Scorsese: andanzas sin fin de un cineasta contemporáneo
Martin Scorsese no solo hace películas de ficción y documentales; también las redescubre y busca preservarlas, como prueba un libro reciente
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Hace poco más de dos años, parafraseando el mito de David y Goliat, Martin Scorsese (1,63 metros, la misma estatura de Joe Pesci, actor fetiche de su filmografía) le lanzó un hondazo a uno de los gigantes del cine y del entretenimiento actual. No hubo piedra ni objeto contundente para clavar en la frente del filisteo. ¿Su arma? Una frase de pura concepción ontológica (algo no tan común para hablar de cine comercial): el cine de Marvel, le dijo el más débil a su oponente, “no es cine”.
"Scorsese se ha dedicado también a redescubrir películas de todo el mundo"
La esencia. Lo que es, no es o debería ser (en este caso) una expresión artística. Una idea que prácticamente se adjudicó la moderna crítica francesa, desde el ensayo Qué es el cine, de André Bazin (y un cine que Scorsese vio muy bien). Las preguntas sobre si un lenguaje merece ser tal, siempre acompañaron la historia de la cultura: para la historia universal de la infamia sin swing, el rey del ídem, el clarinetista Benny Goodman, llegó a reclamar en los años 40 que el bebop “no era jazz”. Cuando alguien dice que cierta manifestación no es “el lenguaje” con mayúsculas, por lo general sucede la reacción.
Scorsese se explicó mejor en The New York Times: “Lo que no hay en el cine actual es revelación, misterio o genuino peligro emocional. Nada está en riesgo”. Pero, ¿cómo logra un artista criticar una de las franquicias más poderosas del cine contemporáneo y no quedar él mismo como un reaccionario y un tradicionalista? Parte de esa explicación se puede encontrar, por ejemplo, en un libro más o menos reciente como Scorsese por Scorsese (lo publicó El Cuenco de Plata).
El libro compila una gran cantidad de entrevistas a Marty (como lo llaman a Scorsese), famoso, según los editores, por ser siempre generoso con sus ideas, incluso bajo riesgo de que se las roben. Lujoso y necesario (¿cómo apenas se conseguían libros, y siempre importados, de uno de los más grandes cineastas de las últimas décadas?), cuenta con un apasionado prólogo del director inglés Michael Powell.
Dividido en capítulos que comienzan en sus inicios como niño cinéfilo y tímido de Little Italy hasta su película Pandillas de Nueva York (hasta aquí llega el libro en esta tercera edición definitiva), el libro abarca también los extraordinarios documentales Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano y Mi viaje a Italia, sobre el neorrealismo.
Si el cine nació documental (con los hermano Lumière) y de ficción (con Georges Méliès, a quien justamente Scorsese homenajea en La invención de Hugo Cabret, incluyendo además un nuevo público a su filmografía, el cine para niños), el cineasta estadounidense pudo tomar ambos caminos, para él nunca excluyentes. Roland Barthes dijo: “Loco no puedo, sano no querría, solo soy neurótico”. La locura cinéfila del director de Taxi Driver no le hizo desdeñar prácticamente ningún género.
Su labor como restaurador y conservador (palabra equívoca en el caso de Scorsese) lo llevó a fundar junto a Robert Altman, Francis Ford Coppola, Clint Eastwood y otros, The Film Foundation. Se trata de la principal organización dedicada a la recaudación de fondos, al aumento de la concientización sobre la preservación del cine histórico norteamericano. También se ha dedicado a redescubrir y revalorizar películas de todos los rincones del mundo, como pudo verse hace poco en la plataforma Mubi.
Después de todo, parte del arte de la segunda mitad moderna del siglo XX también podría leer e interpretarse a través de esos ojos pequeños que hay bajo sus gruesas cejas. El joven que comenzó como montajista del documental de Woodstock reinventó una manera de musicalizar el cine (explicada en el capítulo 7) y “DJ Martin Scorsese” dio en los últimos años los documentales de Bob Dylan (que juegan con lo formal, lo verdadero y lo verosímil), la saga de la historia del blues y hasta la historia de la industria musical en la tristemente cancelada serie Vinyl, bajo su producción.
Hombre de su tiempo, entendió que debía estrenar su nuevo Opus Mafia, El irlandés, en cine de streaming. Como la inclasificable serie documental Supongamos que Nueva York es una ciudad, que gira alrededor de su amiga, la poco productiva escritora Fran Lebowitz, y donde se entrelazan el cine-ensayo urbanístico, el humor judío y la música de las big bands.
Actualmente se encuentra preproduciendo una biopic sobre Theodore Roosevelt, nuevamente con Leonardo Di Caprio, y produciendo otra sobre el director de orquesta y compositor Leonard Bernstein, con Bradley Cooper.
No hay nada al parecer que no pueda captar el ojo y el oído de este David contemporáneo.