El banquero dice que este sistema tiene un grave problema; cuál es la controvertida propuesta del inversor
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“¿Qué salió mal con el capitalismo?”. Esa es la pregunta y el título del nuevo libro del analista e inversor Ruchir Sharma, un banquero que ha hecho casi toda su carrera en Wall Street.
Después de crecer en India y Singapur, trabajó para algunos de los nombres más importantes del Distrito Financiero de Nueva York, una experiencia que asegura le dio un punto de vista ideal para observar cómo fluye el dinero a través de la economía global.
¿Su conclusión? El capitalismo actual no está alcanzando su verdadero potencial.
Autor de exitosos libros como “El ascenso y la caída de las naciones: fuerzas del cambio en el mundo poscrisis” o “Naciones emergentes: en busca de los próximos milagros económicos”, Sharma es presidente de la firma Rockefeller Capital Management, fundador y director de inversiones de Breakout Capital.
Vivienne Nunis, periodista del programa de radio Business Daily de la BBC, se sentó a conversar con el autor en Londres para profundizar en algunas de esas críticas.
Lo que sigue es una adaptación hecha a partir del programa radial.
“Este libro es una historia revisionista del capitalismo”, dice Sharma en diálogo con la BBC.
Y parte del interés en escribir sobre este tema está relacionado con su historia personal.
El banquero creció en la India de los años 70 y 80 cuya naturaleza era “muy socialista”, recuerda el autor, incluyendo medidas como la nacionalización de los bancos. En ese contexto, “crecí aspirando a ser un capitalista”.
Sharma fue a vivir con su familia a Singapur, donde le impresionó la libertad económica y la “prosperidad”, en contraste con lo que había visto en su país de origen. Ese contraste influyó directamente en su visión del mundo.
Su siguiente destino fue Estados Unidos, la economía más grande del mundo. Trabajando en las entrañas del capital, Sharma comenzó a preguntarse por qué en los países occidentales tanta gente joven afirma que preferiría vivir en el socialismo, y a reflexionar sobre qué ha fallado en el sistema capitalista, al punto que muchos se hayan vuelto escépticos.
En “¿Qué salió mal con el capitalismo?” argumenta que parte de la culpa la tiene el gigantesco gasto en el que han incurrido los gobiernos, adictos a endeudarse, y los bancos centrales, al estimular la economía inyectándole dinero al sistema, en vez de dejar que las fuerzas del mercado restauren los equilibrios.
Al mismo tiempo, señala, “en las últimas décadas ha habido una perversión del capitalismo. Las personas que se están beneficiando del capitalismo, no deberían ser los grandes beneficiarios”, dice.
“Algo está mal cuando ves que la gente que más ha prosperado en los últimos 20 años, son las mismas personas que tienen gran acceso al financiamiento. Ha habido una explosión de multimillonarios”, agrega.
Hoy en día, Estados Unidos alberga a más de 800 multimillonarios (en conjunto, su riqueza asciende a casi US$6 billones, según Forbes), más del doble de lo que había antes de la pandemia.
Pero Ruchir Sharma dice que si bien los multimillonarios son un blanco obvio para los críticos de la creciente desigualdad, hay un culpable más disimulado: la caída en el crecimiento de la productividad.
Si las empresas producen más, afirma, el pastel económico puede crecer para todos, lo que permite a las empresas aumentar los salarios sin provocar inflación.
Y aunque en el pasado estaba permitido que las empresas débiles fracasaran, en las últimas décadas, indica, las llamadas “empresas zombis” se mantuvieron con vida gracias a los bancos centrales decididos a mantener bajas las tasas de interés, como ocurrió a lo largo de la década de 2010.
Además, sostiene el experto, los bancos comerciales en problemas, considerados demasiado grandes para quebrar, han sido apuntalados por rescates gubernamentales, una política con la que está en desacuerdo.
“Los locos años 20″
Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que tales acciones se consideraban perjudiciales a la forma en que debería funcionar el capitalismo.
Revisando la historia de Estados Unidos, Sharma se remonta a los años 20, una época que muchos asocian con una era glamorosa de jazz, liberación social y prosperidad creciente.
Sin embargo, al inicio de esa década hubo una profunda crisis económica conocida como La Depresión de 1920-1921, ocurrida después del fin de la Primera Guerra Mundial, que duró relativamente poco, pero fue muy dolorosa.
El analista argumenta que se pueden aprender importantes lecciones sobre la política de “no intervenir” aplicada en ese entonces. Lecciones, añade, que muchas veces han sido olvidadas.
¿Qué pasó en aquellos años?, ¿por qué la política anti-intervención fue tan buena según él?
El gasto y el endeudamiento del gobierno de Estados Unidos se habían disparado durante la Primera Guerra Mundial.
Luego, cuando la economía intentó adaptarse a los tiempos de paz, la gente se apresuró a comprar bienes que anteriormente habían sido racionados y la inflación escaló.
Mientras tanto, las tropas que regresaban a casa engrosaban rápidamente las filas de quienes buscaban trabajo.
A medida que la recesión se abrió camino, los precios cayeron y la actividad empresarial se vino abajo, pero la Reserva Federal insistió en subir las tasas.
Unos 500 bancos nacionales quebraron en 1921, mientras la producción industrial se desplomaba y el desempleo se duplicaba.
Eso podría sonar devastador, pero Sharma dice que aquel enfoque de no intervenir (dejando que la crisis siga su curso, sin inyectarle dinero a la economía, ni aumentar la deuda pública, ni rescatar a los bancos), funcionó.
Ese enfoque permitió eliminar de la economía a los que tenían un desempeño débil y que la crisis terminara en sólo 18 meses, argumenta.
“Tuvimos una increíble prosperidad después del período de no intervención. La gente aprendió la lección de que si no intervienes, los débiles quedarán marginados”, señala.
¿Y en la actualidad?
A diferencia de lo que ocurrió en esa época, en años más recientes, las respuestas de los gobiernos y los bancos centrales frente a las crisis económicas en el mundo han sido muy diferentes.
Está el ejemplo de la Gran Crisis de 2008, cuando grandes bancos fueron rescatados.
En esa crisis, “la recuperación económica fue débil. Muchos economistas pensaron que la lección era que deberíamos haber hecho más”, dice Sharma.
Unos años después, durante la pandemia de 2020, en medio de una brutal crisis humana y económica, una vez más las autoridades intervinieron inyectando grandes cantidades de dinero.
“Los gobiernos anunciaron grandes confinamientos y administraron estímulos. La idea fue que era mejor equivocarse por exceso que por falta de acción”, sostiene el autor, aunque advierte que tampoco se trata de no hacer nada.
“Sí, en las crisis los gobiernos deben intervenir. Pero esta vez el estímulo fue tan masivo que provocó un aumento de la inflación y también de los precios de los activos”.
A lo que se opone, apunta, es al exceso de intervención estatal y monetaria.
Comenta que hasta la década de los 70, las autoridades se resistían a intervenir la economía. En esos años, “no se suponía que rescataran al sector privado”
El problema es que ahora “hay una cultura del rescate”, según afirma.
Intervenir en épocas de crisis
En el otro lado de la balanza, hay muchos economistas que defienden las intervenciones económicas en épocas de crisis.
Uno de ellos es Ben Bernanke, expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, que lideró el rescate del banco de inversión Bear Sterns a principios de 2008.
“Estaba preocupado, pero me sentí muy cómodo con la decisión”, dijo Bernanke en el programa de la BBC Marketplace, cuando se cumplió una década del rescate.
Y sumó: “Si Bear Stearns hubiera fracasado de manera incontrolable, eso habría repercutido en el sistema financiero causando mucho daño”.
Poco después, otros bancos de inversión quedaron al borde del precipicio y Alistair Darling, entonces Ministro de Hacienda en Reino Unido, intervino con el mayor rescate bancario en la historia británica.
“Claro que da miedo, era como una catástrofe tocando a la puerta, pero me tomó un nano segundo pensar que no podíamos dejar que eso pasara”, sostuvo.
¿Quién tiene razón, entonces? ¿Deberían intervenir los responsables políticos y apoyar a las empresas privadas para frenar los daños cuando se produce un desastre, o deberían aceptar el sufrimiento a corto plazo para en el futuro obtener ganancias de productividad?
Es una cuestión que es poco probable que se resuelva pronto.
Por ahora, Ruchir Sharma dice que se deberían esbozar algunos planes, antes de que se produzca la próxima crisis.
“Tracemos las líneas ahora”, dice, para que los gobiernos tengan una hoja de ruta en caso de que se produzca una crisis financiera. Elaboremos un plan hoy. No siento que los estemos diseñando”, cierra.
Por Vivienne Nunis
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