El huracán Beryl continúa avanzando hacia el oeste del Atlántico, mientras hace historia por su rápida intensificación
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El huracán Beryl no solo es un huracán poderoso y potencialmente mortal, es también el primero de esta fuerza registrado en junio y el que se formó más al este en el mismo mes desde que comenzaron los registros a mediados del siglo XIX. Los meteorólogos alertan que el huracán es “extremadamente peligroso” ahora que alcanzó categoría cuatro, lo que significa que podría tener vientos de hasta 250 kilómetros por hora y marejadas ciclónicas de 1,80 a 3 metros. Y se espera que se fortalezca aún más a medida que siga su curso.
La cuenca del Caribe no suele ver su primer gran huracán hasta alrededor del 1 de septiembre. “Es raro ver una tormenta intensificarse tan rápidamente y tan temprano en la temporada en esta parte del Atlántico. Varias islas a lo largo de las Antillas inferiores enfrentan un riesgo extremo para vidas y propiedades”, advirtió Alex DaSilva, pronosticador principal de huracanes de AccuWeather.
El Atlántico Norte podría sufrir hasta siete grandes huracanes de categoría tres o más este año. Esta cifra es más del doble de lo habitual, advirtió la agencia meteorológica estadounidense -NOAA por sus siglas en inglés- que cuenta con una potente red de estaciones de observación.
Normalmente se esperarían tres huracanes importantes en una temporada. En total las estimaciones predicen hasta 13 huracanes atlánticos de categoría uno o superior para el período que va de junio a noviembre.
Factores clave detrás
Las altas temperaturas de la superficie del mar son en parte culpables, al igual que un probable cambio en los patrones climáticos regionales. Aunque no hay evidencia de que el cambio climático esté produciendo más huracanes, está haciendo que los más poderosos sean más probables y que las lluvias que causan sean más intensas.
“Esta temporada [de huracanes] parece anormal”, dijo el director de NOAA, Rick Spinrad, en una conferencia de prensa. El reciente debilitamiento del patrón climático de El Niño –y la probable llegada de La Niña en los próximos meses– crea condiciones atmosféricas más favorables para estas tormentas en el Atlántico.
A diferencia de lo que sucederá en aguas del Atlántico, la NOAA pronosticó una temporada de huracanes “por debajo de lo normal”, en la región del Pacífico central, donde la progresiva llegada de La Niña tiene el efecto contrario.
En promedio, la cuenca del Atlántico -que incluye el Océano Atlántico, el Mar Caribe y el Golfo de México- experimenta 14 tormentas tropicales con nombre al año, de las cuales siete son huracanes y tres son huracanes de gran magnitud. Las tormentas tropicales se convierten en huracanes cuando alcanzan velocidades máximas de viento sostenido de 74 mph (119 km/h). Los huracanes “grandes” (categoría tres y superior) son aquellos que alcanzan al menos 178 km/h (111 mph).
En total, NOAA espera entre 17 y 25 tormentas tropicales con nombre, de las cuales entre ocho y 13 podrían convertirse en huracanes y entre cuatro y siete podrían convertirse en huracanes de gran magnitud.
Hasta 7 huracanes de gran intensidad
Los nombres de la temporada de huracanes del Atlántico para 2024 serán Alberto, Beryl, Chris, Debby, Ernesto, Francine, Gordon, Helene, Isaac, Joyce, Kirk, Leslie, Milton, Nadine, Oscar, Patty, Rafael, Sara, Tony, Valerie y William. Estas denominaciones -para el caso de que se produzcan- son proporcionadas por la Organización Meteorológica Mundial.
Denominar a cada uno ayuda a la hora de enviar las alertas. El mayor número de huracanes importantes en una sola temporada en el Atlántico ha sido de siete, observados tanto en 2005 como en 2020. El pronóstico de NOAA sugiere que 2024 podría acercarse a esa cifra.
Las causas exactas de cada tormenta son complejas, pero dos factores clave están detrás. En primer lugar, está el probable cambio de El Niño a La Niña en los próximos meses, lo que ayuda a que estas tormentas crezcan más fácilmente. Y en segundo lugar, las temperaturas de la superficie del mar son mucho más cálidas de lo habitual en la principal región de desarrollo de huracanes en el Atlántico tropical.
Eso a menudo significa huracanes más poderosos, porque las aguas más cálidas proporcionan más energía para que las tormentas crezcan a medida que avanzan hacia el oeste. “Todos los ingredientes para una intensa temporada de huracanes están listos”, afirmó Ken Graham, director del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos.
NOAA citó también la reducción de los vientos alisios del Atlántico y una menor cizalladura o cortante del viento, todo lo cual tiende a favorecer la formación de tormentas tropicales. El cambio climático causado por el hombre está calentando nuestros océanos a nivel mundial y en la cuenca del Atlántico, y derritiendo el hielo en la tierra, lo que provoca un aumento del nivel del mar e incrementa el riesgo de marejadas ciclónicas.
El aumento del nivel del mar representa una clara influencia humana en el daño potencial que puede producir un huracán.
Para llamar la atención sobre la forma en que el calentamiento global está haciendo que las tormentas de mayor intensidad sean más probables, un estudio reciente exploró la posibilidad de crear un nuevo nivel de categoría seis.
Esto “alertaría al público de que los ciclones tropicales más fuertes que estamos experimentando ahora no tienen precedentes y la razón de ello [es] el calentamiento de la superficie de los océanos debido al cambio climático”, explica el autor principal del estudio, Michael Wehner, científico del Laboratorio Berkeley.
Las categorías de huracanes sólo tienen en cuenta la velocidad del viento. Pero estas tormentas plantean otros peligros importantes, como lluvias e inundaciones costeras, que en general están empeorando con el cambio climático, advirtió NOAA. El aire más cálido puede retener más humedad, aumentando la intensidad de las precipitaciones.
Mientras tanto, las marejadas ciclónicas (los aumentos a corto plazo del nivel del mar provocados por los huracanes) ahora se están produciendo sobre una base más alta. Esto se debe a que los niveles del mar son ahora más altos, principalmente debido al derretimiento de los glaciares y al calentamiento de los mares.
“El aumento del nivel del mar empeora la profundidad total de las inundaciones, lo que hace que los huracanes de hoy sean más dañinos que las tormentas de años anteriores”, dice Andrew Dessler, profesor de ciencias atmosféricas en la Universidad Texas A&M.
Los investigadores subrayan la necesidad de que el público sea consciente de los peligros que pueden plantear estas tormentas, en particular los “eventos de rápida intensificación”, que podrían ser inesperados. “Ya estamos viendo aumentos generales al ritmo más rápido al que se intensifican los huracanes en el Atlántico, lo que significa que probablemente ya estemos viendo un mayor riesgo de peligros para nuestras comunidades costeras”, explica Andra Garner, profesora asistente de la Universidad Rowan en Estados Unidos.
“Aún puede resultar difícil pronosticar una rápida intensificación de las tormentas, lo que a su vez intensifica los desafíos que surgen al intentar proteger a nuestras comunidades costeras”, añadió.
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