The Villages: la meca para jubilados en Florida que está en plena expansión y donde se respira trumpismo
A una hora de Orlando, la localidad atraviesa un boom exponencial de crecimiento y ya superó los 150.000 habitantes, cuando eran menos de 9000 al comienzo del siglo; el fenómeno forma parte de la explicación del vuelco conservador del estado
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THE VILLAGES, Florida.- Wendy Martin y su marido, Wayne, de 80 y 83 años, disfrutan de unos muffins de arándanos con vista a un lago, junto a su carro de golf, en una apacible mañana otoñal en The Villages, una meca para jubilados en el estado de Florida. “¿No ves mi cara de felicidad?”, pregunta la mujer, con una sonrisa cómplice, al hablar del resultado de las elecciones norteamericanas del martes pasado. “Los cuatro años de Donald Trump en el gobierno fueron increíbles, y estoy segura de que volverá a ser un gran presidente. El mejor”, afirma Wendy, junto a su marido desde hace 61 años.
“Somos canadienses y, desde hace nueve años, ciudadanos norteamericanos. Votamos siempre por Trump. Apoyamos la construcción del muro en la frontera con México: no queremos migración ilegal, sí legal, como vinimos notros”, explica la mujer, residente en The Villages desde 2005. “Cuando nos mudamos acá el anuncio decía: ‘Te agrega diez años de vida’. ¡Y es verdad!”, exclama sobre esta localidad planificada en los años 70 para adultos mayores, 90 kilómetros al noroeste de Orlando, y que atraviesa un boom exponencial de crecimiento.
El fenómeno The Villages no es aislado en Florida, una atracción para jubilados de todo el país, en su mayoría norteamericanos blancos de buen pasar económico que tienden a votar por los republicanos. Y forma parte de la explicación del vuelco conservador del estado en los últimos años que fogoneó la impactante victoria electoral de Trump aquí, donde le sacó 13 puntos de ventaja a Kamala Harris.
Con una población que ya supera las 152.000 personas, The Villages fue estadísticamente el área metropolitana de mayor crecimiento de Estados Unidos entre 2020 y 2023 (más de 5% anual), según datos oficiales, y el boom de construcción de casas no se detiene. En 2000, la población era de menos de 9000 personas.
“Es agradable compartir la vida con mucha gente que tiene pensamientos políticos similares”, dice a LA NACION Ronald Davis, un votante de Trump de 65 años y oriundo de Boston. Retirado hace tres años tras décadas de ejercer como abogado, en The Villages encontró su lugar en el mundo. “Desde que me fui, no volví a mi ciudad. Este lugar tiene todo para pasarla bien los 365 días del año”, cuenta, en una pausa de su práctica de básquet en el Centro Recreativo Lago Miona, uno de los tantos con los que cuenta la ciudad.
“Espero que Trump ponga control en la frontera, a cualquier precio. Y además confío en que resolverá las guerras en Ucrania y Medio Oriente. Es un hombre de paz”, señala, al explicar las razones de su voto. En campaña, Davis fue un asiduo participante de los golf cart parades –vehículos que están por toda la comunidad, incluso con carriles exclusivos- para respaldar al republicano. Otros prefieren no involucrarse tanto en política para no alterar la convivencia con vecinos demócratas, que también los hay.
William DeLuccio, presidente del Club Republicano de The Villages, dice a LA NACION que la proporción respecto a los votantes demócratas es “tres a uno”, y que la paliza electoral de Trump fue “un repudio a las políticas progresistas de Harris y Joe Biden”.
“El ánimo acá después de las elecciones es de mucha felicidad. Es un país más de derecha que de izquierda, quedó claro. La inflación fue tremendamente alta en esta administración y la gente lo que quiere es recuperar la economía”, sostiene.
DeLuccio cuenta que la noche electoral hubo una gran celebración en City Fire, el pub más concurrido en uno de los centros que agrupan comercios y restaurantes. “Éramos cientos de personas, hasta en la vereda. Este es un bastión republicano y nada cambiará eso”, afirma. Además del Club Republicano, The Villages también tiene un MAGA Club, fundado hace dos años, en consonancia con el rol preponderante que tomó el movimiento político Make America Great Again, “el mayor de todos los tiempos”, según el propio Trump.
Tal es el crecimiento de The Villages –la mayor comunidad de jubilados del mundo- que se expande por dos condados: Sumter y Marion, en los que el magnate neoyorquino sacó 68,3% y 65,5% de los votos, respectivamente. Hay más de 65.000 casas en un área de 88 km2 (casi la mitad de la Ciudad de Buenos Aires), y se planean construir otras 60.000 en los próximos 20 años. “Venden unas 3000 por año”, dice DeLuccio, en un recorrido junto a LA NACION. “Ahora es cuando empieza la temporada alta. Esto entre diciembre y enero parece Times Square”, exagera.
Robert Russell, agente local de real state, confirma el explosivo aumento de averiguaciones y operaciones que se concretan con clientes de todo el país, sobre todo de estados del norte con inviernos largos y crudos, como Michigan, Wisconsin y Nueva York.
“Este lugar nunca para, está activo todos los días del año”, destaca. También hace una diferencia entre los que se instalan full-time y los que llegan part-time, por entre cinco y siete meses. “Los llamamos snowbirds, porque buscan escapar del frío en sus lugares de origen”, explica a LA NACION. La edad mínima -en gran medida inflexible- requerida para ser propietario de una casa en The Villages es de 55 años.
Creado por el millonario desarrollador Harold Gary Morse, antiguo donante republicano y cuya familia es dueña de las tierras, The Villages está compuesto por 17 distritos de desarrollo comunitario, cada uno controlado por una junta de supervisores. También es reconocido por tener 56 campos de golf -diez de 27 hoyos y tres de 18-, la mayor proporción del mundo respecto a la población. El principal fue diseñado por Arnold Palmer, uno de los grandes golfistas norteamericanos de todas las épocas. Sus habitantes destacan la ventaja de tener a una hora de auto tanto playas como los centros comerciales de Orlando y su aeropuerto, uno de los más transitados y mejor conectados del país por ser la sede de Disney World.
Los desarrollos, a menudo distinguidos con nombres españoles (Hacienda Hills, Cordoba o Chula Vista, por ejemplo), bordean vías principales como El Camino Real o Buena Vista Boulevard. En su libro del año pasado The Aftermath: The Last Days of the Baby Boom and the Future of Power in America (Las secuelas: los últimos días del baby boom y el futuro del poder en Estados Unidos), el columnista de The Washington Post Philip Bump escribió que la comunidad de jubilados de Florida amante de Trump fue creada meticulosamente “para que los boomers en particular se sintieran cómodos y felices”, pero que tras su “idílica fachada” se esconde una crisis demográfica con impacto sociopolítico.
“Disney para jubilados”
En la plaza Lake Sumter Landing, rodeada de bares, restaurantes y cafeterías, hay un escenario en el que tocan bandas todos los días de la semana, de 17 a 21. “A veces se extienden un poco más porque la gente no se va”, se entusiasma Dan, de 76 años y oriundo de Michigan. Cientos de adultos mayores se juntan a escuchar y bailar, en un clima festivo, con cervezas y hasta habanos. Para muchos, más allá del clima, una realidad muy distinta de las grandes ciudades de las que vienen.
El promedio de edad en The Villages es de 68 años, versus una media nacional de 39; tiene el mayor concesionario de carros de golf de Estados Unidos, centros de salud, áreas para realizar todo tipo de actividades y mucho verde. Todo está planificado al detalle en el también llamado “Disney para jubilados”.
“Yo hace cinco años que llegué y me parece un lugar fantástico, para socializar y nunca aburrirse”, añade Dan, otro votante del líder republicano. “Ya vimos lo que [Trump] hizo en la otra presidencia. Arreglará las cosas que Biden hizo mal”, confía, subido a su carro de golf con el cartel Trump-Vance.
Marcia, de 75 años y también de Michigan, fue a la plaza con su perro, a escuchar música, tomar unas cervezas y encontrarse con vecinos. “Es hermoso, ¿no?”, pregunta. Cuenta que no le gusta mucho Trump y sus formas, pero que igual lo votó las tres veces en que fue candidato. “Lo que estaba enfrente era peor”, justifica, con la esperanza en que “arregle la economía y baje la inflación”.
La desazón demócrata
La otra cara de la moneda son los demócratas de The Villages, que en campaña también se movilizaron con golf cart parades por Harris, más modestos que los republicanos. “Estoy un poco deprimida por el resultado de la elección”, confiesa a LA NACION Diane Foley, de 73 años y presidenta del Club Demócrata local. “Solo nos queda levantarnos y seguir adelante”, agrega.
Foley dice que se acostumbró al rápido crecimiento de la población de derecha en la comunidad. “Definitivamente nos superan en número. Teníamos grandes esperanzas en Harris y su derrota fue un gran golpe. Todavía estamos de a poco recuperándonos”, señala, y cuenta que evalúa una mudanza por temas familiares y también para tomar distancia del clima político. “Creo que es hora de dar un paso atrás y mirar lo que pasará después”.
Como los republicanos, los demócratas también organizan encuentros con los miembros de sus clubes, en los que hablan de tópicos electorales y otras preocupaciones de la comunidad. “También se arman eventos sociales y deportivos. Muchas veces nos juntamos a jugar golf solo entre nosotros para hablar en un clima más armónico”, dice Katherine, de 73 años, que pasa siete meses al año en The Villages y cinco en Wisconsin. Se muestra triste por la derrota de Harris, y advierte por el rumbo que podría tomar Estados Unidos: “Creo que la gente no sabe lo que votó: no ve la película completa. La gente que rodea a Trump es muy peligrosa”.
Si los demócratas aquí tenían alguna esperanza de achicar el predominio republicano, los resultados del martes fueron un cachetazo. “Kamala no podía explicar problemas básicos, como sobre la economía. A mucha gente acá no le gusta la personalidad de Trump, pero igual lo vota porque quiere un hombre de negocios en la Casa Blanca”, señala Barbara, una banquera neoyorquina jubilada, de 75 años, mientras toma un vodka con soda en la barra del City Fire. “Venimos cuatro veces por semana”, dice junto a su marido, Patrick, de 76.
Jeannie no oculta su simpatía por Trump, y en su carro de golf lleva el cartel de campaña del ahora presidente electo. Tiene 68 años y hace tres que se mudó a The Villages desde Seattle, principal ciudad del estado de Washington, un bastión demócrata. “Políticamente hablando, es 100 veces mejor estar acá que allá”, afirma. “Es como vivir en una burbuja: una hermosa burbuja”, remata.
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