The Washington Post: “¿Preocupado por la inflación en Estados Unidos? En la Argentina es un estilo de vida”
Un artículo en el diario recuenta las estrategias para vivir con una suba de precios superior al 50% anual, después de que el índice de precios al consumidor en Estados Unidos llegara a un máximo de 7% en su país en 2021
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BUENOS AIRES.- Pedir pequeños préstamos. Renegociar los salarios. Comprar alimentos a granel.
La inflación transforma la forma en que la gente gasta, ahorra y piensa. Eso es cierto ahora para algunos en Estados Unidos, donde los precios subieron el año pasado un 7%, el ritmo más rápido en casi 40 años.
Pero ha sido la realidad en la Argentina durante décadas, donde la inflación superó el año pasado el 50%, y se espera que sea igualmente alta en 2022.
La larga y obstinada marcha de los precios en esta nación sudamericana ha inspirado una serie de estrategias para limitar los daños.
¿Comprar suficiente pasta de dientes para todo el año? ¿Guardar tantas latas como permita la alacena? ¿Mantener el freezer repleto de carne? Comprar productos básicos a granel puede parecer un ahorro de dinero. O mejor que ahorrar dinero, porque ahorrar dinero significa que se queda ahí mientras su valor cae.
Agustina Caparulo dice que cargar el tanque de nafta a pleno “es casi como invertir”, porque la próxima vez que vaya a la estación de servicio el precio será casi seguro más alto.
Más allá del costo monetario de la subida de precios, según los analistas, también hay un costo psicológico: la sensación de incertidumbre sobre el valor de los bienes y servicios, y el miedo a gastar más de la cuenta.
“En Estados Unidos se está gestando un proceso inflacionario, aunque desde niveles bajos”, dijo la economista Marina Dal Poggetto. “En la Argentina, venimos de numerosos años de alta inflación, lo que termina por torcer la mentalidad”.
Guillermo Oliveto, que dirige la consultora de consumo W, habla de una “cultura inflacionaria”. “Provoca un sentimiento permanente de todos contra todos”, dijo. “Casi todo el mundo pierde con la inflación, y la gente está en guardia todo el tiempo”.
Acumulación y cuotas
Una de las principales tácticas en este sentido es la acumulación de reservas. “En la medida en que puedo, trato de guardar todos los bienes posibles”, dice Ana Vienny, una jubilada de 63 años. En un momento dado, dice, tenía 48 latas de atún y suficientes botellas de vinagre para cocinar durante meses. “Al final, tuve que dejar de comprar porque sencillamente no había más espacio”.
Los productos no perecederos son un objetivo popular. “Siempre que veo un descuento, compro”, dice Nicolás Mónaco, un gerente de 32 años. “Podría tener ocho pomos de pasta de dientes en este momento”, dice. Y shampoo suficiente para un año y medio. Mientras no haya fecha de vencimiento, simplemente acumulo”.
Tomar préstamos también puede ser útil, siempre que la tasa de interés sea más baja que la inflación esperada.
Luego está el pago en cuotas. Los estadounidenses están familiarizados con los pagos mensuales de viviendas, automóviles y electrodomésticos. En la Argentina, las cuotas se aplican a casi todo. Sergio González, analista financiero, compró un solo frasco de mantequilla de maní el mes pasado por 300 pesos, menos de 3 dólares. Arregló para pagarlo en cuotas, sin intereses, durante los próximos 12 meses.
“Casi todo lo que podés hacer sin interés, lo hacés sin dudarlo”, dijo. “La idea es que aproveches la inflación ya que diluirá los pagos fijos futuros”.
Con una inflación del 1 por ciento por semana, generalmente más que las tasas de interés de los depósitos, el dinero que se encuentra en el banco pierde valor día a día. Ese es un fuerte incentivo para gastar lo que tienes tan pronto como lo obtienes. “Estimula una cultura de consumo porque el sentimiento es que los pesos de hoy valdrán menos mañana”, dice Oliveto.
Los sueldos generalmente se gastan rápidamente o los pesos se cambian a moneda extranjera lo más rápido posible. Hay una larga tradición aquí de comprar dólares estadounidenses como cobertura.
Pero en una economía de alta inflación, el mayor desafío podría ser hacer coincidir los ingresos con el aumento de los precios. Algunos trabajadores aquí renegocian los salarios trimestralmente, y cualquier aumento por debajo de la tasa de inflación es efectivamente un recorte salarial.
Es una lucha para muchos en un país con una gran economía informal.
“Una sensación de caos e imprevisibilidad son el núcleo de lo que crea la inflación en la mente”, dijo Enrique de Rosa Alabaster, psiquiatra que estudia ciencias del comportamiento. “Es un fenómeno que va mucho más allá de la economía… e inevitablemente se convierte en algo emocional”.
Todo por 2 pesos
No siempre fue así aquí.
La idea detrás del Todo x 2 Pesos les resultará familiar a los estadounidenses. Todo en esos locales se vendía a dos pesos. Era el equivalente argentino de Five Below en Estados Unidos.
A fines de la década de 1990, con la inflación bajo control, esos locales proliferaron. Y no solo en las calles de la Capital sino en la cultura popular, inspirando chistes, letras de canciones, incluso un programa de televisión.
Luego, los precios al consumidor aumentaron, se podían vender menos productos de manera rentable por 2 pesos y el modelo comercial colapsó. Las tiendas Todo x 2 Pesos hace tiempo que se extinguieron.
Uno de los efectos más duraderos de la alta inflación crónica es la pérdida del sentido del valor.
“En la Argentina, los precios ya no existen”, dijo Vienny. Eso significa que los argentinos frecuentemente pagan más por menos. Cuando los clientes encuentran un producto a un precio que perciben como barato, lo acaparan.
Las empresas también se adaptan para sobrevivir. El desorden de precios puede dar lugar a tácticas comerciales rentables: descuentos permanentes, en los que los locales suben los precios periódicamente para luego ofrecer rebajas.
Un supermercado podría ofrecer un 40 por ciento de descuento en vino los fines de semana; una tarjeta de crédito podría otorgar un 20 por ciento de descuento en ropa los miércoles. Eso deja a los argentinos marcando los días en el calendario por los descuentos que habrá.
“Todos suben un poco los precios porque saben que pueden ofrecer un descuento más tarde si han ido demasiado lejos”, dijo Oliveto. “¿Cuál es el precio real hoy en día de los bienes en Argentina? Se podría argumentar que nadie lo sabe con seguridad”.
Jorge Centeno es un ciudadano estadounidense que vive en Argentina desde hace casi cuatro décadas. Ha aprendido las tácticas. Cualquier dinero que ahorre, lo cambiará por dólares estadounidenses. Almacena toda la comida que le permite el freezer. Ejerce su energía buscando los precios más bajos.
“Literalmente vivo buscando ofertas y descuentos todo el tiempo”, dijo.
Por David Feliba
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