“Semana del infierno”: el brutal entrenamiento de los marines de Estados Unidos en el que murió un cadete

Los Navy Seals o, en español, los equipos de Tierra, Mar y Aire de la Armada de los Estados Unidos, son la fuerza de elite de toda la estructura militar de ese país. Son los que están preparados para ejecutar las misiones especiales más riesgosas en defensa de su país en cualquier lugar del planeta. Pero para llegar a integrar este grupo de excelencia es necesario, entre otras cosas, pasar por un durísimo período de entrenamiento conocido como ‘Hell Week’, o ‘Semana del Infierno’.

Este es un adiestramiento que puede llegar a ser tan extremo y demandante que la semana pasada la propia Marina informó que un soldado murió, luego de completar su Semana del Infierno, en un hospital de Coronado, en California, mientras que otro compañero suyo terminó internado en un centro médico de la ciudad de San Diego.

Los candidatos a ser Navy Seal deben superar un período de 24 semanas de entrenamiento de supervivencia en tierra y agua y tácticas de combate llamado BUD/S, para prepararlos a desenvolverse en situaciones de guerra o acciones especiales. Los Navy Seals fueron, por ejemplo, quienes ultimaron a Osama ben Laden en Pakistán, o quienes invadieron Panamá en 1989 para acabar con la dictadura de Manuel Noriega.

Cómo es la Semana del Infierno

Dentro de este adiestramiento de los soldados de elite estadounidenses se incluye la Semana del Infierno, que consta de cinco días extenuantes en la que los reclutas prueban al máximo su fortaleza física y mental y su capacidad de soportar el dolor al tener que atravesar una serie de rigurosas pruebas.

La Semana del infierno es tan extrema que solo el 50 o 60 por ciento de cada camada de candidatos a formar el cuerpo de elite logra superarla.

El desafío arranca el domingo a la medianoche y se extiende hasta el siguiente viernes, se realiza en las costas de California o de Florida. Los reclutas pueden dormir apenas cuatro horas y es frecuente que finalicen cada jornada hambrientos, sucios, mojados, embarrados y llenos de arena. Su objetivo cada minuto es no rendirse y superar cada uno de los retos hostiles que le plantean sus instructores.

“En esta semana la fuerza mental es un 90 por ciento más importante que la física. Sus cuerpos seguramente están preparados para esto y mucho más, pero la cabeza es la que los ayuda a caer o no derrotados”, señala uno de estos instructores al sitio Men’s Health.

Los reclutas se levantan antes de que salga el sol, a las cuatro de la mañana, y durante dos horas realizan un entrenamiento físico que incluye pruebas de carreras, saltos de obstáculos y demás ejercicios, mientras que los instructores les arrojan agua con mangueras.

Después llega la hora del desayuno y la limpieza de las habitaciones, algo que se hace velozmente, clases de primeros auxilios, y luego, más pruebas de resistencia física: dominadas, saltos, flexiones de brazos y abdominales a repetición en series interminables hasta la hora del almuerzo. Luego, más actividades físicas, pero esta vez en el agua: natación, remo, incursiones submarinas.

Llega la hora de la merienda, charlas de estrategia militar y más pruebas físicas. Siempre exigiendo al máximo el cuerpo, y siempre a merced de los manguerazos de los superiores. La idea de los oficiales es machacar física y mentalmente a los reclutas, quitarles la moral, para hacerlos resistentes al dolor y las adversidades u obligarlos a bajarse del barco.

Tras la cena, a dormir, y otra vez, al día siguiente, la misma rutina.

Los reclutas señalan que lo más terrible de la Semana del infierno, más allá de la dureza de las pruebas físicas, es luchar contra la falta de sueño. Lo mejor que pueden hacer es mantenerse activos para no dormirse y aprovechar cualquier momento mínimo de descansos para dar una cabeceada breve. Para ello, cuentan con una técnica fácil para dormirse en solo dos minutos.

Pero luego, deben volver a ponerse en ritmo y superar las pruebas y adversidades para llegar enteros hasta el final de la extenuante semana de entrenamiento.

La muerte del recluta

Sobre la muerte del recluta ocurrida tras esta dura etapa de entrenamiento se sabe que ocurrió el pasado 4 de febrero en el Hospital Sharp Coronado, de Coronado, en California y la marina señaló que estaban investigando cuáles habían sido las causas del deceso. El otro soldado, que se encontraba estable, fue derivado al Centro Médico Naval de San Diego, también en California.

El último caso mortal en un entrenamiento de los Navy Seals había ocurrido en 2016, cuando el cadete James Derek Lovelace se ahogó en un ejercicio en una pileta de Coronado. El joven, de 21 años, vestido y con zapatos puestos, trataba de mantenerse a flote en el agua mientras su instructor lo empujaba hacia abajo en un simulacro de combate. De pronto, el cadete perdió el conocimiento y murió.

Este fallecimiento fue caratulado inicialmente como homicidio por el médico forense de San Diego. Pero una año más tarde, luego de una investigación, la Marina dijo que no presentaría cargos penales por el ahogamiento del recluta. Según la información de la Marina de los Estados Unidos, una autopsia reveló que el soldado tenía un corazón agrandado que habría contribuido a su muerte. También, tenía una arteria coronaria anormal, algo que se puede asociar a la muerte súbita, especialmente en atletas.

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