Una clínica de abortos en un bote en Estados Unidos, una iniciativa para esquivar el fallo contra Roe vs Wade
Una médica estudia la posibilidad de atender a mujeres en aguas federales sin violar ninguna ley; primero evaluó hacerlo sobre el río Mississippi; se apoyó en una doctora neerlandesa que dirige una iniciativa similar
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Desde que la Corte Suprema de Justicia concluyó en junio que la Constitución de Estados Unidos no contemplaba el derecho al aborto, los históricos fallos como Roe v. Wade y Planned Parenthood v. Casey fueron anulados. Aquella decisión produjo una hecatombe en el país. De hecho, las clínicas ubicadas en los estados donde se prohíbe la interrupción voluntaria del embarazo tuvieron que reducir sus servicios y algunos pacientes se vieron obligados a viajar cientos de kilómetros para recibir tratamiento. Sin embargo, en un escenario de extrema incertidumbre, una doctora visualizó la posibilidad de ofrecer atención médica en la Costa del Golfo sin que ello implique violar la ley.
Amy Autry es la obstetra y ginecóloga que encabeza un proyecto que brindaría servicios de aborto en un barco en aguas federales, a pocos kilómetros de la costa. También profesora de la Universidad de California en San Francisco, planea llevar adelante el proyecto con la organización sin fines de lucro Prowess (que en inglés es el acrónimo de Protección de los derechos reproductivos de las mujeres en peligro por los estatutos estatales).
Actualmente, la potestad para regular la posibilidad de interrumpir voluntariamente el embarazo corresponde a los estados, por lo que las leyes federales no prohíben el aborto. De esa manera, una clínica flotante podría operar sin infringir ninguna normativa.
Autry concedió una entrevista a la revista Slate en la que explicó la viabilidad del proyecto, así como los posibles obstáculos, por ejemplo, que un cambio en la legislación federal impida que la embarcación preste servicios.
La doctora manifestó que a medida que avanzó el ataque hacia los derechos reproductivos en los últimos cinco años, se le ocurrió la idea de navegar en un bote por el río Mississippi para brindar asistencia. Conocía acerca de los casinos flotantes, y tenía que existir algo diferente en el agua que los hiciera legales, y poner en práctica la misma operación, pero para atender pacientes no le pareció descabellado. Sería una especie de buque hospital, pero dedicado exclusivamente a la salud reproductiva.
Poco a poco, Autry comenzó a investigar acerca de iniciativas similares y descubrió a Rebecca Gomperts, una médica neerlandesa fundadora de Women on Waves y Women on Web, que brinda servicios de salud reproductiva para mujeres en países donde se prohíbe la práctica del aborto.
Gomperts ya tenía un amplio camino recorrido en la materia. Con Women on Waves, su primera organización, se hizo famosa por llevar mujeres a aguas internacionales, primero en un gran barco de pesca adaptado para la tarea y luego en un pequeño velero, y darles la píldora. De hecho, en 2001, The New York Times la llamó “la primera extremista del movimiento por el derecho al aborto”, mientras que otros consideraron que sus acciones eran pura farsa publicitaria.
Cuando Autry contactó a Gomperts intercambiaron ideas acerca del tipo de embarcación que necesitaría para llevar a cabo el plan sobre el río. Paralelamente, se reunió con abogados marítimos y concluyeron que el Mississippi no era la mejor opción, por lo que fijaron la vista en el Golfo.
Los estados costeros del Golfo son restrictivos con respecto al aborto, por ejemplo, Texas. Sin embargo, existe una franja de agua que es federal, y donde su equipo legal considera que podrían operar sin problemas.
Tener una embarcación exclusivamente dedicada a atender pacientes no es un proyecto económico, y Autry estima que se necesitarían al menos 20 millones de dólares para llevarlo a cabo y 2 millones anuales para su mantenimiento. No obstante, evitó dar mayores detalles acerca de la financiación.
Sin embargo, sí hizo énfasis en la seguridad y la legalidad, y expresó que son dos elementos en los que necesariamente habría que invertir muchos recursos. El primero de ellos, porque es esencial que no infrinjan ninguna ley. Si llegase a cambiar la normativa federal y se prohibiera el aborto, la doctora exploró la posibilidad de operar en aguas internacionales.
En cuanto a la seguridad, explicó que “no era un secreto que los proveedores y pacientes recibían amenazas en Estados Unidos con relación al aborto”, por lo que parte del presupuesto deberá destinarse a ello de forma indiscutible.
Por último, aunque dependiendo del tipo de embarcación, Autry estima que podrían atender cerca de 20 pacientes por día y en seis meses serían 1800. Asimismo, no descartó la posibilidad de contar con el equipamiento suficiente para que un helicóptero pudiera aterrizar en la nave, y que de esta manera las personas no llegaran solamente por vía marítima, sino también aérea.
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