Documentos inéditos. La Iglesia católica y la violencia en la Argentina, contada según sus archivos
Uno de los directores de La verdad los hará libres, monumental obra sobre la actuación de la Iglesia entre 1966 y 1983, de la que acaba de publicarse el primer tomo, explica los desafíos y aportes de la investigación
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Este mes se publicó el primer tomo de una obra realizada por la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina. La obra se titula La verdad los hará libres (Planeta). El primer volumen se subtitula La Iglesia Católica en la espiral de la violencia en la Argentina 1966-1983. Es fruto de cinco años de trabajo colectivo. Como decano de la institución y miembro de la comisión directiva que hizo la investigación, fui invitado a contar aquí lo más significativo de ella.
Reinhard Koselleck, historiador de las ideas, y Paul Ricoeur, filósofo que asoció fenomenología y hermenéutica, mostraron que la historia es espacio de experiencia, ámbito de iniciativa, horizonte de espera. Los acontecimientos son difíciles de conocer cuando suceden. Eso les pasó a muchos argentinos desde 1976. No a todos. Otros, por la cercanía con víctimas o hechos, sabíamos lo que ocurría. Esta obra procura articular las variaciones de la memoria y los datos de la historia en un relato interpretativo. La ciencia histórica es documentación y narración, reflexión y juicio. El saber no se alcanza solo por la experiencia; requiere ser comprendido, juzgado y representado para sí y para otros.
En la segunda mitad del siglo XX, la Argentina sufrió conflictos y violencias que causaron mucho terror, muerte y dolor. Entre ellas las injusticias estructurales, el odio a los adversarios, la persecución y la proscripción, los golpes de Estado que subvirtieron el orden constitucional, los movimientos guerrilleros, la violencia política de izquierda y derecha, las bandas paraestatales, el terrorismo de Estado, con todas sus víctimas. No hablamos de uno, dos o tres demonios, sino de una espiral demoníaca que tuvo un punto culminante en las violaciones sistemáticas y clandestinas a los derechos humanos producidas por el gobierno de las fuerzas armadas desde 1976, en particular el secuestro, la tortura y la desaparición de personas, con la terrible realidad de los “desaparecidos”.
La verdad los hará libres versa sobre la actuación de la Iglesia católica en aquel período. Es un tema dificilísimo, pero había que abordarlo, como lo hicieron, parcialmente, estudios de otros autores. Asumimos una investigación necesaria y pendiente. Al presentarla decimos que constituye una novedad en la historiografía argentina y eclesial. No hay una investigación tan vasta que tome como fuente principal muchos archivos de la Iglesia, junto con una buena parte de la bibliografía y muchos testimonios.
Las víctimas y la verdad
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) ha reflexionado muchas veces sobre lo sucedido en nuestra patria. Reconoció que no estuvo a la altura de los acontecimientos ni hizo lo suficiente para limitar la espiral de la violencia y el accionar terrorista del Estado. Esto no suprime las acciones emprendidas de forma individual y grupal, ni lo denunciado en documentos colectivos ya desde 1976 y, sobre todo, en el documento “Iglesia y Comunidad Nacional” de 1981, en el cual hizo una opción por la democracia. Mientras cumplimos cuarenta años de democracia, cito dos ejemplos. Antes de las elecciones de 1983, el estudio “Dios, el hombre y la conciencia” hizo una revisión de la actuación pastoral ante los crímenes contra la dignidad humana, profundizada en pronunciamientos hechos luego en 1984, 1996, 2000, 2005.
En 2000 los obispos pronunciaron en Córdoba la oración “Confesión de las culpas, arrepentimiento y pedido de perdón de la Iglesia en la Argentina”, que incluía las faltas contra los derechos humanos. Elevaron a Dios una súplica en primera persona plural: “Padre… te pedimos perdón por los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de tus hijos en tanto desencuentro político, en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras, y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país”. No obstante, esta confesión no tuvo el tono ni la resonancia para gravitar entre las urgencias argentinas.
Los sucesivos presidentes del Episcopado fueron ordenando el material conservado en el archivo 76-83, hoy llamado “fondo DDHH”. En tiempos de monseñor J. Arancedo se decidió poner a disposición la documentación para víctimas y familiares; y promover un estudio sobre la Iglesia en ese período. En 2012 la Conferencia Episcopal publicó la Carta “La fe en Jesucristo nos mueve a la verdad, la justicia y la paz”. Afirmó: “Nos sentimos comprometidos a promover un estudio más completo de esos acontecimientos, a fin de seguir buscando la verdad, en la certeza de que ella nos hará libres” (cf. Jn 8,32).
En 2013, el papa Francisco dio instrucciones para digitalizar los archivos. En 2016 se dio a conocer a la prensa, en Roma y Buenos Aires, el inicio del “Protocolo para la Consulta del material archivístico relativo a los acontecimientos argentinos (1976-1983)” para informar a quien corresponda.
En diciembre de 2017 el nuevo presidente de la CEA, monseñor O. Ojea, me pidió formalmente, como decano de la Facultad de Teología, emprender la segunda tarea: hacer una investigación que ayude a reconstruir una memoria histórica para contribuir a la verdad. El Episcopado puso su confianza en la seriedad académica de esta Facultad, creada en 1915, integrada progresivamente en la UCA a partir de 1960, y reconocida por el nivel de sus profesores, investigaciones y publicaciones. Desde los años sesenta nuestra institución privilegió el estudio de la historia de la Iglesia latinoamericana y argentina. Lo hace en cursos, tesis, jornadas, investigaciones, libros, artículos en la revista Teología.
Luego de un discernimiento colegiado respondí positivamente. En mayo de 2018 formé la Comisión Directiva. En ella, junto con los otros tres directores de la obra – Juan G. Durán, Luis Liberti, Federico Tavelli–, participaron el vicedecano G. Söding, y monseñor J. Casaretto como vínculo con la Comisión Ejecutiva de la CEA. La Facultad asumió la responsabilidad de la investigación y la publicación.
Para los primeros tomos convocamos a más de veinte investigadores que, además de su interés por el tema, reunieran dos requisitos: emplear el método histórico en sus trabajos y tener estudios en teología. Para el momento hermenéutico, que se publicará en el tomo tercero, invitamos a personalidades académicas argentinas y extranjeras. Se trabajó de forma comunitaria porque no quisimos sumar textos aislados. En el momento narrativo hicimos un seminario virtual durante 2020, en plena pandemia. El momento interpretativo sigue un camino similar a partir de la lectura de tomos anteriores.
La documentación inédita
Intentamos escuchar la voz de los archivos prestando una atención crítica a fuentes inéditas y editadas. El Vaticano acostumbra a abrir sus archivos muchas décadas después de los hechos. Un valor único de este trabajo está en estudiar, por primera vez, la documentación inédita de Archivos de la Conferencia Episcopal Argentina y la Secretaría de Estado entre 1976 y 1983. Esto se nota, sobre todo, en el tomo segundo. Para el primero se investigó en archivos eclesiásticos de diócesis y congregaciones masculinas y femeninas, en otros de algunos organismos en favor de los derechos humanos, en otros de instituciones nacionales y provinciales. Esto influye en la forma de estudiar los temas. Por ejemplo, al hablar del padre Mugica, asesinado en 1974, se cita solo la bibliografía existente; al tratar la desaparición y liberación de los jesuitas Jalics y Yorio, en 1976, se emplea documentación inédita. Reconstrucciones similares se hacen en torno a monseñor Angelelli, los palotinos, las monjas francesas, hechos sucedidos en ese año.
También nos propusimos escuchar voces de testigos. Se comparten testimonios y análisis de protagonistas, muchos aportados por otros estudiosos. Hicimos entrevistas únicas, como la de monseñor Hesayne, u otras que están en capítulos sobre presbíteros y consagrados.
Presentamos un trabajo científico con trabajos firmados por sus autores. Ofrecemos una exposición legible para quien se interese por el tema sin ser un especialista en historia ni en teología. Con análisis detallados nos dirigimos a estudiosos de la historia argentina, la vida de la Iglesia, la realidad política y social, las interacciones entre la religión y la sociedad. Esperamos que pueda ser un instrumento crítico útil para profesores de historia en los distintos niveles del sistema educativo.
La Iglesia, en su dimensión histórica, existe en el mundo. En nuestro caso se trata de la sociedad argentina. Una visión histórica y teológica comprende la relación entre el Pueblo de Dios y los pueblos. Nuestro estudio se concentra en la actuación de los miembros de la Iglesia, pero vuelve una y otra vez la mirada a los acontecimientos cívicos y a otros actores institucionales.
El lapso elegido va desde 1966 hasta 1983 por la mirada simultánea a lo secular y lo eclesial. El punto de llegada es claro. El punto de partida es 1966 porque en ese año se produjo la “Revolución Argentina”, que duró hasta 1973. Podría haber comenzado antes, pero no podemos abarcar toda la historia, lo que solo hacemos en el capítulo sobre la violencia política. Abarcar la etapa de 1966 a 1973 permite observar continuidades y discontinuidades con lo sucedido en el período democrático de 1973 a 1976 y el “Proceso de reorganización nacional”. En 1966 comenzó el proceso de recepción por parte de la Iglesia argentina de las orientaciones renovadoras del Concilio Vaticano II (1962-1965) iniciado por Juan XXIII y completado por Pablo VI. En ese año se firmó el Acuerdo entre la República Argentina y la Santa Sede, que dio un nuevo marco normativo a las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado nacional, comenzando a superar, muy lentamente, la herencia jurídica del Patronato.
El sujeto de estudio es toda la Iglesia católica y, de forma particular, el Episcopado y la Santa Sede. Cabe aclarar que no ingresamos en las acciones y los padecimientos de las iglesias cristianas hermanas. La comunidad eclesial incluye a todos los fieles cristianos a partir de la dignidad común y la igualdad fundamental que provienen del bautismo y la fe. Por eso, en este tomo, consideramos comportamientos de laicos y laicas, consagrados y consagradas, presbíteros y obispos, situados en el contexto del cambio eclesial, el imaginario cultural y la trama política de los años sesenta y setenta. También consideramos la acción de católicos que compartieron con otros argentinos la defensa de los derechos humanos. El tomo dos, que se publicará en marzo, comprende lo vivido en la Conferencia Episcopal Argentina, la Nunciatura Apostólica y la Secretaría de Estado. Seguimos paso a paso la totalidad de los acontecimientos registrados. Sabemos que esto atraerá la atención de un modo especial.
La verdad los hará libres analiza la realidad con el rigor de la ciencia histórica, iluminada por la luz de la fe cristiana. Ofrece una visión de conjunto de procesos sucedidos durante dos décadas. Incluye temas en los que se vinculan diferentes niveles de acción y análisis, de lo religioso a lo político, desde los imaginarios hasta las acciones y padecimientos. Narramos y comprendemos los hechos a partir de las fuentes, sin pretender ser exhaustivos. Procuramos buscar y contar la verdad histórica evitando relatos ideológicos y apologías corporativas. Las dimensiones de la historia vivida nos inspiran una actitud intelectual honesta, humilde y audaz, porque podemos contribuir con esta investigación a llenar vacíos historiográficos y, a la vez, no cerramos ningún capítulo, sino que incentivamos nuevos estudios.
Tres momentos de una obra
En 2018 fijamos el objetivo de este trabajo según la competencia académica de nuestra Facultad. Esta se distingue de la misión pastoral del Episcopado, que incluye su servicio a la paz entre los argentinos. En el Prefacio, la Comisión Ejecutiva de la CEA expresa: “Este trabajo se encuadra en un propósito que es central para nosotros como Conferencia Episcopal: trabajar por el encuentro y la fraternidad del Pueblo Argentino que no se logrará sin conocer la verdad histórica y sin promover la auténtica justicia”. En una sociedad en la cual las instituciones no hicieron ni hacen autocríticas, el Prefacio declara: “Sin la pretensión de juzgar a las personas, lo cual excede nuestra competencia, queremos conocer la verdad histórica y pedir perdón a Dios, a la comunidad argentina y a las víctimas de la violencia, como pastores de nuestra Iglesia peregrina en Argentina”.
La obra se sitúa en el ámbito de la disciplina científica llamada historia de la Iglesia. La hemos estructurado en tres momentos, dedicados, sucesivamente, a los fundamentos del conocimiento de la Iglesia en la historia; al estudio histórico - narrativo de aquel tiempo, y a ensayos de carácter hermenéutico - interdisciplinario. Son fragmentos de una sola obra y despliegan parte de la riqueza del conocimiento acerca de la actuación de la Iglesia – una comunidad sui generis - en nuestra historia.
La obra se sitúa en el ámbito de la disciplina científica llamada historia de la Iglesia. La hemos estructurado en tres momentos, dedicados sucesivamente a los fundamentos del conocimiento de la Iglesia en la historia; al estudio histórico-narrativo de aquel tiempo, y a ensayos de carácter hermenéutico-interdisciplinario. Son fragmentos de una sola obra y despliegan parte de la riqueza del conocimiento acerca de la actuación de la Iglesia – una comunidad sui generis - en nuestra historia.
La introducción general, que desarrollo en los tres primeros capítulos, es un ensayo histórico, filosófico y teológico que piensa la historia y la fe, resume la historiografía acerca de la Iglesia en nuestro país, discierne su estatuto científico como historia y como teología, propone un horizonte superador, explicita categorías que empleamos y expone las ideas de algunos pensadores de aquella época.
El momento narrativo abarca el resto del tomo uno y todo del dos. El primero analiza la recepción del Vaticano II y la acción pastoral en esos años, junto con la experiencia y el pensamiento, la acción y la pasión de los miembros de la Iglesia en la vida laical, consagrada y sacerdotal. Contiene el testimonio de obispos de distintas generaciones, considerados individualmente, y la diversidad de posturas episcopales en aquel tiempo. Ofrece el pensamiento de tres obispos que ensayaron lecturas de la actuación pública de la institución eclesial: los ya fallecidos C. Giaquinta y M. Hesayne, y J. Casaretto. Analiza el compromiso de católicos en varios organismos de derechos humanos, sobre todo el Servicio Paz y Justicia, el Movimiento Ecuménico, la Asamblea Permanente y el Centro Nazaret. Entrega dos glosarios, que son verdaderos diccionarios que sirven para conocer la época y la Iglesia.
El tomo dos se focaliza en la actuación del Episcopado argentino y la Santa Sede frente al terrorismo de Estado y los derechos humanos; se concentra en el lapso de 1976 a 1983, y emplea casi exclusivamente la documentación desclasificada de archivos de la Iglesia. Esto trae muchísimas novedades, como las cartas entre los presidentes del episcopado y del país; todas las reuniones de la comisión de enlace de la CEA con los secretarios de las fuerzas armadas; la compilación de las listas de víctimas por las que se pidió información a la Iglesia. Parte de la documentación consignada fue transmitida a la CEA que, a la vez, se la entregó a la Justicia. Además, hay que tener en cuenta que, junto con los acontecimientos locales, hubo conflictos internacionales por el reclamo de varios países acerca de los desaparecidos; el diferendo por el canal de Beagle agudizado por las dictaduras militaristas de Argentina y Chile; el inicio de la mediación papal; la guerra entre la Argentina y Gran Bretaña por las Islas Malvinas, en cuyo marco se dio la visita de san Juan Pablo II en 1982.
Nuestro tema se sitúa en el cruce entre la historia, la sociología, la ciencia política, la filosofía y la teología. La comprensión de los hechos se enriquece cuando se los lee desde varias perspectivas, con una racionalidad plural. La luz de la fe cristiana, que se hace teología, no debilita, sino que respeta y potencia la agudeza crítica de la racionalidad histórica. El tercer tomo contiene estudios y ensayos que ofrecen lecturas historiográficas, sociológicas, psicológicas, jurídicas, filosóficas y teológicas.
En la tragedia de los desaparecidos emergen cuestiones existenciales, metafísicas y religiosas: el ser y la nada, la vida y la muerte. En 1979, después de las fuertes palabras de Juan Pablo II, José Ignacio López preguntó al entonces presidente Jorge Videla si había respondido al Papa. Videla eludió la cuestión y dijo: “… mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido”. La máxima autoridad de la República expresó que un desaparecido no tenía entidad (ser) y no estaba (estar). Lo ubicó entre el ser y la nada. Da qué pensar si al sepultarlo como un NN no se quiso dejar restos para reconstruir la barbarie ni facilitar la memoria. En el tomo tres planteamos la cuestión del duelo sin cuerpo, un drama sufrido por tantas familias que no encontraron a sus seres queridos.
Este servicio a la verdad histórica puede contribuir a liberar el pasado para mejorar el presente y el futuro de la Iglesia y nuestra patria. En su encíclica sobre la fraternidad, Francisco dice que construir la paz “es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza” (Fratelli tutti, 226).
La palabra historia tiene dos sentidos: el acontecer sobre el que se escribe y la historia escrita. Escribimos esta obra, documentada –el tomo dos tiene más de cuatro mil notas– y reflexionada, con la esperanza de que ayude a conocer lo vivido y cooperar para que en nuestra querida y dolida Argentina crezca el “reino de la verdad y la vida, reino de la libertad y la gracia, reino de la justicia, el amor y la paz”. Desde 2018 rezamos a Nuestra Señora de Luján para que Dios nos conceda humildad, lucidez y valentía en orden a aproximarnos mejor a la verdad sobre la vida de la Iglesia en nuestro país.
El autor es profesor y decano de la Facultad de Teología de la UCA