¿Qué haría Trump frente al mundo si vuelve a la presidencia? Del impacto a la guerra en Ucrania al vínculo con América Latina
Los especialistas creen que el expresidente apostaría a un aislacionismo incluso mayor al del primer mandato y en un mundo más turbulento que entonces; los aranceles y la inmigración, los ejes clave hacia la región
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MIAMI.- Un estilo personalista e imprevisible, mayor inestabilidad y redefinición de las alianzas internacionales, más aislacionismo de Estados Unidos y vínculos con líderes controvertidos. El mundo ya experimentó gran parte del dossier de Donald Trump en política exterior durante su primera presidencia, entre 2017 y 2021, y las señales que dio en esta campaña no parecen diferir demasiado, en un mundo más turbulento por las guerras en Ucrania y Medio Oriente, y el desafío militar y comercial que representa China.
La política de “Estados Unidos primero” con la que Trump ganó las elecciones de 2016 generó en su momento un reseteo de la gestión de la política exterior de la Casa Blanca nunca antes visto, apuntan los analistas, y ahora los aliados tradicionales –como Europa occidental y la OTAN- vuelven a estar en guardia ante la posibilidad de una victoria del republicano ante Kamala Harris, muy parejos en las encuestas.
Los expertos en política exterior consideran que los norteamericanos están ante una decisión crucial el martes: decidir si, en plena ebullición global, Estados Unidos vuelve al aislacionismo con Trump o refuerza con Harris el enfoque internacionalista de Joe Biden.
“El estilo de Trump le inyecta inestabilidad a las relaciones internacionales. Es lo más opuesto a la formalidad de la diplomacia. Creo también que una segunda administración suya redefiniría la política exterior de Estados Unidos en una dirección que denominaría como realismo personalista”, apunta a LA NACION el politólogo argentino Aníbal Pérez-Liñán, profesor de estudios globales en la Universidad de Notre Dame, en Indiana.
“Lo fundamental es el interés personal de Trump como líder nacional. Ese modelo le permite forjar alianzas con personas que son como él, de manera muy natural, como con Vladimir Putin y Viktor Orban. Hay líderes con los cuales él naturalmente conecta porque también tienen una lógica de realismo personalista en las relaciones internacionales”, explica Pérez-Liñán, que cree que el republicano tendría una buena relación con Javier Milei en el espacio ideológico “de la derecha radicalizada global”.
Respecto a la invasión rusa a Ucrania, una guerra que desde febrero de 2022 repercute a escala mundial, Trump insiste en que nunca debería haberse producido y que con un acuerdo “justo” él la habría evitado, presumiblemente uno en el que Ucrania –algo que Volodimir Zelensky rechaza- debería haber aceptado entregarle a Rusia una parte de su territorio en el este del país.
¿Será esa la idea que Trump tiene en mente cuando dice que pondría fin a la guerra en un día? En Europa, los aliados de Kiev temen que un corte abrupto de la ayuda militar norteamericana cambie las reglas del juego en el campo de batalla, tras más de dos años y medio. En junio pasado, Trump describió a Zelensky como “el mejor vendedor de todos los políticos, que cada vez que viene a nuestro país se va con 60.000 millones de dólares”, dijo, al referirse a la asistencia de Washington, que en el último tiempo encontró algunos obstáculos en el Congreso.
“Tendré eso resuelto antes de tomar la Casa Blanca como presidente electo”, prometió Trump, quien recibió a Zelensky en su última visita a Nueva York. Allí el magnate de jactó de mantener “una muy buena relación” con Putin.
Pérez-Liñán estimó que como Trump tiene una orientación mucho más cercana al presidente ruso, la relación con Europa y la OTAN se debilitará, como ya había pasado en su primera administración. “Creo que la Unión Europea está preparada para eso. Es parte del cálculo de riesgo que tiene actualmente”, evaluó.
Thomas Hanson, exdiplomático norteamericano y actual profesor de la Universidad de Minnesota, remarcó que en muchos casos los asesores de Trump, cuando era presidente, “hicieron cosas diferentes de lo que él parecía estar haciendo en la superficie”.
“En algunas situaciones, nuestras políticas hacia Rusia fueron en realidad muy duras durante la administración Trump”, dijo a LA NACION, y recordó que en aquel momento Estados Unidos armó a Ucrania. “Siempre hubo este tipo de aspectos divisorios en Trump, y puede que ocurra de nuevo”, indicó Hanson.
“Países de todo el mundo están tomando precauciones”, señaló, por su parte, Andrew Weiss, del Carnegie Endowment for International Peace. “El establishment de la política exterior de Washington ve con gran alarma la posibilidad del regreso de Trump. Saben lo caótico que fue su mandato. Vieron lo susceptible que era a los cálculos sobre intereses personales”.
De Medio Oriente a China
Otro punto caliente que concentra la atención global es la guerra en Medio Oriente, con los múltiples frentes de Israel. Los analistas creen que esa alianza se mantendría, por ser un tema prioritario para el Partido Republicano. En una llamada con el premier Benjamin Netanyahu la semana pasada, Trump le expresó su apoyo a las ofensivas contra Hamas, en la Franja de Gaza, y Hezbollah, en el Líbano, un tema álgido para los votantes árabes-estadounidenses que se oponen a la guerra.
“Trump le dijo: ‘Hagan lo que tengan que hacer para defenderse, pero estamos hablando abiertamente de un nuevo Medio Oriente’”, contó el senador Lindsey Graham, que presenció el diálogo.
América Latina: aranceles y deportaciones
El desafío que representa China en materia comercial y militar será otro eje en la agenda exterior de quien ocupe la Casa Blanca a partir del 20 de enero. “Es un tema extraño en el que tanto la administración Biden como una posible de Trump tienen una cierta convergencia: la idea de que China pasó de ser vista como un potencial aliado comercial desde los 70 hasta los últimos 10 años, a ser visto ahora como un enemigo comercial y potencialmente militar en espacios como Taiwán”, señaló Pérez-Liñán, que añadió que los dos partidos están endureciendo su posición frente a Pekín en cuestiones que perciben como estratégicas, aún en contra de las preferencias de sus votantes, como prohibir el acceso a TikTok.
“Nada indica que el vínculo con China vaya a mejorar en ningúno caso [con Trump o Harris]. Puede ser que la estrategia varíe, pero la relación seguirá deteriorándose en el en el mediano plazo, en un contexto en el que China además está perdiendo su dinamismo económico”, amplió Pérez Liñán.
En campaña, Trump amenazó con imponer aranceles adicionales a China si invadiera Taiwán. “Entre un 150% y un 200%”, afirmó en una entrevista. En su primer mandato, resucitó los aranceles como herramienta de diplomacia económica, al usarlos periódicamente como palanca para lograr nuevos acuerdos comerciales con otros países. El resultado fue un sistema de comercio mundial con más fricciones.
Ahora, apuntó The Wall Stret Journal, si Trump llevara a cabo lo que describió en campaña, “más que una simple herramienta de negociación, los aranceles más altos serían un fin en sí mismos”, con amplias implicancias para China y otras economías, como las de América Latina. Según estimaciones, los aranceles podrían alcanzar su nivel más alto desde la década de 1930.
En el corto plazo, los economistas advierten que muchos precios en Estados Unidos aumentarían y el crecimiento podría verse afectado, a medida que los consumidores y las empresas se adapten a los nuevos impuestos sobre bienes importados.
En tanto, para América Latina, una región que desde hace años no es una prioridad para Washington, lo central será la crisis migratoria en la frontera con México y la posible “operación de deportación de indocumentados más grande en la historia de Estados Unidos” que Trump prometió. La otra incógnita será el accionar sobre los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, y los vínculos con líderes con los que el magnate mantiene buena sintonía, como Milei y el salvadoreño Nayib Bukele.
“La política de Estados Unidos hacia la región parece que termina en la frontera con México, o sea mirando hacia América Latina desde allí, pero no involucrándose dentro”, dijo a LA NACION el politólogo Daniel Pedreira, de la Universidad Internacional de Florida. “Esa falta de enfoque lleva décadas”, agregó, y apuntó sobre el impacto dramático que podría tener en los países de la región el plan de deportación masiva. América Central no está preparada para recibir un aluvión de personas como promete Trump, y además las remesas suponen más del 20% del PBI para países como El Salvador y Nicaragua.
Trump también prometió poner fin a los programas de recepción como el Estatus de Protección Temporal (TPS) -que en los últimos dos años benefició a miles de venezolanos, cubanos, haitianos y nicaragüenses- y a la ciudadanía por nacimiento. De los 11 millones de inmigrantes indocumentados, unos 8,3 millones están dentro del mercado laboral norteamericano en trabajos esenciales, según el Pew Research Center.
“En términos de deportaciones, existen límites legales a lo que pueden hacer. Así, una nueva gestión de Trump se pondría a prueba muy pronto si realmente intenta algo tan severo como lo que está diciendo”, explicó Hanson.
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