Qué es la fiebre de Lassa, la enfermedad que produjo una muerte en Iowa: síntomas y cómo se transmite
Un ciudadano estadounidense falleció debido a este virus que contrajo por las ratas Mastomys infectadas tras regresar de un viaje a África Occidental
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El pasado lunes 28 de octubre, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Salud Pública de Iowa anunciaron un caso de fiebre de Lassa en un residente de Iowa, quien contrajo el virus en África Occidental y comenzó a mostrar síntomas tras su regreso a Estados Unidos. La persona fue hospitalizada y aislada en el Centro Médico de la Universidad de Iowa, donde murió tras su diagnóstico.
Los CDC afirmaron, a través de un comunicado oficial, que el riesgo para los pasajeros del avión y personas que acompañaron a la víctima en su viaje es extremadamente bajo. Es que una persona puede transmitir la enfermedad recién cuando presenta síntomas, que recién aparecieron en este residente de Iowa una vez que llegó a EE.UU.
¿Qué es la fiebre de lassa?
La fiebre de Lassa es una enfermedad viral hemorrágica de rápido avance. Se encuentra principalmente en África Occidental y se transmite a través del contacto con ratas infectadas de la especie Mastomys natalensis, conocidas comúnmente como “ratas multimamarias”. Estos roedores pueden transmitir el virus a los humanos mediante el contacto con su orina, heces, saliva o sangre.
De acuerdo con los CDC, se detectó por primera vez en 1969 en Lassa, Nigeria. Desde entonces, se ha extendido por varios países de África Occidental como Liberia, Sierra Leona y Guinea. Se estima que cerca de 300 mil personas contraen la enfermedad cada año en esa región, de las cuales aproximadamente el 1% muere.
¿Cuáles son los síntomas de la fiebre de Lassa?
La fiebre de Lassa tiene un período de incubación de entre dos y 21 días. Entre los primeros síntomas se encuentran:
- Fiebre leve
- Dolor de cabeza
- Malestar general y debilidad
- Fatiga
Sin embargo, en algunos casos, los síntomas pueden evolucionar hacia manifestaciones graves, como:
- Dificultad respiratoria
- Dolor en el pecho, abdomen y espalda
- Hinchazón facial
- Vómitos y diarrea
- Hemorragias nasales o bucales
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los casos más severos, puede causar desorientación, convulsiones, y, eventualmente, coma. La enfermedad también se ha asociado a la pérdida de audición en un 25% de los casos. Se trata de una secuela que puede ser permanente en la mitad de los pacientes afectados.
Para personas infectadas en el tercer trimestre del embarazo, la fiebre de Lassa presenta un riesgo extremadamente alto, con una tasa de mortalidad materna y fetal superior al 80%.
¿Cómo se diagnostica la fiebre de Lassa?
Debido a que los síntomas de la fiebre de Lassa pueden confundirse con otras enfermedades febriles como el ébola, el paludismo o la fiebre amarilla, este virus es difícil de diagnosticar de forma inmediata. En general, se requieren pruebas en laboratorios especializados, como:
- Pruebas ELISA para la detección de antígenos
- Pruebas de reacción en cadena de polimerasa (PCR) con retrotranscriptasa
- Cultivo celular para aislamiento del virus
Estos exámenes son realizados en entornos clínicos con estrictas medidas de bioseguridad, ya que la manipulación de muestras de pacientes con fiebre de Lassa implica riesgos para el personal de salud.
Cómo se contrae la fiebre de Lassa
La infección se produce principalmente por contacto con excrementos, orina o saliva de ratas infectadas, especialmente en áreas donde estos roedores son comunes y frecuentan las zonas donde se almacenan alimentos. La transmisión también puede darse cuando las personas consumen alimentos contaminados o si se respiran partículas infectadas al limpiar o barrer espacios con el virus. También puede contraerse a través del consumo de estos roedores o por heridas abiertas que entren en contacto con superficies contaminadas.
Esta enfermedad no se contagia mediante contacto casual, como saludos de mano, ni tampoco a través del aire. Las personas infectadas se vuelven contagiosas únicamente cuando presentan síntomas y el virus puede transmitirse si alguien tiene contacto con sus fluidos corporales sin protección adecuada. Aún no existe una vacuna contra la fiebre de Lassa, lo que limita las posibilidades de prevención en áreas endémicas.
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