Tiroteos masivos: cómo respondieron varios países ante casos como el de la escuela en Texas
Desde Gran Bretaña hasta Nueva Zelanda, varios gobiernos implementaron duras políticas tras ataques en masa
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WASHINGTON.- El tiroteo masivo del martes en la escuela primaria de Uvalde, Texas, se cobró las vidas de 19 chicos y dos maestras y se convirtió en la peor matanza escolar de Estados Unidos en casi una década.
La masacre se produjo apenas 10 días después de otro tiroteo masivo, en este caso en un concurrido supermercado de un barrio mayoritariamente negro de la ciudad de Buffalo, donde murieron 10 personas.
Pero el tiroteo de este martes es apenas el ejemplo más reciente de ese tipo de masacres en Estados Unidos, donde las armas de fuego son un tema de una enconada disputa entre demócratas y republicanos. Y como en los casos anteriores, los eventos del martes en Texas no solo suscitaron muestras de dolor e indignación, sino también renovados reclamos de controles más fuertes sobre las armas de fuego en ese país.
Son muchos los que alrededor del mundo se hacen la misma pregunta: ¿por qué no hace nada Estados Unidos para frenar la violencia armada?
Desde Gran Bretaña hasta Nueva Zelanda, estas son las políticas implementadas por algunos países ante sus propios casos de tiroteos en masa.
Gran Bretaña
En agosto de 1987, Michael Robert Ryan mató a tiros a 16 personas en Hungerford, Inglaterra, una masacre que por sus dimensiones conmocionó al país. En ese momento, el diario The Washington Post lo describió como “el peor incidente de ese tipo en la historia moderna británica”.
Ryan tenía 27 años, estaba desempleado, y usó una copia china de un rifle de asalto Kalashnikov AK-47, y varias armas más. Los móviles de Ryan nunca fueron esclarecidos, ya que el hombre también mató a su madre -su único familiar cercano- y luego se suicidó.
En respuesta a la masacre, el secretario del Interior británico, Douglas Hurd, ordenó una investigación sobre los permisos legales de Ryan para tener esas armas. La Ley de Armas de Fuego (reformada) de 1988, aprobada con el apoyo del entonces gobierno conservador de la primera ministra Margaret Thatcher, prohibió las armas semiautomáticas y restringió la venta de algunos tipos de escopetas. Pero esas armas eran poco usuales en Gran Bretaña, y por lo tanto la ley tuvo un impacto limitado. Pero después de otro tiroteo masivo en marzo de 1996, donde Thomas Hamilton mató a 16 niños y un maestro en la Escuela Primaria de Dunblane, Escocia, con revólveres de marca Browning y Smith & Wesson, se aplicaron restricciones más amplias.
La consternación de la opinión pública británica impulsó una fuerte campaña social que tomó el nombre de “Snowdrop”. La Ley de Armas de Fuego de 1997 terminó prohibiendo casi todas las armas de mano, y se recuperaron decenas de miles de armas en posesión de sus propietarios, a quienes se les pagó el valor de mercado. A partir de ese momento, la policía británica pasó años combatiendo la tenencia ilegal de armas.
La violencia con armas en Gran Bretaña llegó a su pico en 2005 y desde entonces se ha reducido gradualmente.
Los familiares de las víctimas de tiroteos masivos en Gran Bretaña dicen que su experiencia puede ayudar a Estados Unidos a evaluar una ley de control de armas.
“Hoy recordamos la masacre de Dunblane”, dijo Jack Crozier, hermano de una de las víctimas, durante una conmemoración de los hechos en marzo de 2021. “Pero tenemos que empezar a pensar en lo que pasa en otros lugares, especialmente en Estados Unidos.”
Australia
En abril de 1996, en los alrededores de la histórica prisión de Port Arthur, Tasmania, el australiano Martin Bryant, de 29 años, mató a 35 personas con un rifle semiautomático Colt AR-15 que había comprado legalmente. Fue la peor masacre de Australia en el siglo XX y fue pocas semanas después de los asesinatos de Dunblane, Escocia.
Los hechos de Port Arthur hicieron que la opinión pública de Australia se preguntar de pronto por las leyes de armas, que en Tasmania eran particularmente laxas. La isla, que tiene su propio gobierno, recién había empezado a exigir licencias de armas en 1988, y no obligaba a registrar los rifles.
El gobierno federal australiano, entonces dirigido por el primer ministro de centroderecha John Howard, llegó a un acuerdo con los gobiernos regionales para restringir la propiedad de escopetas y rifles automáticos y semiautomáticos. En apenas un año, el gobierno recompró 650.000 armas de fuego.
Algunos estudios posteriores revelaron que el programa tuvo éxito, y las estadísticas muestran que en los años transcurridos desde la recompra de armas particulares, Australia se convirtió en un país mucho menos violento.
En 2013, el exprimer ministro Howard escribió un artículo de opinión para The New York Times donde le pedía al entonces presidente Barack Obama que siguiera su modelo. “Pocos australianos se atreverían a negar que gracias al control de armas hoy su país es más seguro”, escribió Howard.
Nueva Zelanda
En marzo de 2019, Brenton Harrison Tarrant, de 28 años, abrió fuego en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, donde mató a 51 musulmanes con un rifle estilo AR-15. Menos de 24 horas después, la primera ministra Jacinda Ardern anunció que su país modificaría sus leyes de armas.
A diferencia de Australia, todavía Nueva Zelanda tenía regulaciones bastante laxas y un poderosísimo lobby pro-armas. Antes de la masacre de Christchurch, había unos 250.000 neocelandeses propietarios de armas, en una población total de 5 millones. Tarrant, un australiano que vivía en Nueva Zelanda desde 2017, había comprado legalmente esas armas, aunque les había introducido modificaciones ilegales.
Ardern logró reunir velozmente apoyo suficiente para endurecer las leyes, y en cuestión de días implementó medidas temporarias hasta que la nueva legislación fuese aprobada. Un mes más tarde, el Parlamento neocelandés aprobó los cambios, con abrumador apoyo de todos los partidos, y un solo voto en contra. Entre otras medidas contempladas en la ley está previsto un plan de recompra de armas, así como mayores restricciones a los fusiles tipo AR-15 y otras armas semiautomáticas.
Debido a la laxitud y falta de registros previos sobre esas armas, al principio las autoridades no sabían cuántas armas iban a poder recomprar. “En realidad era un cheque en blanco, porque no saben con cuántas armas se van a encontrar”, dice Joe Green, especialista en seguridad de armas y exdirector de control de armas de la Policía de Nueva Zelanda.
En 2020, el país aprobó una segunda batería de leyes y creó un nuevo registro que quienes tienen licencia de tenencia deben mantener actualizado cuando compran o venden un arma.
En una entrevista de junio de 2019, Ardern dijo estar pasmada por la reticencia de Estados Unidos a aprobar mayores controles. “Australia sufrió una masacre y cambió sus leyes. Para ser honesta, no entiendo a Estados Unidos”, dijo Ardern.
Canadá
En abril de 2020, vestido con un uniforme auténtico de la Real Policía Montada de Canadá y conduciendo un vehículo disfrazado de patrulla policial, Gabriel Wortman se embarcó en un raid delictivo de 13 horas en la zona rural de Nueva Escocia, donde mató a 22 personas, el mayor tiroteo masivo de la historia moderna de Canadá.
Wortman tenía 51 años, era dentista, y fue abatido por la policía en una estación de servicio de la localidad. La causa judicial reveló que Wortman estaba armado con dos rifles semiautomáticos y dos pistolas. El hombre no tenía permiso de tenencia y algunas de esas armas habían sido contrabandeadas desde Estados Unidos.
Dos semanas después, el primer ministro Justin Trudeau anunció la prohibición de más de 1500 marcas y modelos de “armas de asalto de estilo militar”, incluidos los rifles AR-15 y los fusiles Ruger Mini-14, utilizados en la tristemente célebre “Masacre del Politécnico” de 1989 que había dejado 14 muertos en la facultad de ingeniería de la Universidad de Montreal. La prohibición aplicada por el gobierno de Trudeau penaliza disparar, transportar, vender, importar o legar ese tipo de armas.
Trudeau, quien durante la campaña electoral de 2019 prometió endurecer las medidas de control de armas, dijo que su gobierno venía trabajando en esa prohibición desde antes de la pandemia. El Partido Conservador dijo que la prohibición, que se introdujo a través de medidas regulatorias, era oportunista.
En respuesta, el gobierno federal presentó un proyecto de ley para establecer el sistema de “bandera roja”, para penalizar nuevos delitos con armas, y para habilitar a los municipios a prohibir las armas de fuego a través de regulaciones que restrinjan su posesión, almacenamiento y transporte.
El año pasado, el gobierno también anunció un programa voluntario de recompra de armas de fuego prohibidas. Esa amnistía para los propietarios de ese tipo de armas vencía en abril de este año, pero fue extendida hasta el otoño de 2023 como un período de gracia para que la gente pueda cumplir. De todos modos, el gobierno de Trudeau ya está elaborando un programa de recompra obligatorio.
Adam Taylor, Amanda Coletta y Jennifer Hassan
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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