“Techo de la deuda”: una crisis que se repite en Estados Unidos con la amenaza latente de un default
El gobierno de Joe Biden debió comenzar a tomar medidas “extraordinarias” para poder pagar los gastos y evitar una cesación de pagos de la deuda; advertencias por el impacto global
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WASHINGTON.- Es como una versión del “Día de la Marmota”: Estados Unidos llega al límite legal de su endeudamiento, se desata una feroz pelea política en Washington entre republicanos y demócratas que estresa a los mercados financieros, arrecia el temor –que nunca llega a materializarse– de un default en la primera economía mundial, y finalmente, de una forma u otra, el Congreso vuelve a subir el límite del endeudamiento, o el llamado “techo de la deuda”, el Tesoro vuelve a emitir bonos, y la crisis se termina.
El techo de la deuda ya se elevó 79 veces desde 1960, pero la discusión siempre es una causa de tensión y crisis en Washington. Estados Unidos nunca cayó en default, pero estuvo particularmente cerca de hacerlo a mediados de 2011, durante el gobierno de Barack Obama, cuando Joe Biden era vicepresidente, y la pelea entre republicanos y demócratas por la deuda y el gasto se estiró más de lo normal. La puja política en medio del endurecimiento republicano por el avance ultraconservador del Tea Party fue tan dura que la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s rebajó a principios de agosto de ese año por primera vez en su historia su nota para Estados Unidos, de “AAA” a “AA+”.
El gobierno de Biden comenzó a tomar este jueves “medidas extraordinarias” para evitar que la administración federal sobrepase el límite legal de endeudamiento impuesto por el Congreso y, a la vez, poder pagar todos los gastos y evitar un default. Es un ejercicio de administración de caja, gastos y manejo contable al que los funcionarios norteamericanos están acostumbrados. Ahora, al igual que en las crisis anteriores, republicanos y demócratas se enfrentan a un duelo a ver quién pestañea primero.
La Casa Blanca quiere que el límite de endeudamiento sea elevado sin demandas de recortes bajo el argumento de que el gobierno debe pagar gastos que ya fueron aprobados por el Congreso, mientras que los republicanos, que ahora controlan la Cámara de Representantes, exigen una revisión para hacer un ajuste antes de avalar más endeudamiento.
La deuda de Estados Unidos tiene un límite actual de 31,3 billones de dólares, equivalente a alrededor del 120% del PBI, casi el doble respecto del nivel que tenía hace dos décadas, a principios de siglo. El gobierno de Biden acusó a los republicanos de actuar “en contra de la salud de la economía al decir que planean mantener el techo de la deuda como rehén para forzar cambios” con recortes en programas sociales como Medicare, Medicaid, la Seguridad Social, o educación e investigación. Los demócratas además remarcan que durante el gobierno de Donald Trump hubo un acuerdo bipartidista para elevar el techo de la deuda en tres ocasiones sin peleas.
La discusión encuentra ahora un Congreso particularmente radicalizado y dividido. La última vez que el techo de la deuda se elevó, en 2021, los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso. Ahora los republicanos tienen en sus manos la Cámara de Representantes, y su bancada se ha radicalizado con el avance de una camada de legisladores ultraconservadores alineados en su gran mayoría con Trump.
“Si tuviera un hijo y le diera una tarjeta de crédito, y siguiera llegando al límite, no seguiría aumentándolo. Primero verías en qué estás gastando tu dinero, y cómo se puede recortar”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. “Creo que están tratando de llevarnos a la bancarrota”, agregó McCarthy sobre el gobierno de Biden.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, le envió una carta a McCarthy reforzando la línea oficial al señalar que subir o directamente suspender el techo de la deuda “no significa autorizar nuevos gastos”, sino simplemente permitir el acceso al financiamiento para solventar los gastos que el Capitolio ya aprobó. Pero la discusión ofrece una oportunidad demasiado atractiva para forzar cambios en el presupuesto de Estados Unidos, una oportunidad que los republicanos nunca dejan de aprovechar.
La discusión política en Washington encrispa a los mercados y al establishment financiero internacional. Desde Davos, la subdirectora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath, dijo en una entrevista con Bloomberg: “Ya hay suficiente incertidumbre, suficientes riesgos con los que tenemos que lidiar. Esto no debería ser un riesgo adicional para Estados Unidos o el mundo”.
Yellen se preocupó también en poner sobre relieve el “daño irreparable” que implicaría un default para la economía de Estados Unidos y las finanzas globales. Se trata de un escenario que nadie, en última instancia, cree que se alcanzará. Pero de todos modos está ahí, como una nueva amenaza latente para una economía global abrumada por problemas.
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