La Justicia no será la misma, según gane Massa o Milei
El candidato de La Libertad Avanza dijo que mantendrá distancia con los jueces, en tanto su contrincante tiene un historial de gestiones sigilosas en los tribunales
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La Argentina atravesará desde mañana una mutación de su sistema de poder. Si gana Javier Milei, la transformación será inédita, evidente y ruidosa, tanto por el recambio de las figuras como por el carácter de las medidas anunciadas. Pero incluso con el triunfo de la continuidad que expresa Sergio Massa sobrevendrá una alteración del orden diseñado por el kirchnerismo. Atrapados por la impaciencia del cambio, los principales protagonistas de la política intentaron en los últimos días acomodarse a ese futuro desconocido. Y entre las novedades más intrigantes aparece el novedoso canal de diálogo entre el presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, y el candidato Massa.
"Rosatti ensaya una nueva sintonía con Massa. En septiembre, antes de las primarias, el presidente de la Corte Suprema hizo declaraciones públicas en contra de la dolarización que propone Javier Milei"
El kirchnerismo convirtió a Rosatti en su antagonista principal desde que el máximo tribunal avaló el avance de las causas por corrupción contra Cristina Kirchner y frenó los intentos por tomar la mayoría del Consejo de la Magistratura, el organismo que resuelve sanciones y designaciones de los jueces. La furia del oficialismo dio vida al juicio político contra la Corte Suprema que los emisarios de Cristina Kirchner, con los diputados Rodolfo Tailhade, Eduardo Valdés y Leopoldo Moreau a la cabeza, activaron en el Congreso nacional como vendetta política.
Pero Rosatti ensaya una nueva sintonía con Massa. En septiembre, antes de las primarias, el presidente de la Corte Suprema hizo declaraciones públicas en contra de la dolarización que propone Javier Milei. “Si la dolarización elimina el peso, es inconstitucional”, aseveró cuando todavía faltaba definir a los candidatos que llegarían al balotaje. Luego, tras el triunfo de Massa en las elecciones generales, el presidente de la Corte anheló un gobierno “de unidad nacional”, parafraseando un slogan de la campaña del postulante oficialista. Y el lunes pasado, luego de que Milei elogió a la exprimer ministro británica Margaret Thatcher, Rosatti dijo que “no se puede decir cualquier cosa de Malvinas” y recordó que en la Constitución hay “una cláusula transitoria” que ratifica la soberanía argentina sobre las islas, pese a que el candidato libertario nunca había puesto en duda esa reivindicación.
Los gestos de Rosatti avivaron la furia que anida en su colega Ricardo Lorenzetti desde que fue desplazado de la presidencia del máximo tribunal gracias a un acuerdo entre su sucesor, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda. Al tanto del nuevo vínculo, Lorenzetti calificó de “populismo judicial’ los movimientos de Rosatti y consideró “inapropiado” cambiar “según sopla el viento”. Es sugestivo, porque el propio Lorenzetti mostró vaivenes en su relación con el kirchnerismo, tanto, que cuando se inició el proceso de juicio político se desató una turbulenta discusión en su interior por las presiones de un puñado de dirigentes oficialistas que pedían dejarlo afuera de las acusaciones.
En el kirchnerismo tomaron nota de la comunicación entre Rosatti y Massa, pero juran que forman parte de un entendimiento interno y esperan el desenlace de mañana para actuar. Ante las consultas de la nacion, en La Cámpora aseveran que el candidato mantiene informada a Cristina Kirchner sobre los pormenores del diálogo, aunque el desenlace del juego encierra enigmas explosivos.
El futuro de la tríada que conforman Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda se moldeará al calor del nuevo poder que consoliden las elecciones de mañana, como también la relación hasta ahora tormentosa entre el kirchnerismo y la Justicia federal. Milei aseguró que se mantendrá distante de la Justicia e incluso se mostró a favor de eliminar la representación del sector político en el Consejo de la Magistratura. Pero Massa carga en su pasado con un historial de gestiones sigilosas en la Justicia, incluso contra Cristina Kirchner cuando eran adversarios electorales... y luego a su favor. El fallecido juez Claudio Bonadio aparecía entre sus principales vínculos con Comodoro Py. Ahora la relación más estrecha es con Mariano Borinsky, presidente de la Cámara de Casación Penal. También le atribuyen diálogo con los abogados Darío Richarte y Diego Pirota, que supieron protagonizar un paso por los servicios de inteligencia. Difícil contener la tentación.
"El próximo presidente, ya sea Milei o Massa, también tiene para ocupar el lugar del jefe de los fiscales, que actualmente ocupa en forma interina Eduardo Casal"
Un triunfo de Massa en las elecciones volverá a encajar al peronismo en un sistema de centralidad del poder, sin la fragmentación que caracterizó hasta ahora la convivencia accidentada entre el ministro de Economía, Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Massa desprecia la fragmentación de la toma de decisiones, lo obsesiona el control personal sobre cada uno de los vínculos, como un eco tardío de Néstor Kirchner. La infinita multiplicidad de ventanas y chats simultáneos que mantiene abiertas en su computadora y celular son una imagen legendaria de esa manía. Si gana, el pronóstico generalizado es que buscará incidir en la Justicia.
En sus planes ya figura el objetivo de construir una nueva mayoría en la Corte Suprema. Cuenta a su favor que está vacante el lugar que ocupaba Elena Highton de Nolasco, que renunció dos años atrás. La salida de la jueza dejó un máximo tribunal incompleto, con cuatro integrantes. Y el año próximo, Juan Carlos Maqueda llegará a la edad jubilatoria de los 75 años.
El próximo presidente, ya sea Milei o Massa, también tiene para ocupar el lugar del jefe de los fiscales, que actualmente ocupa en forma interina Eduardo Casal. Para todo se necesitará acuerdo con sectores de la oposición. En la UCR algunos entienden que el reparto ya comenzó.
Para beneplácito de Rosatti, la investigación del fiscal Gerardo Pollicita descubrió las actividades de espionaje ilegal del expolicía Ariel Zanchetta y puso en jaque a uno de los receptores de sus informes de inteligencia, el diputado Tailhade, promotor del juicio a la Corte Suprema desde el kirchnerismo. También expuso el sistema de inteligencia que comandó Cristina Kirchner hasta 2015. Pero los investigadores que leyeron los chats de Zanchetta aseguran que hasta ahora se vio solo el preludio de las implicancias del caso del espionaje ilegal y sus derivaciones. Como en el silencio que antecede al trueno, la política argentina se sostiene en una breve pausa a la espera del desenlace de mañana.