Un trabajo para practicar inglés le terminó generando más de 30.000 dólares al año en Estados Unidos
La vida de Luis Eduardo Mota cambió cuando descubrió la oportunidad de viajar al país norteamericano, refrescar el idioma y ganar dinero; de qué se trata y qué se necesita para aplicar
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Todo comenzó como una posibilidad para viajar, practicar el idioma, hacer nuevos amigos, y como plus, regresar a casa con algo de dinero. El requisito indispensable: saber hablar inglés. Desde hace más de diez años, Luis Eduardo Mota logró convertir un empleo temporal en su forma de vida y principal ingreso económico. Actualmente, se encarga de reclutar jóvenes en América Latina para llevarlos a trabajar a campamentos de verano en Estados Unidos, quienes, a cambio, reciben cerca de 2000 dólares.
En 2007, Luis cursaba el segundo año de la carrera de Traducción e Interpretación en Caracas y tras el ofrecimiento de un amigo, se animó a probar. Tramitó la visa, hizo las maletas y, una vez que terminó las clases, pasó las vacaciones en el extranjero. “Hacía una inversión porque si bien es cierto que pagaba por ir, en realidad recuperaba lo que gastaba del boleto de avión y me regresaba con plata a Venezuela”.
Los veranos que siguieron repitió la misma operación. Luego de trabajar cinco años con el mismo campamento, no solo sentía que había encontrado su lugar en el mundo, sino que había logrado construir relaciones que lo llevaron a que desde la central en Sudamérica de Camp Leaders, el programa que ahora representa, le propusieran encargarse de reclutar en Venezuela. Aceptó sin dudarlo.
Actualmente, su año se divide en invertir nueve meses en el proceso de selección de jóvenes de entre 18 y 28 años para llevarlos a distintos campamentos en Estados Unidos de junio a agosto, en programas de mínimo nueve semanas. Los otros tres meses va a Weequahic, en Lakewood, Pensilvania, el summer camp donde trabaja desde hace tanto tiempo que ya los miembros del staff son como parte de su familia.
Tiempo después, pasó de reclutar solo en Venezuela y ahora abarca gran parte de Sudamérica. Desde hace poco más de tres años se instaló en Buenos Aires junto a su familia y desde allí contacta jóvenes desde República Dominicana hasta la Argentina, con excepción de Colombia y México, que lo llevan adelante otros socios.
Camp Leaders forma parte de Smaller Earth, una compañía británica con décadas en el negocio de los campamentos a nivel mundial, que está autorizada por el Departamento de Estado de Estados Unidos para operar en el país. Para este verano, Luis logró enviar a la nación norteamericana a 653 personas, un jugoso número si se considera que el total de la empresa fue de 9000.
La pandemia por Covid-19 que paralizó al mundo también causó estragos en este negocio. No obstante, señaló que pese a las dificultades, recibieron una demanda excesiva por parte de los campamentos, lo que, a fines de año, podría traducirse para él en una ganancia de entre 30.000 a 50.000 dólares.
La agencia funciona como una bolsa de trabajo. Certificada por la Asociación de Campamentos Americanos (ACA, por sus siglas en inglés), más de 500 campamentos, principalmente en el noreste del país, seleccionan a su personal dentro de los jóvenes que Mota y sus otros socios reclutan.
Además de un buen dominio del inglés, es necesario que los jóvenes se desempeñen bien en alguna actividad, por ejemplo, deporte, artes o música. Esto se debe a que, dentro de las funciones que desempeñarán mientras trabajan, tendrán que aplicar lo que saben como una manera de compartir con los chicos.
La agencia recluta jóvenes en 64 actividades. En Sudamérica, los países donde más contratan jóvenes son Colombia, Brasil y Argentina. En este último, el dominio más importante es en vela, tenis y circo. “Tenemos artistas de trapecio y lira que en invierno no tienen actividad en el sur y se anotan con nosotros para trabajar durante esos meses”, expresó Luis.
Los otros recaudos son administrativos, como lo es el pasaporte vigente, la carencia de antecedentes penales y la visa, en este caso la J1, que se expide a no inmigrantes que quieren visitar Estados Unidos como parte de un programa de trabajo y viaje o como joven profesional. Dentro del paquete que ofrece Luis, la persona solo debe pagar el costo del documento, ya que Camp Leaders se encarga del resto.
El venezolano es muy enfático en lo que a la visa se refiere y dio detalles acerca de su vigencia, que dura 90 días (prorrogable por 30 más) o hasta el 21 de septiembre, el fin oficial del verano; lo que ocurra primero. En ese sentido, advirtió que el documento no permite cambiar el estatus migratorio dentro de Estados Unidos, una pregunta muy frecuente entre los jóvenes que exploran la idea de irse a trabajar en vacaciones y luego “quedarse a probar suerte”.
Asimismo, explicó que es clave no tener un familiar directo (padres o hermanos) que esté en el proceso de trámite de asilo o residencia, ya que podría interpretarse como un truco para que, una vez finalizado el verano, intentar establecerse en el país.
Por último, la oferta de campamentos es variada dentro de Camp Leaders, debido a que existen al menos cuatro tipos de campamentos, desde los más tradicionales, donde los padres dejan a los chicos durante unas semanas, así como los familiares, donde adultos y chicos se adentran en el bosque americano para disfrutar del verano.
Entre los diferentes tipos, destacan los religiosos, como judíos, cristianos y católicos; y los que se dedican exclusivamente a personas con necesidades especiales. Si bien generalmente las temporadas son de siete semanas, este último tiene períodos de tiempo más cortos donde cada cinco días varía el foco. Allí asisten jóvenes con síndrome de Down, trastorno del espectro autista y con movilidad reducida.
“El programa busca que lleves la cultura de tu país para enriquecer la formación de los niños americanos con los que uno trabaja, para que en Estados Unidos conozcan otras culturas. La idea es que, al volver del campamento, los chicos comenten en casa, por ejemplo: ‘Mi consejero Luis, que es de Venezuela y vive en la Argentina, me contó que en donde nació se comen arepas, pero donde está ahora se comen empanadas horneadas’”, cerró.
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