Muchos se pasan directamente del salón de clases al trabajo; la consultoría de gestión se mantiene como una carrera bien pagada; tecnología, corporaciones bancarias y derecho se suman a la lista
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Davis Nguyen se especializa en ayudar a los estudiantes universitarios a comenzar una carrera en consultoría de gestión. Es una industria que históricamente paga bien: incluso antes de la pandemia, algunas de las empresas más grandes le ofrecían a los estudiantes salarios que a menudo se acercaban a las seis cifras. En el mercado actual, a sus clientes les va aún mejor.
“Regresan con ofertas de US$120.000 y US$140.000″, cuenta el fundador de My Consulting Offer, con sede en Georgia, Estados Unidos. “En el clima actual, los graduados pueden ganar mucho más dinero que hace unos años”. La consultoría de gestión es uno de los sectores en los que los graduados salen cada vez más directamente de los salones de clase a empleos con paquetes de pago que la mayoría de las personas nunca verán en sus vidas.
También en Big Tech (gigantes tecnológicos), los ingenieros de software a menudo comienzan con tales salarios. En las corporaciones bancarias más grandes, la paga de los analistas de primer año se ha disparado casi un 30%, con salarios base de US$110.000, en algunos casos. En los bufetes de abogados más grandes de Londres, hay abogados recién calificados que comienzan sus carreras ganando US$141.115.
Según Nguyen, “jóvenes de 20 años que ganan US$100,000 desde el primer momento” se ha convertido cada vez más en la norma desde la pandemia. A menudo, estos jóvenes se unen a empresas donde los colegas comenzaron con salarios más bajos y tuvieron que trabajar duro durante años para alcanzar lo que ellos ganan inmediatamente.
Las firmas argumentan que la crisis de contratación hace que la competencia por el talento sea feroz; si quieren a los mejores candidatos dispuestos a trabajar muchas horas, tiene que pagar un alto precio por ellos.
Pero, ¿será que ofrecerle a los graduados grandes paquetes de pago realmente traerá beneficios, como incentivar más horas o impulsar la ética laboral? ¿O podrá tener consecuencias no deseadas, tanto para los jóvenes con altos ingresos como para la fuerza laboral en general?
Altas expectativas
Los salarios de los graduados han estado aumentando constantemente durante años. Según datos de 2021 de la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores, una organización sin fines de lucro de Estados Unidos, el salario inicial para algunos trabajadores primerizos en campos particulares se ha disparado drásticamente: por ejemplo, el salario promedio para un estudiante de informática ha aumentado un 7% en sólo un año a US$72.173.
Nicholas Bloom, profesor de economía en la Universidad de Stanford, señala que la demanda de mano de obra está superando rápidamente la oferta en sectores como el de la tecnología. La industria financiera, con trabajos que a menudo requieren semanas laborales de más de 70 horas, también ha aumentado los salarios iniciales para contratar a los mejores candidatos.
“Los empleados quieren que su empleador los considere un activo preciado”, agrega Rue Dooley, asesora de conocimientos de recursos humanos de la Sociedad para la Gestión de Recursos Humanos (SHRM), con sede en Estados Unidos. “Los empleados más jóvenes dicen tener la expectativa de recibir salarios altos porque son conscientes de la escasez de talento y saben cuál su precio”.
Según Josh Brenner, director ejecutivo del mercado de reclutamiento Hired, con sede en Nueva York, los trabajadores tecnológicos en Estados Unidos gozan de un salario inicial promedio de US$110.027.
Esposas de oro y otros problemas
Para Nguyen, “los salarios altos abren oportunidades para las personas que simplemente no las habrían tenido, y no les quita dinero a quienes comenzaron con salarios más bajos”. Pero si bien estos paquetes de compensación elevados tiene muchas ventajas, también pueden tener consecuencias insidiosas. Los trabajadores pueden verse atrapados en trabajos que odian, especialmente si adoptan estilos de vida que dependen de grandes pagos, un fenómeno que a menudo se denomina “esposas de oro”.
Además, pueden impedir que los jóvenes se cambien a carreras profesionales que les resulten más satisfactorias. “Algunos pueden querer eventualmente pasar a la enseñanza o trabajar para una organización sin fines de lucro. Anteriormente, eso significaba que iban a ganar unos US$50.000 menos; hoy en día, es unos US$100.000, y eso puede ser suficiente para disuadirlos”, explica Nguyen.
En ocasiones. pueden convertirse en una carga psicológica pues pueden ser intimidantes. “Hay quienes provienen de entornos de bajos ingresos y piensan: ‘¿Qué hice para ganar tanto más que mis padres?’ Puede causar el síndrome del impostor”.
Por otro lado, los colegas experimentados pueden sentirse mal, especialmente si ganan menos dinero que un recién graduado, a pesar de los años de permanencia en la empresa. “Puede crear problemas de disparidad salarial”, dice Dooley.
Además, es posible que las propias empresas no obtengan necesariamente lo que pagan. Si bien los salarios altísimos pueden “comprar” efectivamente la voluntad de un candidato de registrar regularmente horas extras no pagadas, no necesariamente garantiza una mejor ética de trabajo.
“El riesgo es que los empleadores asuman que el personal estará muy motivado debido a su alta remuneración, cuando en realidad sus empleados lo dan por sentado”, dice Tomas Chamorro, profesor de psicología empresarial en University College London. “Los salarios altos pueden sentirse bien al conseguir el trabajo, pero una vez que comienzan, normalmente quieren mucho más: los efectos de un buen sueldo se ‘gastan’ psicológicamente”.
Si puedes, aprovecha
Con el mercado laboral tal como está, los salarios iniciales de seis cifras probablemente seguirán siendo la norma en ciertas industrias con sueldos altos. Pero es poco probable que haya un gran efecto de goteo para los trabajadores en sectores menos elitistas. En lugar de aumentar los salarios en todos los ámbitos, los astronómicos salarios de un subconjunto de empleados ultraprivilegiados pueden profundizar las desigualdades salariales.
“Lo que estamos viendo claramente es un aumento de la desigualdad y la brecha sigue creciendo”, dice Bloom. “Si tienes un título en ciencias de la computación, puedes ganar US$250.000 a los 25, mientras que si dejas la escuela a los 16, podrías terminar ganando US$25.000, diez veces menos”. Es probable que la brecha siga creciendo, incluso si el mercado laboral retrocede en términos de oferta y demanda.
Bloom explica que los salarios casi nunca bajan. Un ejemplo diciente es la consultoría de gestión, señala Nguyen, que por mucho tiempo ha resistido los rigores de la recesión. “Las empresas reestructuran los salarios, pero nunca se deshacen del de seis cifras”.
Por lo tanto, dada su resistencia al flujo y reflujo del mercado, es probable que los salarios de los graduados de seis cifras no sólo se arraiguen cada vez más, sino que aumenten aún más. Y si los puestos de trabajo escasean debido a la normalización del mercado laboral, estos paquetes salariales estarán cada vez más fuera del alcance de la mayoría de las personas.
“Los salarios iniciales de seis cifras están aquí para quedarse y si el crecimiento se enfría, significará que serán aún más difíciles de conseguir”, dice Bloom. “Son trabajos que los pocos privilegiados que pueden hacerlo deben agarrar y no soltar”.
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