Tiene ocho años y mientras jugaba en el patio del colegio encontró una piedra milenaria que descolocó a los arqueólogos
Los profesores llamaron a los especialistas, quienes confirmaron sus sospechas; la niña encontró un vestigio de la Edad de Piedra
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Una niña de ocho años se divertía en el patio de su colegio en Noruega cuando una pequeña roca le llamó la atención. Atraída por su aspecto, decidió recogerla y mostrársela a sus maestros, quienes notaron que no era común y contactaron a las autoridades arqueológicas para que la examinaran más de cerca. El resultado demostró que aquella piedrecita era en realidad un objeto de la Edad de Piedra.
Elise encontró por causalidad esta pieza pequeña que estaba entre otras más grandes en su escuela en Vestland, según se informó en un comunicado de prensa el 2 de mayo.
En cuanto recibió el llamado de los docentes, la arqueóloga Louise Bjerre Petersen identificó al objeto, con el objetivo de precisar los datos sobre su origen. Al final, descubrió que era en realidad una daga de la Edad de Piedra de hace 3700 años. Las fotos evidenciaron que tenía un destacado color marrón y bordes afilados. La profesional lo escribió como un hallazgo “único y muy raro”.
Una esperanza tras el hallazgo
La niña precisó los detalles del lugar en el que había hecho su descubrimiento para que los arqueólogos excavaran la zona. No obstante, no se encontró ningún otro objeto de este tipo. En el comunicado se indicó que la daga fue entregada al Museo Universitario de Bergen.
Esta no es la primera vez que una niña sorprende a los adultos con un descubrimiento. En enero pasado, una pequeña de nueve años que soñaba con convertirse en paleontóloga hizo el hallazgo de su vida en una mañana de Navidad, cuando vio un enorme diente de 12 centímetros que pertenecía a un megalodón prehistórico.
Molly Sampson encontró la pieza en Calver Beach. Según relató en ese momento para CNN, su pasión por los vestigios era tal que solía caminar en las playas de Maryland en busca de algún diente de tiburón. Como ejemplo a seguir tenía a sus padres, quienes le inculcaron el amor hacia los fósiles.
Para Navidad, mientras otros niños preferían abrir sus regalos y pasar el día jugando, Molly le dijo a sus papás que lo que más deseaba eran unas botas de agua fría para poder salir a buscar dientes de tiburón en la bahía de Chesapeake. Se lo concedieron, así que, equipada y lista para la acción, comenzó la aventura. “Vi algo grande y parecía un diente de tiburón. Estábamos hundidos hasta las rodillas en agua”, contó.
Interés por la ciencia
Cuando intentó agarrar la pieza con una herramienta, se dio cuenta de que tenía un gran tamaño: “Estaba tan emocionada y sorprendida”, relató al medio citado.
Los Sampson llevaron este pedazo de historia al Museo Marino de Calvert, donde el curador de paleontología, Stephen Godfrey, confirmó que el diente pertenecía a un megalodón, que son animales que vivieron hace millones de años. Desde la perspectiva del experto, “esto es como un hallazgo único en la vida”. “Hay personas que pueden buscar toda su vida y no encontrar un diente del tamaño que encontró Molly”, dijo. A su vez, espera que el caso de la niña sirva para inspirar a otros a atender sus intereses científicos.
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