Por qué el cambio de horario en Estados Unidos es peor de lo que se piensa, según un estudio
En pocos días se producirá el cambio de horario en la mayoría de los estados; investigaciones recientes revelaron que esta práctica podría tener consecuencias negativas para la salud
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El próximo domingo 3 de noviembre, a las 2 de la madrugada, muchos estadounidenses deberán ajustar sus relojes al atrasarlos una hora para volver al horario estándar y poner fin al horario de verano (boreal). Este cambio, conocido como Daylight Saving Time (DST), se aplica en la mayoría de los estados con el objetivo de maximizar el uso de la luz solar durante los meses más cálidos y ahorrar energía. Sin embargo, este ajuste, que fue implementado por la Ley de Horario Uniforme de 1966, ha generado un creciente debate sobre su impacto en la salud de las personas.
A pesar de sus beneficios económicos, estudios recientes indican que los efectos del cambio de horario pueden ser más dañinos de lo que se creía. Diversas investigaciones señalan que este ajuste puede alterar el sueño, el estado de ánimo y la productividad, lo que afecta de manera significativa la vida diaria de las personas.
Historia y funcionamiento del horario de verano en Estados Unidos
El DST en EE.UU. se implementa siguiendo un calendario fijo: inicia el segundo domingo de marzo y concluye el primer domingo de noviembre. En 2024, este periodo comenzó el 10 de marzo y finalizará el próximo 3 de noviembre. Aunque la mayor parte de ese país sigue este esquema, algunos estados, como Hawái y la mayor parte de Arizona, han optado por no participar en el cambio.
Este cambio fue concebido inicialmente como una medida para ahorrar energía al aprovechar mejor la luz solar, y su implementación a gran escala se generalizó en 1966 con la Ley de Horario Uniforme. No obstante, la eficacia de esta práctica en el ahorro de energía fue cuestionada en años recientes. En la actualidad, muchos ciudadanos y expertos comenzaron a centrarse más en los posibles efectos adversos en la salud.
El impacto del Daylight Saving Time en la salud
Un estudio reciente de Talker Research, que encuestó a 2000 estadounidenses, reveló que un 40% de los encuestados experimenta una sensación de angustia o “susto” antes del cambio de horario. Esta ansiedad no se limita al día del ajuste; la investigación mostró que el malestar comienza alrededor del 23 de octubre, es decir, 11 días antes, y se extiende hasta el 16 de noviembre, 13 días después del ajuste.
El impacto en los ciclos de sueño parece ser uno de los principales problemas asociados con el DST. Un 21% de los encuestados afirmó que esta medida afecta negativamente su sueño, mientras que el 37% mencionó que necesitan más tiempo para descansar adecuadamente después del cambio. Este desequilibrio puede derivar en una serie de problemas adicionales, como falta de concentración y menor productividad.
Los ritmos circadianos, que regulan el ciclo de sueño-vigilia del cuerpo humano, son muy sensibles a la luz solar. Charles Czeisler, profesor de Medicina del Sueño en la Universidad de Harvard, advirtió en otra oportunidad que este cambio puede interrumpir estos ritmos al reducir la exposición a la luz natural por la mañana y alargar el tiempo de luz artificial por la tarde. Esta alteración provoca una disminución en la producción de melatonina, la hormona responsable de inducir el sueño, lo que puede generar dificultades para conciliarlo y llevar a problemas como insomnio o somnolencia diurna.
Además, la falta de luz matinal, según Czeisler, puede reducir los niveles de serotonina, la hormona encargada de mejorar el estado de ánimo. Esta combinación de factores puede hacer que muchas personas se sientan más fatigadas, irascibles o deprimidas durante las semanas que rodean el cambio de horario.
El estudio de Talker Research también reveló que el DST tiene un impacto negativo en la productividad. El 43% de los trabajadores encuestados afirmaron que la semana posterior al ajuste es la menos productiva del año. Muchos de ellos cometieron más errores en el trabajo, como quedarse dormidos frente al escritorio o llegar tarde después de olvidar ajustar sus relojes.
Asimismo, el 54% de los encuestados mencionó que experimentan una especie de “depresión solar” debido a que sus jornadas laborales transcurren sin la exposición a la luz natural. La falta de iluminación solar durante el día puede aumentar la sensación de cansancio y reducir la motivación para realizar actividades físicas o sociales.
“El cambio de hora puede ser una verdadera lucha”, dijo Amy Sieman, gerente de afiliados de Avocado Green Mattress, quien participó del estudio. “La oscuridad temprana puede hacer que nos cansemos antes de tiempo y que seamos más propensos a ser sedentarios, lo que nos impide realizar actividades divertidas y pasar tiempo al aire libre”, agregó.
¿Debería mantenerse el cambio de horario?
El debate sobre la continuidad del cambio de horario ha ganado fuerza en los últimos años. Un 59% de los encuestados por Talker Research expresó su deseo de eliminar el ajuste de los relojes y mantener un horario fijo todo el año. De hecho, 19 estados de EE.UU. ya han aprobado o promulgado leyes que permitirían observar el DST de manera permanente, si el Congreso lo aprueba. Estados como Florida, Ohio y Tennessee están entre ellos.
El apoyo para eliminar el cambio parece estar motivado por los efectos adversos en la salud y la productividad, así como por la falta de pruebas concluyentes sobre los supuestos beneficios económicos de la medida. En este sentido, la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño (AASM, por sus siglas en inglés) recomendó adoptar un horario estándar durante todo el año, según lo retomado por The Council of State Government, alegando que las alteraciones del ritmo circadiano pueden incrementar el riesgo de problemas de salud, como accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos.
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