No terminó la escuela, fundó el negocio de sus sueños y ahora es millonaria, aunque con gran polémica
La chef estadounidense Barbara Lynch pasó de pedir dinero y tener una infancia difícil a conseguir todo lo que siempre había deseado; su nombre fue tendencia recientemente por razones muy alejadas a sus consagrados platos
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Una restaurantera y destacada chef estadounidense encontró en su historia de vida un impulso de superación. Sus comienzos fueron humildes, en una zona situada al sur de Boston, Massachusetts. Después de dejar la escuela, trabajó duro para cumplir sus sueños. Con el tiempo, se volvió una de las propietarias de restaurantes más importantes de Estados Unidos e hizo un gran imperio. No obstante, su éxito no estuvo exento de polémica.
Barbara Lynch, de 59 años, creció en los años 70 en South Boston, donde comenzó su carrera. Aunque actualmente su fortuna está valuada en 24 millones de dólares, según la entidad sin fines de lucro The Other Cape, sus comienzos en la cocina fueron motivados por la necesidad. A los 12 años, solo quería ayudar a su madre a poder llegar a fin de mes, según describió la empresaria en sus memorias, en 2017.
Sus primeras preparaciones no eran tan elaboradas, sino que consistían en costillitas, postres instantáneo y arvejas enlatadas como sus principales ingredientes. Antes de abandonar la escuela, una profesora le mostró cómo se hacía el pesto y le enseñó a hacer algunos platos. Según Lynch, también logró su primer trabajo como cocinera mintiendo.
Cuando era joven y vivía en el sur de Boston, solía pedir dinero, pero después su carrera alcanzó niveles extraordinarios. En 2017, la revista Time la nombró entre las personas más influyentes del año. Actualmente, es propietaria de varios restaurantes, como No. 9 Park, B&G Oysters, The Butcher Shop, Drink, Sportello y Menton.
Según señala su propia página web, la emprendedora es creyente de que toda gran comida nace de una historia. “El trabajo duro, la creatividad desenfrenada, la pasión por el descubrimiento y el amor por las conexiones humanas genuinas impulsan lo que hacemos”.
“Toda mi vida he tenido que luchar para educarme, para conseguirlo, para demostrar lo que podía hacer”, remarcó Lynch, quien es ganadora del premio James Beard y Grand Chef de Relais & Châteaux.
Según su biografía, luego de las grandes carencias, a los veinte años trabajó con algunos de los mayores talentos culinarios de Boston. Después viajó a Italia, donde conoció la cocina de ese país de la mano de las mujeres locales. En 1998 abrió su propio restaurante, No. 9 Park, en el barrio Beacon Hill, de Boston. Su legado se amplió en 2003, con la apertura de B&G Oysters y The Butcher Shop, un bar de vinos y restaurante especializado en carnes. Además, siguió su expansión mientras probaba su camino como escritora de gastronomía y con sus memorias, Out of Line: A Life of Playing with Fire, que se publicaron en abril de 2017.
La polémica que empaña una gran carrera profesional
Si bien la chef recibió numerosas distinciones, recientemente fue noticia y no por sus platos. Diferentes miembros de su personal revelaron en una investigación de New York Times la cultura tóxica que, al parecer, tenía lugar en sus restaurantes. Algunos señalaron que no honró de forma adecuada a dos trabajadores fallecidos, mientras que otros relataron que llegaba intoxicada al trabajo y les gritaba, además de sus enfrentamientos con clientes o interacciones inapropiadas.
Según la reseña, durante 25 años Lynch fue una de las chefs más aclamadas de Boston, que inspiró a muchos al contar cómo superó una infancia pobre y violenta y su lucha contra el sexismo para llegar a lo más alto de su profesión.
Por eso, el 15 de marzo pasado, cuando reunió a los empleados de Menton, el más conocido de sus siete restaurantes -cuyo jefe de cocina, Rye Crofter, había muerto de una sobredosis de fentanilo dos meses antes y esa mañana había fallecido un joven cocinero de la misma forma- el personal enmudeció cuando, en lugar de darles apoyo, Lynch se puso a beber en el comedor privado del restaurante y se mostró indignada. Al parecer, la empresaria entrevistó a su equipo sobre cómo se sentían, lo cual llevó a una discusión con su jefe de cocina, Tim Dearing, quien la criticó por no haber hablado con su personal tras la primera muerte.
Estas acusaciones formaron parte de dos reportajes publicados en The New York Times y The Boston Globe. Ambos medios citaron entrevistas con antiguos empleados. En una declaración al Boston, Lynch abordó la carga emocional de las muertes y señalo que desearía “haber tenido la capacidad de manejarlo mejor, como líder y como amiga”.
La reunión se produjo dos semanas antes de que dos extrabajadores presentaran una demanda colectiva contra ella, en la que alegaban que había desviado las propinas recogidas en mayo y junio de 2020, durante la pandemia de Covid-19. Su historia, aunque ha sido de grandes éxitos, también se vio empañada con estos últimos incidentes, que la pusieron en el candelero como una figura polémica.
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