¿De qué hablamos cuando hablamos de lenguaje inclusivo?
Tal vez es una medida acertada evitar el uso de la @ en el primer ciclo o buscar una unidad, pero un verdadero lenguaje integrador no se agota en eso
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“Mediante una nueva resolución del Ministerio de Educación, la Ciudad regula la utilización de la e, x, @, etc. por parte de los docentes en las escuelas”. Esto nos dice la página del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La pregunta es ¿la e, la x y la @ son el lenguaje inclusivo? ¿Acaso el lenguaje inclusivo se agota allí y se hunde en la grieta? Para muchas personas lenguaje inclusivo es aquel que integra, visibiliza y valora la diversidad, aquel cuyo objetivo es contribuir a la inclusión.
"El camino es el diálogo entre quienes saben de lenguaje y quienes saben de educación"
La e, la x y la @ son recursos, sí, pero no son los únicos; se convierten, tal vez, en un estandarte que ha caído en la grieta. Si las personas no piensan en todo el contexto comunicativo, estas letras se pierden y se transforman en una mera incorrección gramatical.
Imaginemos esta situación. Cartulina gigante en la puerta del colegio: “Bienvenides, niñ@s”. Correo electrónico que llega de parte del mismo colegio: “Los esperamos mañana en la reunión de padres”.
La e y la @ no tienen un correlato si seguimos hablando de “los esperamos” y “reunión de padres”. El lenguaje inclusivo se pierde en un masculino genérico que desentona pues, probablemente, a esa reunión no asistan solo padres...
Tal vez, el lenguaje inclusivo hubiera sido: “Estudiantes, les damos la bienvenida”, seguido por “Mañana será la reunión de familias”. Es decir, lenguaje inclusivo, no binario, que funciona como puente para la inclusión de la diversidad.
“La resolución apunta a eliminar todas las barreras y distorsiones del lenguaje en la enseñanza de parte de los docentes”, indican desde el Ministerio de Educación porteño.
Pero, ¿qué es la distorsión?
Según la Real Academia, distorsionar es deformar. ¿Y qué es deformar? La primera acepción dice que es hacer que algo pierda su forma natural. ¿Y cuál es la forma natural de una lengua? Solo quienes hablamos podemos definir esto, pues somos quienes damos forma al español. Hablar en masculino, por ejemplo, decir “los empresarios” tiene larga data. Los empresarios solían ser solo los hombres, como los médicos, los abogados o los políticos. ¿Será tal vez hora de deformar para mostrar a personas de diferentes géneros ostentando estos títulos? ¿Será que es momento de hablar, por ejemplo, de gerentas, jefas y ministras?
Otra acepción de “deformar” nos habla de “tergiversar”, esto es, dar una interpretación forzada o errónea a palabras y acontecimientos. El lenguaje inclusivo jamás se presentó a sí mismo como correcto. No se lo puede pensar en términos de corrección o incorrección, sino en términos de cambios, de denuncia social.
Entonces, ¿qué pasa con la educación? Es cierto que parte del alumnado del primer ciclo lee mal, no comprende o no lee. Como en casi todas las cuestiones, el origen es multicausal: no se puede atribuir toda la culpa al lenguaje inclusivo. ¿Qué dicen de las familias en las que no hay modelos lectores, de situaciones de vulnerabilidad económica o de intervenciones docentes poco firmes, por decirlo de alguna manera?
Tal vez es una medida acertada evitar el uso de la e o la @ en el primer ciclo: apenas se están reconociendo las letras y ya se mezclan signos que pertenecen a otros ámbitos. Aprender a leer y escribir no es fácil.
Tal vez también sea bueno intentar una unidad, dar una guía común a las escuelas del país.
¿Es este tema prioritario? Difícil decirlo. “Si bien no hay evidencia, coincidimos en que el lenguaje inclusivo va en contra del aprendizaje”, aseguró Soledad Acuña, la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Sin dudas, el camino es el diálogo entre quienes saben de lenguaje y quienes saben de educación. Tal vez habría que ocuparse de una dinámica de transformación curricular que acepte todas las diversidades. Y, quizás, la próxima el comunicado pueda hablar de “docentes” y no de “los docentes”: lenguaje inclusivo que crea puentes y no profundiza grietas.