Cómo recordar a Beatriz Guido en su centenario
Hace casi un año, el 13 diciembre de 2021, el director Oscar Barney Finn reunió en su casa de la avenida Callao a varios amigos de Beatriz Guido (1922-1988), la autora, entre otras novelas, de La casa del ángel, La caída, Fin de fiesta, El incendio y las vísperas, así como de numerosos libros de cuentos y de aún más numerosos guiones escritos para las películas de su segundo esposo, el director de cine Leopoldo Torre Nilsson que, a su vez, basó muchas de sus mejores producciones en las ficciones de su mujer. Barney organizó esa reunión para proponer, entre otros, a Cristina Mucci, Néstor Tirri, Cristina Piña, Héctor Olivera, Daniel Larriqueta, Ivonne Bordelois, José Miguel Onaindia, y Adriana Martínez Vivot, sobrina y albacea de Beatriz, programar el centenario de la escritora que se cumpliría exactamente un año más tarde.
Ese año más tarde llegó: es este. Con su característica tenacidad civilizada, pero arrolladora, Oscar se consagró a organizar la conmemoración de la efeméride. Algunos de los actos iban a realizarse en Buenos Aires, pero el Mundial de Fútbol primó y lo programado en algunas instituciones se postergó. Afortunadamente, las autoridades de Santa Fe pensaron que el fútbol y la cultura pueden convivir, sobre todo si se tiene en cuenta que Beatriz nació en Rosario, donde se levanta el Monumento a la Bandera, del que su padre, el arquitecto Ángel Guido, fue uno de sus creadores. El resultado se concretará dentro de tres días en la ciudad natal del padre y de la hija.
El Concejo Deliberante de Rosario declaró a Beatriz Guido ciudadana ilustre y escritora distinguida de la ciudad, en ocasión de cumplirse el 13 de diciembre el centenario de su nacimiento. Ese día, se realizarán dos actos conmemorativos en su honor. A las 9, en el Pasaje Juramento, se colocará una placa recordatoria con la presencia del intendente Pablo Javkin; y, a las 11, en la Sala Angélica Gorodischer de la Biblioteca Argentina Juan Álvarez, se desarrollará el panel “Cien años de literatura joven”, en el que se evocará la personalidad y la obra de Beatriz. Los panelistas serán Susana Rosano, Inés Santa Cruz, Oscar Barney Finn, Adriana Martínez Vivot y Marcelo Scalona, escritor y Director de Bibliotecas.
Entre los planes de Barney para este año recordatorio, está un documental ficcional sobre Beatriz Guido para el que cuenta con la producción de Pablo Piedras y Magu Schavelzon. El guion, que obtuvo una beca de desarrollo del Fondo Nacional de las Artes, lo están escribiendo Natalia Herrera, Elsa Osorio y el mismo Oscar. El director también proyecta hacer una puesta semimontada de dos obras teatrales inéditas de Beatriz, Esperando a los Castro y Las puertas de Oriente. Además, Cristina Mucci va a reeditar su libro Divina Beatrice; y Adriana Martínez Vivot autorizó las reimpresiones de El incendio y las vísperas, Fin de fiesta y una selección de cuentos de Guido.
Era inevitable que Barney Finn no solo recordara a su amiga, sino que también escribiera sobre los momentos privilegiados de la amistad que los unió. Ordenó los recuerdos a partir de las casas en las que vivió la novelista y tituló el conjunto “Las moradas”. Quien lea el texto no podrá dejar de conmoverse. Tiene como epígrafe versos del poema “Oscuridad 7″, de Olga Orozco: “Había una vez una casa / Había en un tiempo una casa / Había en varios tiempos varias / Casas que eran una sola”.
La primera es la “morada” de Rosario; le siguen las casas porteñas que Beatriz compartió con Torre Nilsson. Las de los momentos de esplendor; y también la última, la de la calle Vicente López, donde Beatriz sufrió la pérdida de Leopoldo. Ése no sería el último escenario de su vida. El presidente Raúl Alfonsín, en 1984, la nombró ministra y agregada cultural de la Argentina en Madrid. La escritora se instaló en un departamento frente a la glorieta de Rubén Darío. Allí siguió brindando a sus amigos la hospitalidad y el clima festivo, desbordante de humor, malicia y encanto travieso, que era su sello. Allí murió el 29 de febrero de 1988, trágica fecha de año bisiesto. Mujica Lainez la llamaba “la madre de todos”.