Linda Evangelista habló del calvario que vivió tras un fallido tratamiento estético: “No me miro al espejo”
La actriz y modelo que brilló en los noventa dio detalles acerca de lo que padeció, lo que la obligó a alejarse del foco público; exigió US$ 50 millones como indemnización
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A finales de septiembre de 2021, Linda Evangelista publicó un largo escrito en su perfil de Instagram en el que explicó que decidió vivir apartada del foco público después de sufrir un grave problema con un tratamiento estético que la dejó “completamente deformada” y, siempre según su versión, inhabilitada para seguir ejerciendo su profesión, y que cinco años después de aquello se decidía a contarlo. Su historia dio la vuelta al mundo, pero desde entonces la modelo no se pronunció de nuevo. Hasta ahora, que quiso explicar el tormento que sufre y cómo ni siquiera es capaz de mirarse al espejo.
La modelo no solo habló de lo ocurrido sino que también dejó ver su aspecto actual. Lo hizo en la revista People, a la que concedió tanto una entrevista como una sesión de fotos en exclusiva. “Ya no me voy a esconder nunca más”, agrega en la charla, y explicó que su objetivo es deshacerse de la vergüenza que vivió y que buenas amigas como Cindy Crawford la animaron a contar su historia porque su “fuerza y esencia” seguían siendo muy reconocibles.
“La pesadilla de mi procedimiento cosmético”, tituló la publicación el reportaje. En él, Evangelista explicó los problemas que tuvo tras someterse a un tratamiento de siete sesiones de lipoescultura —llamado CoolSculpting por su marca comercial y que con un proceso llamado criolipólisis enfría la grasa para eliminarla— entre agosto de 2015 y febrero de 2016, algo que le causó una enfermedad llamada hiperplasia adiposa paradójica, o PAH, por sus siglas en inglés, un problema que el fabricante estimó que solo se da en uno de cada 4000 tratamientos, pero que según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos de Estados Unidos, puede ocurrir en un 0,72% de los casos, es decir, en 1 de cada 138.
La modelo aseguró que tras esas sesiones quedó “permanentemente deformada” y “brutalmente desfigurada” y por ello demandó a Zeltiq, la compañía matriz de los aparatos de ese tratamiento, y le exigió 50 millones de dólares en daños.
“Yo amaba subirme a una pasarela. Ahora me da miedo cruzarme con algún conocido”, cuentó a la revista, según dice esta, entre lágrimas. “No puedo vivir así nunca más, escondiéndome y con vergüenza. No podía seguir viviendo en este dolor durante más tiempo. Estoy decidida a hablar”. Y así hizo, habló, y contó que fue a los tres meses de empezar el tratamiento cuando notó bultos en la barbilla, los muslos y la zona del pecho, las mismas que pretendía disminuir con el tratamiento, pero que en este caso empezaron a
Recordó que intentó arreglarlo con dieta y ejercicio. “No comía nada. Pensé que estaba perdiendo la cabeza”, sostiene. Por eso, en junio de 2016, decidió acudir a su médico, desnudándose ante él y llorando al contarle que se moría de hambre. Fue entonces cuando le diagnosticaron PAH. “[El médico] me dijo que ningún tipo de dieta ni de ejercicio lo arreglarían jamás”.
Según la versión que dio la modelo en la revista, entonces su médico contactó con la casa comercial para informarles sobre esa dolencia y se ofrecieron a pagarle a Evangelista una liposucción con un cirujano elegido por ellos. Siempre según ella, y tal y como defiende en su demanda, no fue hasta “la víspera” cuando se enteró de que la empresa pagaría esa intervención siempre y cuando ella firmara un contrato de confidencialidad que rechazó.
Finalmente, ella misma se pagó dos liposucciones, la primera de ellas en junio de 2016, la segunda 13 meses después. Tras ello, tuvo que llevar fajas y prendas de compresión, también en el rostro, durante dos meses, porque le aseguraron que si no la PAH volvería. Pero aun así volvió. Zeltiq, la marca comercial de CoolSculpting, no quiso hablar del asunto con la publicación, y dio como motivo la causa judicial que tiene abierta con la modelo.
Cuenta la modelo que aquellas dos operaciones no la ayudaron a mejorar, y que esos bultos se convirtieron en “protusiones, eran duras”. “No podía llevar un vestido si no llevaba una faja, me haría rozaduras hasta el punto de llegar a sangrar. Porque no es como grasa blandita rozándose, es grasa dura”, explicó. Dice que ni siquiera puede poner los brazos a los lados y muestra su cuerpo en la entrevista bajándose la camiseta y mostrando las protuberancias “rectangulares”, según la publicación “que salen debajo de su cuerpo”. “No creo que los diseñadores quieran vestirme así”, lamenta.
“No me miro al espejo. No soy yo”, contó quien fue una de las tops más famosas de los noventa, musa de diseñadores y 11 veces portada de Vogue en Estados Unidos. Ahora, sin embargo, aseguró no reconocerse ni física ni psicológicamente, “como persona”.
“Ella se ha ido”, dijo en referencia a sí misma. Pero también afirma que espera que su situación ayude a otros a salir de esa espiral de “vergüenza”. “¿Por qué sentimos la necesidad de hacerle eso a nuestros cuerpos?”, reflexionó quien fue considerada una de las mujeres más atractivas del mundo. “Siempre supe que envejecería. Y sé que hay cosas por las que un cuerpo tiene que pasar. Pero jamás pensé que acabaría viéndome así”.
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