El aliento poético de Pavese y de Pasolini llega hasta nuestros días
Se publican con traducción local los poemas inéditos del autor de “El hermoso verano”; también, el último poemario del cineasta
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Dos libros con poemas inéditos de Cesare Pavese (1908-1950) y Pier Paolo Pasolini (1922-1975), que por momentos comparten el universo perfumado de la vida campesina, las promesas de la infancia y las lecciones acres de la madurez, fueron traducidos por dos poetas argentinos: Jorge Aulicino y Guillermo Piro. Tanto Pavese como Pasolini fueron intelectuales de izquierda comprometidos con la causa antifascista.
En la edición bilingüe de Poemas inéditos (Barnacle) se incluyen los poemas compilados y publicados por Italo Calvino doce años después del suicidio de Pavese en el hotel Roma de Turín, en 1950. Calvino sucedió a Pavese en la editorial creada por Giulio Einaudi y Leone Ginzburg, el marido de la escritora Natalia Ginzburg, asesinado por los nazis en 1944. La pérdida de este amigo ensombrecería aún más el ánimo de Pavese.
“Son poemas que Pavese descartó; todos tienen la métrica y el estilo narrativo de Trabajar cansa, que en realidad fue el único libro de poesía que publicó en su vida –dice Aulicino sobre Poemas inéditos–. También los poemas de Vendrá la muerte y tendrá tus ojos eran inéditos y los publicó Calvino. Los originales de estos estaban juntos, como si Pavese hubiese estado pensando en armar un libro con ellos. Los que se publicaron luego eran notoriamente un descarte de Trabajar cansa. Creo que Calvino hizo bien en publicarlos. Respiran el mismo aire y algunos son aún más dramáticos. El sexo y la vejez aparecen con frecuencia”. La voz de Poemas inéditos abarca etapas del ciclo vital (a veces en un mismo poema) y el paso del tiempo da a luz una fuerza singular que convierte la experiencia cotidiana en una fuente de revelaciones. “Pero una mirada sobre el mundo la tiene cualquiera / y a la mañana cada cosa se despierta. Envejeciendo, / todavía es un placer sorprender el alba / y descender la calle entre la muchedumbre viva”, concluye “La paz que reina”.
“Leo a Pavese desde que tengo uso de razón, porque tenía la edición de Trabajar cansa hecha por Rodolfo Alonso, de la editorial Lautaro –cuenta Aulicino–. Me produjo el mismo impacto que causó en la generación precedente. Juan José Saer, Ricardo Piglia, Hugo Gola sintieron el sabor de ese mundo, entre la poesía y lo convencionalmente llamado prosa. Por otra parte, ponía en relación el realismo con lo mítico. Pavese abrió un camino que la poesía tradicional repudió. Estaba convencido de que la poesía es un ‘arte de narrar’, tal como Saer tituló su libro de poemas. El tradicionalismo llama a ese camino ‘prosa cortada’. No puedo menos que imaginar una carcajada en su rostro duro: sí, habría dicho Pavese, de eso se trata: prosa cortada. En el corte es donde respira el mundo del mito vivo, la visión mítica de la tierra y la ciudad, que él intentó recrear”.
La nueva juventud (Interzona) es el último libro de Pasolini. Publicado en 1975, el año de su asesinato (enigma policial nunca totalmente resuelto), reúne las poesías friulianas de La mejor juventud (1941-1953) y Segunda forma de “La mejor juventud”, de 1974, donde el poeta vuelve sobre los primeros poemas con una mirada nostálgica y desesperada. La edición también incluye Sombrío entusiasmo, donde Pasolini arremete contra los intelectuales progresistas y comunistas (“No saben ver / la transformación / de los obreros, porque / no tienen ningún interés en los obreros”), y se refiere a sí mismo en tercera persona: “Habla, aquí, un miserable e impotente Sócrates / que sabe pensar pero no filosofar”.
“No creo que el segundo libro de La mejor juventud sea una crítica del primero, sino más bien una actualización –dice Piro–. Un poema puede desactualizarse de un día para otro, imaginemos un poema escrito tres décadas atrás. Tal vez fue el modo que Pasolini encontró para entusiasmarse nuevamente con la edición de aquellos poemas juveniles: actualizarlos. Y eso hizo. Tal vez poéticamente el cambio no sea tan patente como ideológicamente, que es la perspectiva donde encuentra el motor para ponerse manos a la obra y releer y traducir al italiano sus poemas juveniles escritos en dialecto friulano. Poemas bucólicos, donde anidan los colibríes, vuelan las golondrinas y desfilan bellos muchachos, en medio de los trabajos del campo y frente a un porvenir poco alentador. Treinta años después, el porvenir sigue siendo poco alentador, y eso requiere ciertos retoques y tomas de posición. Pasolini odiaba el fascismo y luchaba cada día contra él”. La poesía fue uno de los lugares privilegiados de ese combate.ß