Le negaron tres veces la visa de estudiante para Estados Unidos, pero no se dio cuenta de un error: “Lloré mucho”
Una joven colombiana describió la odisea que vivió cuando decidió migrar de manera legal, pero la rechazaron; sin una respuesta concreta por parte de la embajada norteamericana, ella misma dedujo en qué pudo fallar
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Vivir y trabajar en Estados Unidos se mantiene como el sueño de muchos. Sin embargo, no siempre se hace realidad y aunque miles de personas lo intentan son rechazadas. Este fue el caso de Laura Rojano, una joven que compartió en sus redes sociales su experiencia cuando solicitó la visa no una, sino tres veces, y en todas las ocasiones recibió un rotundo “no”. “Nunca me dieron un por qué”, expresó en diálogo con LA NACION.
En tres videos que publicó en su cuenta en TikTok, la joven colombiana, oriunda de Barranquilla, explicó en detalle su caso, lo que consideró que debía hacer, así como lo que le recomendaron para tener un trámite exitoso. Todo comenzó con un primer intento en diciembre de 2021.
Rojano recientemente había regresado a Colombia. Desde agosto de 2019 había trabajado como au pair en Estados Unidos, una experiencia que la enamoró del país y comenzó a evaluar las posibilidades de que, una vez terminado su contrato como niñera, pudiera regresar al país de forma legal.
Durante su tiempo como au pair cuidó varios grupos de chicos. Primero en Seattle, luego en Los Ángeles y finalmente en San Francisco. Pero fue con la familia de la última ciudad con quien desarrolló un vínculo más allá de lo laboral. Incluso le ofrecieron que, una vez que terminase su contrato, se mantuviera como niñera de los pequeños, que tenían 3, 4 y 7 años.
Con la esperanza de vivir en Estados Unidos, Laura emprendió el viaje a Colombia, para tramitar desde allá una visa de estudiante. Es indispensable estar fuera del territorio norteamericano al momento de la gestión. Lo planificó meticulosamente, encontró un instituto para cursar inglés y acudió a la primera cita en la embajada en Bogotá. En TikTok, la joven describió que, durante ese encuentro, el funcionario le mencionó que “recién llegaba al país y ya quería irse nuevamente”. Fue en aquel momento que recibió el primer “no” y no hubo explicación.
Aún con muchas ganas de cumplir sus sueños, se asesoró con expertos en la materia, quienes le aconsejaron que esperara unos meses y presentara de nuevo la solicitud. Así lo hizo y en febrero de este año se dirigió nuevamente a la Carrera 45 con avenida Calle 26, donde se sitúa la embajada en Bogotá.
No obstante, llegó el segundo “no”. La joven describió que si bien en esta oportunidad el funcionario tampoco le explicó los motivos de la decisión, en el documento donde constaba su rechazo pudo leer una parte en la que se mencionaba que “no existían lazos suficientes que la ataran a su país de origen”.
La tercera no siempre es “la vencida”
Preocupada, Rojano se asesoró nuevamente con especialistas en el área e ideó un plan. Como estudió diseño de moda, creó entonces su propia marca de zapatos en Colombia, con la ayuda de su hermano, y seis meses después se presentó otra vez en Bogotá.
Se trataba de la tercera cita, y se sentía “más que preparada”. “En la solicitud que presenté en agosto, no mencioné a la familia que me hospedó durante el tiempo que trabajé en Estados Unidos, pero sí incluí mi marca”, le mencionó a LA NACION. Sin embargo, llegó el devastador último “no”.
“Ese día lloré tanto... Todavía lo recuerdo y me afecta. Sentía impotencia, decepción y que el mundo se me vino abajo, porque yo ya tenía mis planes hechos allá. Yo estaba segura de que esta vez me iban a aprobar la visa porque ya tenía lo que entendí que me pedían: los lazos con mi tierra y por eso la marca que creé”, expresó.
Luego de evaluar con mucho detenimiento la situación, la joven de 26 años decidió que esperaría al menos dos años antes de aplicar nuevamente para la visa. También explicó que, luego de tres intentos, dedujo que tal vez el problema fue que mencionó que trabajó como niñera y que por eso la desestimaron. Sin embargo, compartió que jamás consideró la idea de mentir cuando completó el formulario DS-160.
Casi entre lágrimas, manifestó a LA NACION que no entendía cómo todo su futuro dependía del sello de “aprobado” o “rechazado” que un funcionario pudiera estampar en su solicitud. “Me dolió profundamente entender que probablemente no podré compartir con los niños que cuidé, sobre todo porque imaginaba que los vería crecer”, dijo, y agregó que conocía muchas au pairs que no disfrutaron la experiencia de trabajo, pero ese no fue su caso. “En frustrante, esa es la palabra”, agregó.
Con 26 años, su idea de emigrar se mantiene firme, pero luego de tres “no”, se vio obligada a ampliar su abanico de opciones, entre ellas, Chile, España y los Emiratos Árabes Unidos, pero hasta el momento no tomó ninguna decisión.
Más allá de su sueño de vivir en Estados Unidos, Rojano no planea hacerlo de forma ilícita, una opción que miles de ciudadanos latinoamericanos intentan a diario. Explicó que si bien hubo quienes le sugirieron que le pagara a un “coyote”, para ella “eso no era una opción”. “Pensé que todo iba a ser fácil, pero por querer hacer las cosas de forma legal y correcta, me pasó esto”, cerró.
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