Aniquilación, la última novela de Michel Houellebecq
En su muy esperada nueva obra, el escritor francés conjuga neurosis del siglo XXI y realismo del siglo XIX para darle un giro inesperado a su siempre provocativa literatura: la figura del padre y la política, temas centrales
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Durante las primeras cincuenta páginas, Aniquilación avanza sobre los rieles del escepticismo ante la marcha de Occidente y la provocación sexista. Al evaluar los talentos de sus antiguas novias entre las sábanas, por ejemplo, el protagonista de la novela asegura que “el budismo tibetano parece superior al zen” a la hora de enseñar algo. Es entonces cuando, mediante un giro en la trama, Michel Houellebecq (Reunión, 1958) escribe algo completamente distinto, capaz de desorientar por igual a quienes, por admiración o desprecio por lo más conocido de su obra, se habrían conformado con lo mismo.
"Aniquilación ofrece uno de los más hermosos alguna vez narrados en toda su obra"
A grandes rasgos, las razones para este giro de Aniquilación podrían ser estéticas si se considera que, a diferencia de novelas paradigmáticas como Las partículas elementales, sofisticadas como El mapa y el territorio o algo redundantes como Serotonina, esta vez el escritor francés redirige su sensibilidad romántica hacia el método y el estilo realistas del gran Honoré de Balzac. O podrían ser, incluso, biográficas si se considera que, ya reconocido con la Legión de Honor por la más alta cultura francesa, arraigado en el mundo como best seller y recién casado por tercera vez, el “enfant terrible”, como los críticos han llamado a Houellebecq por inercia durante décadas, quizá decidió, a los 64 años, un nuevo rumbo de madura serenidad.
En cualquier caso, lo que en Aniquilación empieza con las zozobras existenciales y conyugales de Paul Raison, un burócrata de cincuenta años al servicio de un ministro de Economía y Finanzas listo para dar su salto a la presidencia de Francia, se transforma sin previo aviso en una novela acerca de algo, hasta el momento, ajeno al temario ya conocido de Houellebecq: la naturaleza de aquella unidad básica del sentido social y humano llamada familia.
A partir de ahí, si en la voz del narrador que se sumerge en las esperanzas y los fracasos de los tres hermanos Raison, congregados alrededor de un padre paralizado por un infarto cerebral, brillan la prosa poco ornamentada y la rigurosidad de quien parece observar detalles solo revelados por la experiencia, es porque Houellebecq domina como escritor el arte de conjugar las neurosis del siglo XXI con la necesaria profundidad de la literatura realista del siglo XIX.
"Aniquilación trata de entender el mundo desde una perspectiva opuesta a la moda solipsista de la primera persona del singular"
Respecto a esto, no parece casualidad que Aniquilación sea el más extenso de todos sus libros; al fin y al cabo, ya sea en francés, ruso, inglés o español, la construcción acabada de las conciencias conflictivas de progenitores, hijos y nietos jamás se ha resuelto de un modo convincente en pocas páginas.
“Novela balzaciana”, por lo tanto, no quiere decir que Houellebecq riegue su historia con muchos personajes emparentados entre sí. De lo que se trata, en cambio, es de entender el mundo desde una perspectiva opuesta a la moda solipsista de la primera persona del singular. En este sentido, Aniquilación apuesta a destejer las que suelen considerarse simples decisiones individuales para llegar a las raíces de lo que, en verdad, ha sido prefijado como respuesta consciente o inconsciente a la figura del padre.
En paralelo, asoman también los esbozos de un thriller con dosis desparejas de terrorismo digital internacional y una fría descripción del agotamiento de la democracia liberal, un sistema de representación que tanto por izquierda como por derecha, cree Paul Raison, solo convalida las necesidades del gran capital en perjuicio de una sociedad cada vez más alienada por su propio narcisismo. Y de cuando en cuando, por supuesto, aparecen los golpes “políticamente incorrectos” de Houellebecq contra quienes, en general, tienen de sí mismos opiniones más elevadas que nadie: “Abogado y periodista venía a ser lo mismo, pertenecían a la misma gente turbia, en relación directa con la mentira, sin contacto directo con la materia, la realidad ni con cualquier tipo de trabajo”.
Entre la novela familiar centrada en un padre en otro tiempo severo y omnipotente (un jubilado del Servicio de Seguridad Interior consagrado a todos los mandatos tradicionales) y las intrigas palaciegas en torno a un poder desarraigado de cualquier ímpetu emancipador (“es un poco la posdemocracia”, explica el futuro presidente), Aniquilación puede leerse de dos maneras.
La primera, más persistente y mejor trabajada, avanza por el sendero de lo que todo descendiente habrá de preguntarse alguna vez acerca de su origen y su herencia, una pregunta de raíz teológica que Houellebecq ha trazado antes con personajes intrigados por los grandes monoteísmos y las religiones new age, y a partir de lo cual ha escrito novelas tan distintas como La posibilidad de una isla y Sumisión.
La segunda manera de leer la novela, en cambio, oscila entre un difuso suspenso geopolítico, el comentario social (ya que las víctimas de los ataques terroristas son mercaderes banales, pero también un banco de semen) y el inventario crítico de costumbres y servicios que se propagan al calor de las angustias de la época (de ahí que, mientras que por un lado “los asexuales se multiplican”, por otro “las putas están para devolvernos a la vida”).
Marcado por las decisiones que su padre tomó en el pasado ante su patria, su madre y sus hijos, y en contraste con las que ahora él no se atreve a tomar ante su jefe, su esposa y sus hermanos, el destino le depara a Paul Raison un último giro, capaz de brindarle la oportunidad de la redención.
Desde ya, la literatura de Houellebecq no admite finales felices. Sin embargo, a su manera, Aniquilación ofrece uno de los más hermosos alguna vez narrados en toda su obra.
Aniquilación
Por Michel Houellebecq
Anagrama. Trad.: Jaime Zulaika
604 páginas, $ 3950
Novelas (Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, Plataforma)
Por Michel Houellebecq
Anagrama
Trad.: Encarna Castejón
824 páginas, $ 4650