El curioso derrotero de la obra perdida de Luis Benedit, ahora en exhibición
Se exponen en Nueva York trabajos que el artista creó en los años 60, luego conservados por un mecenas suizo
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Mientras me distraía postergando la escritura de esta nota, me detuve en un artículo de The New York Times en el que hacían una comparación entre sesenta y seis cepillos de dientes eléctricos. Me llamó la atención porque el hombre que en los años 60 generó la colección de obras de Luis Fernando Benedit (1937-2011) que en estos meses se exhibe en el Institute for the Studies of Latin-American Art (Islaa), en Tribeca, Nueva York, fue Philippe Woog, inventor suizo del cepillo de dientes eléctrico.
Este es el relato de cómo un inventor de un producto de higiene bucal se convirtió en el ferviente patrocinador de varios artistas plásticos de los años 60, y en particular de la obra que Luis Benedit produjo durante los años en que vivió en Europa, y de cómo esa colección llegó a manos de Ariel Aisiks, que la adquirió para el acervo de Islaa. También es el relato de cómo la investigación para un libro sobre ciertos aspectos de la obra de Benedit, que emprendí en 2011, después de su muerte, se entrelaza con este coleccionista suizo.

Para ese entonces, la figura de Woog había adquirido una categoría mítica, porque la mayor parte de la obra de Benedit de aquellos años europeos era casi desconocida en Buenos Aires. La voluntad de apostar por un joven artista en sus comienzos fue muy propia de aquella época dorada de los sesenta, cuando había mecenas, ricos y no tan ricos, que estaban dispuestos a patrocinar la labor de artistas con moderados sueldos mensuales. Como sucedió en el campo de la literatura a partir de los años 70, en que los agentes literarios solventaban la producción de algunos de los escritores que representaban para que pudieran dedicarse full-time al oficio.
Probablemente la amistad de Woog con un galerista de París, Paul Haim, fue lo que provocó el viaje del suizo a América del Sur. Haim había instalado su primera galería en Rio de Janeiro en 1943, para difundir las vanguardias europeas en Brasil, pero en la posguerra volvió a París y en 1957 fundó la galería Europe. Allí expuso a Klee, Kandinsky, Picasso, Brancusi, Wols, Fautrier y Klein. Y en octubre de 1965 inauguró la primera muestra europea de Benedit.
Woog llegó en 1963 a Buenos Aires y se instaló en el Alvear Palace Hotel. Visitó la galería Lirolay, en la calle Esmeralda 868, conoció a Mario Fano y compró varias obras de Benedit, quien había hecho allí su primera muestra individual en 1961, y también de otros artistas.
Woog estableció una relación con la galería, y a principios de 1965 solicitó un encuentro con Benedit, que vivía en Madrid, con la intención de comprarle más obra. Para esa época, el trabajo del artista argentino, que tenía como referencia el art brut, había adquirido un lenguaje derivado del comic y la gráfica infantil, y generaba un enfoque narrativo de la imagen.
Una suerte de beca
El mecenas suizo viajó a Madrid y le ofreció al artista un contrato por el cual tenía prioridad de compra sobre todos los cuadros que Benedit produjera, y además, asumió el compromiso de organizar muestras en Europa. Benedit entonces tenía 26 años, estaba recién casado, y Juana, su primera hija, había nacido en septiembre de 1964. Trabajaba como arquitecto en el estudio de unos primos y en una Olivetti Lettera 22 contestó en francés la propuesta del suizo. A partir de ese momento se abocó a esta nueva situación, pues a fines de 1965 se vencía el acuerdo con Lirolay y Benedit pudo emprender este proyecto.
Lirolay fue un hito notable en los efervescentes años 60 de Buenos Aires. Fundada por Mario y Paulette Fano, su directora inicial fue la pintora y crítica francesa Germaine Derbecq, que estimuló a los jóvenes talentos que empezaban a hacer sus primeras exposiciones individuales.
En la Facultad de Arquitectura de la UBA, Benedit se hizo amigo de Nicolás García Uriburu, con quien viajó a Chile y a Perú en enero de 1961 y quien lo estimuló a hacer su primera muestra individual en Lirolay. El mundo del arte era muy pequeño, todos se conocían. Germaine Derbecq estaba casada con el escultor Curatella Manes, que, como Basaldúa, Butler y Spilimbergo, entre otros, era del grupo del que formaba parte el arquitecto Alberto Prebisch, futuro suegro de Benedit y cuya obra principal fue el Obelisco de la ciudad de Buenos Aires.
Cuando Benedit se instaló en Roma, en el Aventino, una de las míticas colinas de la antigua ciudad, la relación y el contrato con Woog siguió vigente. A diferencia de Madrid, donde sus primos le habían ofrecido trabajo en su estudio de arquitectura, en Roma era difícil conseguir alguna tarea remunerada y la beca que recibía era exigua. Como le escribe Benedit a Woog el 21 de septiembre de 1967 desde Roma, después de haber recibido un cheque por 300 dólares: “Para mí es una tranquilidad recibir una suma fija por mes”.
Como parte de la investigación para el libro sobre Benedit, me pareció interesante ponerme en contacto con el doctor Woog y al cabo de un par de mensajes me invitó a visitarlo en Ginebra. Woog había vendido la patente de su invento y con sus regalías pudo entretenerse con su pasión por el coleccionismo de arte. Otro artista con quien colaboró y de quien conservó obras fue el performer y activista verde alemán Joseph Beuys. También adquirió gran cantidad de arte africano.
A orillas del lago Leman
Cuando visité su casa, que al final de un magnífico parque poblado de esculturas contemporáneas llegaba a la orilla del lago Leman, tuve la impresión de que el tiempo se había detenido en los años 60. La decoración, los muebles, algunos de plástico y de colores estridentes, los cuadros colgados y apoyados en el piso; los objetos abrumaban los estantes y las vitrinas. Las paredes laqueadas, los pisos alfombrados con moquette de lado a lado. En un galpón al lado del garage donde todavía tenía varios autos clásicos, como una Ferrari, un Facel Vega y un Alfa Romeo spider de los años 30, estaban alojadas las telas de Benedit tan poco conocidas hasta ahora.
La recuperación de las obras que estaban en aquel galpón es parte del trabajo sistemático que Ariel Aisiks ha estado desarrollando con la intención de ampliar el acervo de arte latinoamericano en los Estados Unidos. Si bien no era un misterio la ubicación y quien era el propietario de la colección, nadie había conseguido comprarla. Como en otros casos, durante años Aisiks escribió cartas, hizo llamadas telefónicas, sin éxito. Cuando Woog murió, su hijo mayor y heredero aceptó su oferta.
Con similar propósito Aisiks ha contactado a Inés “Pati” Blumencweig (1930), para preservar sus archivos y su obra, como así también la de su marido, Mario Pucciarelli (1928-2014), con quien vivió en Roma desde 1961 hasta su muerte.
Asimismo, para recuperar otro archivo, Aisiks ha estado en contacto con la viuda de Kasuya Sakai (1927-2001), otro gran informalista argentino, que vivió en México, donde colaboró como director artístico de Plural, la revista de Octavio Paz, y murió en Dallas, Texas.
También cabe mencionar la colección de Miklos “Miki” von Bartha, marchand y coleccionista suizo. Tras un encuentro en Estocolmo en 1986 a través de Gyula Kosice, Bartha descubre el arte concreto argentino y el Arte Madí. Durante tres viajes que hace a la Argentina, compra varias obras que luego muestra en Basilea. Ahora gran parte de esa colección adquirida por Aisiks será conservada en el Institute for the Studies of Latin-American Art.
La colección de obras de Benedit recuperadas se exponen en Islaa hasta el 5 de abril. En ellas se puede apreciar el trabajo temprano de este artista argentino realizado en Madrid y Roma a mediados de los años 60. Hacia finales de esa década, su formación en arquitectura y su interés por la biología intervinieron en su práctica artística. Así, Benedit inició el armado de entornos inmersivos y laberintos que incluían organismos vivos; fue un desafío a las formas de arte tradicionales y una reflexión sobre la compleja interacción entre arte y vida, línea que el artista continuó en la Bienal de Venecia de 1970 y en una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 1972.
Traductor y escritor
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