De Warhol a TikTok: ¿seremos famosos por 15 segundos?
Las distinciones, algo sutiles, entre fama, popularidad o vida pública parecen cruzarse de manera intrincada y cada vez más con las de arte y entretenimiento.
Esas discusiones han salido de una élite de figuras y celebridades para convertirse en asuntos cotidianos de billones personas, en este siglo, a partir de las redes sociales. No solo desde el marketing sino desde la comunicación digital, los usuarios ya son expertos en conceptos como reputación, engagement, seguidores, capacidad de influencia...
La figura de Andy Warhol, recuperada ahora por el estreno de un documental en Netflix basada en sus diarios, parece retener su vigencia en las peripecias alrededor de esa reflexión desde el mundo del arte, pero también por sus intervenciones sobre la cultura popular.
El abarcativo documental contiene la personal y prolífica visión de Warhol: son diarios, es su versión de sí mismo, dictada telefónicamente para hacerse públicos, transcripta mecanográficamente por su asistente y confidente, y reproducida ahora mediante inteligencia artificial con su voz.
Tres siglos de tecnologías de la comunicación: ¿cuán diferentes son esos relatos autobiográficos en los que se basa el documental de los cientos de millones de posteos cotidianos que responden a la pregunta de Facebook “Qué estás pensando”? ¿Y la cantidad de autorretratos que ilustran el documental no merecen llamarse “selfies”?
La ubicuidad del artista, detallaba esta semana The New York Times en un texto titulado “Warholmanía”, al hablar sobre un fenómeno que excede la pantalla chica: se prometen ficciones, muestras, retrospectivas y hasta una subasta de la obra de Warhol sobre Marylin Monroe que puede convertirlo en el artista récord del siglo XX.
"La captura del instante está por detrás de la semántica de TikTok junto a su onomatopeya del incesante paso del tiempo"
La obsesión de Andy Warhol por lo público, la publicidad y la iconografía de los Estados Unidos, en la que marcas de productos de limpieza y grandes estrellas de Hollywood se cruzan en registros espontáneos y recontextualizaciones, se expresa en su obra en registros íntimos que hoy son asuntos de alcance universal.
La captura del instante está por detrás de la semántica de TikTok junto a su onomatopeya del incesante paso del tiempo. La red social más popular del momento, montada sobre la viralidad de sus videos cortos, las coreografías y los bloopers, parece permitir retomar aquella famosa frase adjudicada a Andy Warhol: “Todos podremos ser famosos por quince minutos”.
Traducida a los fugaces tiempos de las micronarrativas se comprime a apenas 15 segundos: esa era la duración original de los clips de esa red de origen y capitales chinos con las que ganan celebridad global ilustres desconocidos con destrezas singulares.
También las Stories de Instagram consagran esa extensión temporal como límite de la unidad narrativa. La red nacida como filtro de fotos y luego comprada por Facebook (ahora Meta) hace tiempo dejó atrás el estilo retro Polaroid para convertirse en un multimedio visual basado en el estilo de vida personal. La autobiografía con habilidades de recorte, montaje, recursos gráficos y fotográficos y edición es la esencia de esa red. Warholiano.
Es más: si el “meme” es el reflejo de la unidad creativa mínima digital, las micronarrativas del yo, obras digitales basadas en la vida personal, de la que los blogs fueron pioneras, hoy se expresan además de en TikTok, Facebook e Instagram en hilos de Twitter o newsletter personalizados.
En sentido inverso van las grandes sagas fílmicas (con el MCU, Universo Cinematográfico de Marvel), algunos podcasts de autor y especialmente los streaming en vivo con duraciones récord medidas en horas insomnes por parte de los entertainers digitales.
Cualquiera que considere una actividad sinsentido a los Twitch de reacciones sobre videojuegos o las eternas e insomnes sesiones nocturnas de los streamers, puede probar el documental Sleep que Warhol dirigió en 1963: una obra pop de 5 horas (confieso haberla visto incompleta, décadas atrás, en un ciclo de cine alternativo) en la que el protagonista… duerme.
Quiza sirvan como ejemplos metafóricos de lo que el teórico canadiense Marshall Mac Luhan describía poco después como “narcosis narcisista”. Lo hizo en la célebre entrevista que le realizó la revista Playboy en 1968: valga también el rescate emotivo para el académico díscolo que denunciaba, con una perspectiva original y desafiante, la falta de atención sobre las tecnologías mediáticas en el análisis social. Y profesaba una convicción abierta sobre qué era el arte.
Seis décadas después, Warhol y Mac Luhan siguen siendo materia de análisis: sus frases-slogan lucen menos provocativas y más realistas.