Son argentinos, triunfan en Broadway y cuentan lo más difícil del ambiente artístico en Nueva York
La creatividad latina para hacer más con menos, la solidaridad entre compatriotas y el funcionar como bisagra para conectar a dos partes del mundo en la industria del teatro son piezas fundamentales en el éxito de Valentina Berger y Ricardo Hornos, nominados a los premios Tony
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Un helado de dulce de leche y tomar un café con su abuela, esas “cosas chiquitas” son significativas para Valentina Berger cuando el avión que la lleva desde Nueva York aterriza en Buenos Aires. Por otro lado, el caos de la “ciudad que casi no duerme” es motivo del recuerdo de Ricardo Hornos, sin importar que viva en la que llaman “la capital del mundo”. Hoy, ambos productores de teatro miran desde lejos, pero no distantes, hacia Argentina, mientras esperan la gala de los Premios Tony, el certamen más importante que reconoce a lo mejor de Broadway.
A pocos días de la entrega de los premios, el 12 de junio, hablan con LA NACION y dejan ver que la felicidad es más grande que los nervios. A decir de Ricardo, ganador de tres Tony y productor de decenas de creaciones artísticas como The Curious Incident of the Dog in the Night, Angels in America y Hadestown, la tensión vibra distinto en comparación con la de un gran estreno y, peor, a la espera de la crítica de una obra recién presentada: “Esa noche en la cual estás esperando la crítica, esa crítica del NY Times, que estamos todos ahí, y de repente estás en la fiesta post-estreno y te das cuenta si sube el nivel de adrenalina de la gente o si se desinfla completamente la fiesta porque la crítica fue mala”.
Minutes, en competencia por Mejor obra, y Company, entre las nominadas por Mejor reposición de un musical, son el orgullo de los productores no solo por el reconocimiento que implica entrar a la terna sino porque, con la pandemia de por medio y ese camino cuesta arriba, tener al público de vuelta en los teatros es un enorme respiro para quienes dedican sus días a esta industria. No es para menos al considerar los enormes costos para llegar a la cartelera de Broadway, de cinco y hasta 12 millones de dólares, en el caso de un musical. Un panorama muy distinto al que se vive en Latinoamérica con presupuestos más discretos.
Valentina y Ricardo, quienes también comparten créditos de la obra Madres, mantienen el vínculo con Argentina a pesar de haber migrado a los 18 y 24 años, respectivamente, a la Gran Manzana para estudiar. El viaje, que no implicaba la permanencia por tantos años, se convirtió entre pasantías y trabajos de principiante en el camino a una vida ligada al teatro y las grandes producciones que también han llevado a su país. Tener la camiseta bien puesta les permite reconocer las oportunidades que ser latino abre en territorio ajeno: “Lo que me hizo resaltar por sobre los americanos es que siempre resolvía de alguna forma u otra, le encontraba la vuelta y podía resolver. Sabía un poco de todo, que está bueno”, dice la productora, que además ha trabajado en la comunicación de más de 50 obras dentro y fuera de Broadway entre las que se encuentran Once, Matilda, Rock of Ages, Les Misérables, Mamma Mia y Rocky.
Ricardo, quien se abrió paso con Evita, el revival de Andrew Lloyd Weber, coincide en la creatividad como fortaleza: “Si hay algo de la flexibilidad que te da crecer en sociedades con menos estabilidad económica y quizás menores recursos e infraestructura y demás, te obliga a ser mas creativo”. Pero tras años de experiencia, han superado la frase “grass is always greener” para reconocer que “hay pros y contras en cada país, en cada sociedad, y lo que tratamos en donde estemos es maximizar los pros y minimizar los contras”, añade.
Una escuela de teatro musical que empezó a operar en 2009 para conectar a jóvenes latinoamericanos con los mejores profesionales alrededor del mundo es el brazo que Berger extiende para que otros vivan de cerca la experiencia y puedan quedarse. Go Broadway ha encaminado a más de 15.000 alumnos en el aprendizaje del trabajo bajo los reflectores y también tras bambalinas.
La dificultad más grande
En cuanto a las diferentes culturas en los grupos de trabajo, Ricardo comenta: “No son tan diversos en cuanto a latinos (...) En Hollywood, también tienes ese problema, hay más énfasis en el color de piel y no tanto en lo latino versus anglo, entonces todavía hay una presentación un poco más baja en el mundo de Broadway”. A su vez, reflexiona sobre la vocación por el teatro de los latinos que emigran a Estados Unidos, un fenómeno, a su parecer, más común en el cine y la televisión: “Hay que tener mucha vocación artística para sostenerla porque no te garantiza nada económicamente, es un riesgo, entonces creo que ese elemento también está presente”.
Pero el hecho de incrementar la representación latina multiplica las oportunidades para otros, como asegura Berger: “A nivel proyecto, yo siempre que puedo doy una mano, creo que es lo lindo que hay en Nueva York, es que entre todos los argentinos que hay mucha solidaridad y cada uno que llega, recibe (...) Hay un par de mujeres trabajando en teatro en Nueva York y estamos todas conectadas, está buenísimo”.
Precisamente así, tendiendo puentes, fue como Berger y Hornos se conocieron: “Nos cruzamos un día en el consulado de Argentina, que es un lugar que une y conecta a todos los argentinos. Ahí, Ricardo me comentó de los proyectos que estaba trabajando y me invitó a sumarme, así que desde ahí, ese fue nuestro primer proyecto y después se fueron dando otros”.
La colaboración ha llegado tan lejos que su próximo proyecto será una película musical con todo lo que implica, especialmente los enormes presupuestos. “El cine nunca cansa y sobre todo planear un proyecto tan ambicioso como este para hacerlo en Sudamérica. Por ahora venimos con mucha buena suerte, el viento va inflando nuestras velas, pero supongo que será un desafío, expresa Ricardo con una sonrisa en el rostro. Su película En la mira, un thriller policial, estrenó a finales de abril en Argentina y Uruguay.
“Lo que me hace especial es ser argentina y uso la camiseta con mucho orgullo”, así resume Valentina Berger el sentimiento de comenzar una vida lejos de casa. “En todas las oficinas donde trabajé, terminaron todos tomando mate y comiendo chocotorta”.
Ganar en una o las dos nominaciones de los Premios Tony no modifica el camino, afianza su convicción por seguir produciendo y uniendo a dos o más puntos distantes del mundo en torno al teatro.
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