Se mudaron a una casa rodante por 5000 dólares en Denver, pero sus vecinos les hicieron la vida imposible: “Fue aterrador”
Una pareja decidió comprar un vehículo para vivir, en lugar de residir en una casa tradicional, y un grupo de residentes les arruinó su sueño
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Una pareja de estadounidenses cumplió su deseo de residir en una casa rodante, pero sus planes se arruinaron por la actitud de sus vecinos. Mientras que ambos deseaban poder estar tranquilos en su hogar, las autoridades y los otros habitantes los obligaron a marcharse. No tenían a dónde ir, así que tuvieron que quedarse en un granero y en su propia camioneta durante varios meses.
La historia comenzó en 2017 cuando Hannah Cole había terminado de pagar sus préstamos estudiantiles y ya no quería estar en la casa de sus abuelos, en Wisconsin. Junto a su novio Tom Tarczon, analizaba si era mejor comprar una propiedad o alquilarla, pero ninguna de las dos opciones la convencía por completo. “No quería deberle nada a nadie y tampoco estar atado a nada”, dijo Cole para Insider. Fue así que la pareja optó por comprar una casa rodante por 5000 dólares para reflexionar si valía la pena hacer una inversión más grande en una construcción.
Por un tiempo, estuvieron tranquilamente en Littleton, Colorado, hasta que se vieron obligados a buscar un nuevo lugar cuando el dueño del terreno les avisó que se mudaría. Entonces, se instalaron en Evergreen, un pueblo cercano a Denver que se ubica en las montañas. “Cuando nos cambiamos a la propiedad por primera vez, creíamos que era genial. Estábamos exactamente donde siempre imaginamos”, destacó Cole.
Sin embargo, sus vecinos comenzaron a vigilarlos y a quejarse con las autoridades: “Tuvimos la sensación de que no nos querían allí”. Uno de ellos los denunció por arrojar ilegalmente aguas negras, a pesar de que su casa ni siquiera tenía tuberías para eso. En ese momento, los oficiales de la División de Planificación y Zonificación del Condado de Jefferson inspeccionaron su propiedad. “Fue frustrante. Solo queríamos vivir en nuestra casa. Fue muy decepcionante”, aseveró la mujer.
Al parecer, los vecinos creían que Tarczon y Cole vivían de la comunidad, pero no era así. “Gran parte de nuestras finanzas se destinaron al pueblo”, aseguró él. Para intentar molestar un poco menos, decidieron mover su cámper a un sitio más escondido, al mismo tiempo que comenzaban a construir una pequeña casa de madera en el mismo lugar. Sin embargo, tampoco funcionó.
De acuerdo con el testimonio de la pareja, los vecinos se acercaban lo más que podían a su casa para verlos a través de binoculares. “Fue muy aterrador. Llegó al punto en que salíamos corriendo a hacer algo y nos poníamos nerviosos por lo que le pudiera pasar a nuestra casa mientras no estábamos”, afirmó Cole. La situación empeoró cuando la junta de zonificación local aprobó una nueva orden, en la que se prohibía que la gente viviera en casas rodantes por más de dos semanas al año.
Vivieron en lugares inimaginables
A partir de ese momento no tuvieron opción: dejaron su cámper y se mudaron a un hotel, algo que los hizo gastar mucho dinero por dos meseso. “Tuvimos que luchar. Las finanzas estaban muy ajustadas. Estábamos poniendo todos nuestros ingresos en la construcción de esta casa”, declaró Cole. Buscaron otra alternativa, pero lo único que los ayudó fue que el dueño de la propiedad donde vivían les prestara un viejo granero. Allí, colocaron pisos y lonas improvisadas, usaron hamacas como cama y trataron de adecuarse de la mejor forma posible. “Fue desgarrador”, manifestó Tarczon.
Luego de un tiempo, decidieron que no podían vivir así y se mudaron a su camioneta, a pesar de que sabían que no sería tan cómodo. Cole dormía en el asiento trasero con su perro y Tarczon, en el asiento del conductor, con su otro can como copiloto. “No podía entender cómo llegamos a este punto. Fui a la universidad, conseguí un buen trabajo, ¿cómo estoy sin hogar? Otra parte difícil era ir a trabajar por la mañana, saber de dónde venías y estar con tus compañeros de trabajo que están en una situación totalmente diferente”, aseguró la mujer.
El final feliz
Afortunadamente, la pareja pudo terminar las obras de su pequeña casa tradicional y ahora vive en ella. En 2019, compraron una propiedad “de ensueño” en Holcombe, Wisconsin. Está correctamente zonificada y alejada de los vecinos, por lo que ellos ya no tendrán que preocuparse por eso. “Todavía tengo que pellizcarme que esta resultó ser nuestra realidad. Hubo tantas veces que sentimos que el sueño se desmoronaba”, concluyó Cole.
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