el lenguaje vacuo de los políticos y de algunos otros sectores”, se observa, antes de resaltar la importancia de la buena formación lingüística de los comunicadores. Basta intentar descifrar las resoluciones del Boletín Oficial o las declaraciones de ministros para captar la importancia del derecho a comprender.
El lenguaje claro y accesible se vincula con la democracia. “Las personas tienen derecho a comprender las disposiciones legales y administrativas que regulan su vida personal y social –postula la Guía–. […] El derecho a comprender posee una sutil conexión con el espíritu democrático”.
Además, la claridad en el lenguaje tiene beneficios personales (ahorra tiempo, dinero y genera tranquilidad, facilita la participación en la gestión pública) e institucionales, al asegurar mayor eficiencia y funcionalidad en la gestión, evitar conflictos y favorecer la inclusión social y la igualdad de los grupos desfavorecidos.
“La Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible es una obra muy valiosa para todos los que deseamos hablar y escribir a fin de que nos entiendan, sin tropiezos léxicos o sintácticos, sin dudas que entorpezcan nuestros trabajos –afirma la presidenta de la Academia Argentina de Letras, la lingüista Alicia María Zorrilla–. Leemos en el ‘Prólogo’: ‘La Real Academia Española y las academias de la Asale velan por la corrección y la capacidad expresiva del español. Persiguen una lengua transparente en sus descripciones gramaticales, rica en recursos léxicos, segura en su ortografía y dotada de las pautas discursivas de claridad forjadas por nuestros grandes escritores. Una lengua que posibilite el éxito comunicativo en todos los ámbitos”.
Para Zorrilla, “comunicarse bien con otros implica un acto de generosidad y de respeto, pues, si nos atenemos a su etimología, ‘comunicar’ denota ‘compartir, hacer participar a otros de nuestro mensaje’”. Y agrega: “Las palabras deben unirnos en la comprensión y en el orden, pero, a veces, nos separan por el uso de oraciones extensas con subordinaciones intrincadas que nos hacen perder el significado que trataron vanamente de expresar; anacolutos que fracturan la estructura oracional; gerundios malheridos por la ignorancia; puntuación anárquica; verbos mal correlacionados; repeticiones innecesarias; palabras deformadas; yerros ortográficos, etcétera. Esta obra nos enseña que, en todos los tiempos, existió esa búsqueda de luz en el enlace de las palabras, y que la escritura, regida por normas ortográficas, gráficas, morfosintácticas y léxico-semánticas, debe ser un ejercicio de perseverancia y de voluntad. Nos ofrece, pues, los conocimientos fundamentales para que, entre todos nuestros derechos, también exista el de compartir con dignidad la vida de las palabras”.
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