Por qué Estados Unidos no para de hablar de ovnis
La ufología, tabú durante décadas en Washington, se convierte en uno de los temas calientes en el Capitolio gracias a un grupo de congresistas en busca de respuestas
- 8 minutos de lectura'
La larga historia de amor entre Estados Unidos y los ovnis está viviendo una tórrida segunda luna de miel. La divulgación en 2020 por parte del Departamento de Defensa de una serie videos de 2004 y 2015 de encuentros de pilotos militares con objetos volantes no identificados (UFO, por sus siglas en inglés) ha echado a volar en los últimos años la imaginación de la opinión pública; y ha movido a un grupo de congresistas en Washington a sacudirse los tabúes en busca de respuestas sobre lo que las autoridades prefieren llamar Fenómenos Aéreos Sin Identificar (UAP, por sus siglas en inglés) para ahuyentar los ecos conspiranoicos que carga el término UFO.
En la categoría de los UAP caben las naves de origen extraterrestre, sí, pero también, y sobre todo, los globos (espía, meteorológicos o de otros tipos), las amenazas a la seguridad nacional en forma de artefactos supersónicos de potencias rivales como China y Rusia, la chatarra aeroespacial, los satélites de Elon Musk o, sencillamente, las ilusiones creadas por ciertos efectos ópticos.
Los ovnis se posaron esta semana sobre el Congreso en una audiencia que resultó explosiva, pese a que todas sus revelaciones eran ya conocidas. En ella, un confidente (whistleblower) llamado David Grusch, que trabajó en los servicios de inteligencia durante 14 años, se mostró bajo juramento convencido de que el Gobierno tiene en su poder naves extraterrestres siniestradas, así como “restos biológicos no humanos”. No lo ha visto con sus propios ojos, añadió; se lo contaron cuando investigaba para el Pentágono. En total, aseguró, entrevistó a 40 personas a lo largo de cuatro años.