Adolfo Roitman. “Los Rollos del Mar Muerto son un milagro arqueológico”
El rabino argentino, arqueólogo y profesor de historia, lleva 30 años como custodio de los famosos manuscritos en Jerusalén; desde el ataque de Hamas no se exhiben al público
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Tres horas después de comenzado el brutal ataque de Hamas en la Franja de Gaza, el fatídico 7 de octubre de 2023, los Rollos del Mar Muerto –el mayor tesoro cultural del pueblo de Israel– ya estaban a buen resguardo en una bóveda de máxima seguridad.
“Pusimos en marcha los protocolos de seguridad y los llevamos a un búnker. Pueden ser un objetivo de ataque y nadie sabe dónde puede caer el misil. Nuestra obligación es preservarlos para las próximas generaciones”, explica a LA NACION el rabino y antropólogo argentino Adolfo Roitman, quien desde hace 30 años es el custodio de los ocho manuscritos hallados en las cuevas de Qumrán entre 1947 y 1956. Hoy se conservan en el Santuario del Libro, emplazado en el Museo de Israel, frente al Parlamento, la Biblioteca Nacional y los ministerios, en el lugar central del poder político y cultural de Jerusalén.
Roitman, de 67 años y nacido en La Paternal, vive en Israel desde 1987 y llegó a Buenos Aires invitado por el Seminario Rabínico Latinoamericano “Marshall T. Meyer”, donde se graduó, y por el Instituto Universitario Abarbanel, que en noviembre de 2023 obtuvo su reconocimiento en la Argentina. Es el primer instituto universitario de origen judío en Sudamérica y uno de los veinte en el mundo.
Roitman es el curador de los manuscritos, que se remontan al siglo I de nuestra era e, incluso a los 250 años previos. A comienzos de mayo expuso en la Feria del Libro sobre la contribución de estos rollos históricos al diálogo interreligioso y dictó conferencias en sedes académicas con variadas perspectivas, desde la Universidad Católica Argentina, la Facultad de Teología y la Universidad del Salvador hasta la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Un recorrido que se enlaza con su objetivo de favorecer el encuentro interconfesional y cultural.
"Los rollos fueron hallados por beduinos en 1947"
“Asumí en noviembre de 1994 en el Santuario del Libro y tengo bajo mi responsabilidad la colección de los ocho manuscritos de mayor valor –cuenta–. Siete fueron encontrados en la Cueva N° 1, en 1947, y uno en la Cueva N° 11, en 1956. En esos nueve años se hallaron 25.000 fragmentos en 11 cuevas próximas a Qumrán, en el norte del Mar Muerto. Concluido el trabajo de reconstrucción, tenemos cerca de 1000.
–¿Por qué esos ocho manuscritos son los más valiosos?
–Primero, por su excepcional estado de conservación. La mayoría de estos documentos son muy fragmentados y llegaron muy dañados. Los manuscritos fueron encontrados por beduinos dentro de vasijas en las Cuevas de Qumrán y nosotros tenemos los dos más extensos. El rollo del Templo tiene más de ocho metros y el rollo de Isaías, que es el mayor tesoro cultural que posee el pueblo judío en el mundo, tiene 7,34 metros. Es una muestra completa del libro bíblico. Es un milagro arqueológico.
El curador de un patrimonio de esta envergadura tiene distintas responsabilidades. “Lo que se espera de un curador es que realice exhibiciones. Eso hicimos en el Santuario del Libro e, incluso, fuera de Israel, además de publicar catálogos. Yo le agregué la difusión y probamos nuevos recursos, como la producción de una película dramática sobre la Comunidad del Mar Muerto, llamada El santuario humano, de 2006. También hicimos una película de dibujos animados, porque venían familias a ver los rollos con sus hijos y fue una vía para explicarles de qué se trata.
"La mayor parte de los Rollos están escritos en hebreo. Hay algunos en arameo y otros en griego"
En su trabajo de difusión, Roitman también apeló a las nuevas tecnologías. “En 2011 colocamos los Rollos del Mar Muerto en Internet. Los ingenieros de Google en Israel desarrollaron para nosotros una tecnología que no existía y colocaron fotografías de los documentos con una calidad de 1200 megapixeles”
–¿Qué contenidos tienen?
–Estamos hablando, primero, de literatura religiosa. Unos 230 documentos son los testimonios físicos más antiguos de la Biblia Hebrea. Además, se encontraron otros textos, que eran conocidos por traducciones o por traducciones de traducciones. Y ahora los conocemos en su lengua original: en hebreo o en arameo de hace 2200 años.
–¿Hubo textos sorprendentes entre los hallazgos?
–Hallamos escritos totalmente desconocidos que formaban parte de un movimiento de características sectarias. Los judíos de ese tiempo no los conocían. Representan una versión distinta de la que contaba el establishment de ese tiempo. En toda sociedad el poder no le da lugar a la oposición, quiere acallarla, la persigue, la silencia. Ahora, después de 2000 años, tenemos la posibilidad de leer a la oposición.
–¿Cuántos de los manuscritos son textos del Antiguo Testamento?
–Solamente uno. Tenemos dos copias, una completa y otra fragmentada, del libro de Isaías, el gran profeta de Israel. Lo llamamos “libro bíblico”, pero en realidad no existía la Biblia en esos años. La Biblia se conforma entre los siglos I y III de nuestra era. En esa época eran libros sagrados. Pero tenemos textos hallados en Qumrán que muchos judíos y cristianos llaman “apócrifos”. Por ejemplo, el libro de Jubileos, que es un libro sagrado para la Iglesia de Etiopía.
La razón de que los hallazgos se concentraran en la zona de Qumrán es aún un misterio. “La comunidad de Qumrán pertenecía al movimiento de los esenios, que aparecen en pocas fuentes del mundo antiguo –explica Roitman–. No se los menciona en el Nuevo Testamento, aunque quizá estén con otro nombre. Una explicación es que en la cueva se conservaran los libros de esa comunidad. Probablemente otros grupos también colocaron allí sus libros. Tal vez se trate de grupos rebeldes que huían de Jerusalén y escapaban con sus tesoros, que son los libros. Y utilizaron esas cuevas en el norte del Mar Muerto, que están a 40 kilómetros de Jerusalén. En la memoria colectiva, esa zona es el punto cero del comienzo de Israel, que no nace en su tierra, sino en el desierto.
–¿Los documentos están escritos en distintas lenguas?
–La mayor parte están escritos en hebreo. Hay una minoría en arameo y otra, menor aún, en griego. La lengua hablada en esos años en la tierra de Israel era arameo y griego. No era el hebreo.
–¿Qué mensajes transmiten los manuscritos?
–Encontramos nuevas ideas religiosas que no tienen antecedentes en la tradición bíblica. Por ejemplo, este grupo es heredero de la tradición del monoteísmo, pero con una modificación: en Qumrán utilizaban la imagen de un triángulo, en cuya cima está el Dios creador y en las bases hay dos dimensiones: la luz y la sombra, la verdad y la mentira, el bien y el mal, que están en pugna. Y esa pugna cósmica se proyecta en una pugna social. Hay una pugna interior en el corazón de los hombres, en la que siempre el poder del mal quiere vencer.
–¿Hay puntos de conexión con los orígenes del cristianismo?
–Sí, pero es difícil establecer qué tipo de relación. Cuando se encontraron los Rollos del Mar Muerto, la esperanza era que esos documentos hablaran de Juan el Bautista, de Jesús, de Pablo. Pero en los rollos casi no hay figuras históricas mencionadas. Sí aparecen apelativos, como ‘el maestro de la justicia, el hombre de la mentira, el sacerdote impío’. El aporte excepcional de estos rollos es que nos permiten recontextualizar los orígenes del cristianismo. Antes, los investigadores tanteaban en la oscuridad.
–¿Qué períodos abarcan?
–Unos 300 años, entre mediados del siglo III antes de nuestra era hasta mediados del siglo I de nuestra era. De ese tiempo teníamos un solo manuscrito: el papiro Nash, que venía de Egipto, un texto litúrgico que está en la Biblioteca Británica de Londres. Pasamos de uno a mil.
–¿La custodia de los rollos enfrentan riesgos en el escenario de violencia de Medio Oriente?
–Los rollos no están en exhibición desde el 7 de octubre, el día del ataque de Hamas. Al ser el mayor tesoro cultural que tiene el pueblo de Israel, pusimos en marcha los protocolos de seguridad. A las dos o tres horas de comenzada esa catástrofe se sacaron los manuscritos y los llevamos a una bóveda, una especie de búnker del primer ministro. A pesar de que el museo reabrió sus puertas, el Santuario del Libro sigue cerrado. Esto ya se hizo en la Guerra del Golfo. Cuando hay conflictos de este calibre se aplican estos protocolos de seguridad.Nuestra obligación es preservar este tesoro para las próximas generaciones.