Una tumba y un perro de hierro: el misterio que intriga a los visitantes de un cementerio de Virginia
Su historia está marcada por una estatua que representa a un guardián, un monumento que cautivó a muchas personas por su historia y significado
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LA NACION
La tumba de Florence Bernardin Rees, una niña que falleció en 1862 a causa de la escarlatina, se encuentra en el cementerio de Hollywood, en Richmond. Lo que la distingue es una estatua de un perro de hierro fundido que parece acompañarla. Esta figura es una pieza única en su tipo y guarda un legado que perduró a lo largo del tiempo y sigue generando interés entre historiadores y visitantes del lugar.
La niña y su fiel compañero continúan atrayendo la atención de todo aquel que visita el cementerio. Aunque gran parte de la historia de la vida de Florence permanece en el misterio, según Wric, su tumba destaca como un testimonio de la época en que vivió y de las tradiciones que rodearon su corto paso por este mundo.
Quién era quién en la familia Rees
Florence Bernardin Rees nació el 20 de julio de 1859 en Kentucky, hija de Thomas Rees y Elizabeth McDonough. La familia se mudó a Richmond cuando Florence tenía apenas dos años, buscando nuevas oportunidades debido a las dificultades económicas que enfrentaba Thomas. La pequeña Florence falleció el 7 de febrero de 1862 por la escarlatina, una enfermedad bacteriana que se manifiesta en algunas personas que tienen faringitis estreptocócica, y que también se llevó la vida de su primo Edward poco tiempo después. Ambos niños se encuentran enterrados en el terreno familiar de los Rees en el cementerio de Hollywood.
Qué significa el perro de hierro
La estatua está inspirada en dos perros reales, Sailor y Canton, que llegaron a la bahía de Chesapeake en 1807 y que, a lo largo de los años, se convirtieron en símbolos de la compañía Bartlett-Hayward de Baltimore, que fabricaba decoraciones de hierro fundido. Estos perros de hierro, además de ser representaciones artísticas, formaron parte de la historia de los retrievers de la bahía de Chesapeake, una raza reconocida por su habilidad en la caza de patos.
Según registros históricos, la estatua es una pieza rara y valiosa que perduró más de un siglo y se encuentran otros seis perros similares repartidos en diferentes partes de Maryland.
En aquella época el uso de estatuas en tumbas no era común, lo que hace que el monumento de Florence sea aún más especial. En siglo XIX, los perros simbolizaban la lealtad, protección y compañía eterna. Esto cobra un significado especial, ya que la figura de hierro representa el deseo de sus padres de que nunca estuviera sola, ni siquiera en la muerte. Esto es un reflejo de las emociones arraigadas en la cultura victoriana, que veía la muerte como una continuación de la vida.
Cuál es el significado emocional del perro guardián
A lo largo de los años, la estatua del perro adquirió un simbolismo especial entre los visitantes. Muchos de ellos, ven al perro como un guardián fiel que continúa cuidando de la pequeña Florence, ofreciendo una imagen de protección y lealtad eterna. Para la familia Rees, que vivió tiempos difíciles durante la Guerra Civil y la enfermedad que azotó a sus hijos, este símbolo pudo haber representado consuelo ante la pérdida. Hoy en día, sigue siendo un punto de conexión emocional para los que se acercan a rendir homenaje.
Las autoridades locales realizaron esfuerzos por conservar la estatua del perro y la tumba de Florence para asegurar su preservación y mantener su apariencia original, cuidando que no se deteriore por el paso del tiempo o las condiciones climáticas.
Turistas e historiadores suelen visitarlo para explorar las tumbas y monumentos que cuentan historias de una época pasada, en especial de la Guerra Civil estadounidense. La tumba de Florence sigue siendo una de las más destacadas y atrae a quienes desean conocer más sobre esta conmovedora historia y la tradición de los perros guardianes de hierro fundido.
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