America Ferrara, la actriz de raíces hondureñas que brilló recientemente en Barbie,la película, reflexionó sobre cómo fue su evolución en la pantalla; el año que viene hará su debut como directora; cofundó una organización que le da voz a las comunidades subrepresentadas
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De protagonizar la aclamada comedia Betty la fea, hasta asumir un papel principal en Barbie, el camino hacia el éxito de America Ferrera ha sido “un cuento de hadas”. Se trata de la primera –y única- latina en ganar un Emmy por un rol protagónico. Pero también es muy consciente de lo excepcional que es haber obtenido estos logros.
“Si bien disfruto de una carrera increíble, llena de oportunidades por las que he luchado y trabajado duro”, le dice a BBC 100 mujeres, “sé que la gran realidad para los latinos en esta industria es que hoy es tan difícil como lo era hace 16 años, o incluso 22, cuando yo comencé”. Los latinos son el grupo minoritario más grande en Estados Unidos, donde conforman cerca del 20% de la población.
“Hay anomalías, momentos en que los latinos llegan a brillar. Y por supuesto que tuvimos esos momentos, pero siento que todos hemos estado esperando por un tiempo muy largo ese momento decisivo”, dice Ferrera, quien ha sido seleccionada como parte de la lista BBC 100 mujeres, que reconoce a 100 mujeres de todo el mundo que han sido inspiradoras e influyentes en 2023.
“Es complicado reconciliar la historia de casi cuento de hadas de mi viaje con lo que sé que es la realidad de la gran mayoría de la gente como yo”.
Sueño americano
Nacida en California e hija de inmigrantes hondureños, Ferrera cuenta que creció “creyendo en el sueño americano”. “Desde muy temprano mis padres me enseñaron -específicamente mi madre- que aprovechar cada oportunidad para tener una educación era la razón por la que habían emigrado a EE.UU.”, dice.
Sin embargo, navegar entre su herencia latina y la cultura dominante hizo que le resultara confuso establecer su identidad, explica. Que la llamaran America tampoco facilitó las cosas. “Todos asumían que era un homenaje patriótico de mis padres inmigrantes, pero la verdad es que, en América Latina, el nombre América es mucho más común”, señala la actriz, que lleva el nombre de su madre.
Sus inicios en la industria del entretenimiento trajeron sus propios desafíos. Antes de obtener su primer papel a los 17 años, cuenta que le dijeron que era “demasiado morena, demasiado bajita, demasiado gordita, o de un aspecto muy étnico” para la industria.
Sus primeros éxitos
Su papel decisivo, interpretando a Betty Suárez en la exitosa comedia de ABC Betty la fea, en 2006, le valió un Globo de Oro, un premio del Sindicato de Actores de Cine (SAG) y ese Emmy, que la convirtió en la única mujer latina en ganar uno en un rol protagónico.
“Estamos en 2023, y aún soy la única que, creo, muestra exactamente ese problema. Demoró tanto tiempo porque las oportunidades no existen”, dice Ferrera. “He sido muy afortunada en mi carrera por aparecer en una época donde encontré las mismas pocas oportunidades que existen para que una actriz latina joven llegue a ser protagonista... Y mucho menos una protagonista segura de sí misma y que no está representada como una inmigrante criminal pobre, o una latina hipersexualizada”.
Más éxitos profesionales llegaron con la exitosa serie de comedia Superstore, que produjo y protagonizó. Este año también llegó a los titulares por su papel en la película Barbie, dirigida por Greta Gerwig, donde pronunció un apasionado monólogo que resonó en mujeres de todo el mundo.
Su discurso –que se robó la escena y que dicen que tomó entre 30 y 50 tomas hasta que salió perfecto- muestra cómo el personaje de Ferrera, Gloria, debe lidiar con los dobles estándares y la presión social a las que se enfrentan las mujeres.
“Sentimientos como la ira y el resentimiento y la rectitud, o incluso la alegría y la tontería y la diversión... poder ver esas expresiones (en la pantalla) es un sentimiento catártico”, dice. “Y para muchas de nosotras, hay muchas de esas experiencias que nunca hemos visto compartidas en los principales medios de comunicación”.
Ferrera dice que roles como este pueden crear espacios para mujeres, y para mujeres de color en particular, para validar sus propias experiencias de vida. “Con frecuencia, tenemos que divorciarnos de partes nuestras que no son aceptadas”, explica. “La verdad es que muchos de nosotros, las comunidades subrepresentadas, todavía estamos luchando por volvernos visibles”.
Activismo
Con 39 años, Ferrera hará su debut como directora el año próximo con I Am Not Your Perfect Mexican Daughter (“No soy tu perfecta hija mexicana”), una adaptación de la novela de Erika Sánchez que fue un éxito de ventas, sobre una inmigrante latina de primera generación que vive en un empobrecido vecindario de Chicago.
Los temas que aborda la película son cercanos al activismo de Ferrera. La actriz cofundó Harness, una organización que amplifica las voces y experiencias de las comunidades subrepresentadas en la cultura popular, especialmente en temas de justicia social.
Ferrera también se apasiona por la participación política y usa parte de su tiempo para visitar comunidades minoritarias y alentarlas a participar. En vísperas de las elecciones presidenciales de 2020, Ferrera lanzó una serie en Instagram para desmitificar el proceso de votación, en la que abordó con claridad y humor temas como la supresión del voto para las votantes negras, morenas, mujeres y jóvenes.
Ahora su mirada está en las elecciones de 2024. “Mi foco en mi política interna es mantener a la gente involucrada en el proceso”, dice. “Creo que uno de los mayores peligros para la democracia es simplemente nuestro abatimiento, la sensación de que no marcará una diferencia si prestamos atención y participamos, cuando, de hecho, esos resultados ciertamente crean nuestras condiciones de vida”.
Recientemente, Ferrera invirtió en un equipo de fútbol profesional solo de mujeres, fundado por la actriz Natalie Portman, en la ciudad natal de Ferrera, Los Ángeles, que lucha por garantizar la igualdad salarial y de condiciones para las atletas femeninas.
“Es muy duro cambiar cuando los sistemas que permanecen todavía están establecidos para beneficiar a la gente que siempre ha estado en posiciones de poder”, dice. “Tenemos que ver un cambio de poder, tenemos que ver un movimiento de poder real”, afirma.
De repente, suena emocionada, lista para desafiar el statu quo. “Tengo una propuesta”, dice. “Tomamos todo el dinero que la gente gasta en hacer paneles sobre diversidad y simplemente lo usamos todo para contratar a mujeres y gente de color para hacer cosas. Realmente no es tan complicado... No se trata de caridad. Se trata de hacer buenos negocios”.
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