Una noche en “los Oscars de Washington”: la cena de corresponsales de la Casa Blanca vuelve a su mejor versión
La cita más importante del año para la élite política de Estados Unidos regresó a su tradicional formato con la presencia de Joe Biden, y una noche de gala con 2600 invitados en el hotel Hilton; el evento había sido suspendido los últimos dos años por la pandemia del coronavirus
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WASHINGTON.- Una vez al año, la élite política de Estados Unidos se agolpa en un gigantesco salón en el hotel Hilton de Washington. Una procesión de esmóquines –comprados o alquilados–, zapatos negros, vestidos largos, tacos y carteras camina la alfombra roja, posa bajo los flashes, bebe y cena con el presidente. La Cena de Corresponsales de la Casa Blanca ha sido catalogada como “los Oscars de Washington”. Una noche de gala donde el poder y la prensa dejan de lado las pujas del día a día, se mezclan con famosos, se tiran bromas mordaces y celebran la libertad de expresión y el papel del periodismo en democracia.
Por primera vez en seis años, la cena volvió a ser normal. Donald Trump nunca quiso ir mientras estuvo en la Casa Blanca, y la pandemia del coronavirus obligó a suspender la cita en los últimos dos años. Este sábado, 2600 personas vacunadas, testeadas, y sin máscaras ofrecieron una imagen del retorno a la normalidad al encerrarse por tres horas en un salón sin ventanas.
“Esta es la primera vez que el presidente asiste a esta cena en seis años”, marcó Biden, al principio de su discurso, luego de la cena. “Es entendible. Tuvimos una peste horrible, seguida de dos años de Covid”, aguijoneó, una frase destinada a Trump. Los invitados rieron y aplaudieron, con cierto rezago y timidez, aunque se escucharon un par de vítores.
El discurso del presidente, una seguidilla de bromas que deja la solemnidad de lado, es una rareza en la política global, y un rito en Estados Unidos que los mandatarios, salvo Trump, han cumplido desde 1924. Biden se burló de Trump, pero también de su baja popularidad, su vejez, y la prensa y los republicanos, aunque esquivó tocar espinosos como la inflación, la desastrosa retirada de Afganistán o sus gaffes. Sobre el final, cambió el tono y dejó dos mensajes: dijo que la cena mostraba “que estamos superando esta pandemia”, y habló del rol de los corresponsales de guerra en Ucrania. El periodismo nunca ha sido tan importante en el último siglo, dijo.
“La prensa libre no es enemiga del pueblo, ni mucho menos –definió, en otro dardo a Trump–. En su mejor versión, son guardianes de la verdad.”
Lo escuchaban periodistas locales, nacionales y extranjeros que cubren día a día su administración y la política norteamericana, ejecutivos de medios, miembros de su gabinete como el secretario de Estado, Antony Blinken, su vocera, Jen Psaki, o el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, congresistas, empresarios, y también celebridades como Kim Kardashian, Pete Davidson, Brooke Shields o el chef José Andrés, que fueron invitados o pagaron el ticket de 350 dólares. La cena, en la cual LA NACION fue el único medio argentino presente, es un tanto caótica. Hay mucho tráfico. Los invitados van y vienen por el salón buscando tejer contactos, sacarse fotos, hablar y ponerse al día o sacar información. Los mozos forcejean con la gente, y se mueven a zancadas en espacios mínimos entre mesas y sillas para servir el plato principal –ojo de bife, róbalo, risotto y zanahoria bebé y hongos, todo tibio– y el postre –budín de toffee y helado de vainilla– antes de los discursos. Cada silla tiene un programa con el menú, el mapa de mesas –262 en total–, los periodistas que serán premios, y la lista completa de invitados. Kristalina Georgieva, jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), iba a ir, pero se contagió de coronavirus y su lugar fue ocupado por Gita Gopinath, su número dos.
Por la pandemia, el protocolo de seguridad fue estricto. Cada invitado debió bajar una aplicación a su teléfono, cargar su tarjeta de vacunación y el resultado de un test negativo de coronavirus tomado el mismo día de la cena. Igual, el evento levantó la ceja de más de uno, y Biden se saltó la cena y solo participó del programa. Anthony Fauci, el médico que ha marcado el comportamiento de los norteamericanos durante los últimos dos años –y ha sido venerado y defenestrado por eso–, decidió quedarse en su casa. A sus 81 años, Fauci consideró que era una cita muy riesgosa, a pesar de que ha dicho que lo peor de la pandemia ya quedó atrás.
Tras el discurso del presidente, el punto cúlmine de la noche es la presentación de un comediante que tiene la tarea de “rostizar” a todos. Este año, el invitado para cumplir ese papel fue Trevor Noah, conductor de The Daily Show. Noah arrancó bromeando con que era un honor hablar en el evento de “súper contagios” más distinguido del país y que hasta Fauci había decidido esquivarlo. “En serio, gente, ¿qué estamos haciendo acá?”, dijo Noah. “Es como si no leyeran sus propios periódicos”, continuó.
Noah no perdonó casi a nadie con su sátira, que se estiró por más de 20 minutos, y fue muy aplaudida. Cargó contra Biden, Trump, el gobernador de Florida y potencial candidato presidencial en 2024, Ron DeSantis, Chris Cuomo, CNN, MSNBC, The New York Times, Axios, Politico, y Fox News y sus principales figuras, Tucker Carlson, Laura Ingraham y Sean Hannity. A Biden, que se río con cada línea, le dijo que no entendía por qué la gente era tan dura con su gobierno porque desde que había llegado a la Casa Blanca las cosas iban para arriba. “La nafta va para arriba. El alquiler va para arriba. La comida va para arriba”, latigueó, en referencia a la inflación, el principal problema de una economía que muestra síntomas inquietantes. Y recordó “la falta de filtro” de Biden cuando dijo que Vladimir Putin debía dejar el poder.
“Fue muy, muy molesto para Rusia, hasta que alguien les explicó que nada de lo que Biden realmente quiere se hace”, pegó Noah.
La cena y los eventos que la rodean –los días previos, luego de la cena, y al día siguiente– trajeron de regreso el fin de semana con mayor cantidad de fiestas en Washington. Varias embajadas abren sus puertas para sumarse a las celebraciones, incluida la embajada argentina, sede el viernes de la fiesta de The Washington Diplomat, amenizada con vinos argentinos, donde se vio al congresista republicano Michael McCaul, quien probablemente sea el próximo presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara baja del Congreso. Varios saltan de fiesta en fiesta, en una verdadera maratón de cuatro días sobre la que existe un documental, “Nerd Prom”. Criticada por elitista y por desdibujar límites entre la prensa y el poder, el fin de la cena es destacar la importancia de la libertad de expresión y el papel de la prensa libre en democracia. Biden lo recordó, y también Noah, quien al final, dejando las bromas de lado, dijo que la razón de todo era honrar y celebrar lo que representan los periodistas, a quienes llamó “un bastión de la democracia”.
“Estuve acá esta noche y me burlé del presidente de los Estados Unidos y voy a estar bien”, remarcó Noah. Miró a Biden a su lado y repitió, en tono de broma: “Voy a estar bien, ¿verdad?”. Biden se río. Noah volvió al tono serio: “¿Realmente entienden la bendición que es? Tal vez ha pasado durante tanto tiempo que pueden olvidarse. Es una bendición”, insistió.
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