Las cinco situaciones en las que estaría ‘bien’ no dejar propina, según expertos en etiqueta
Con una inflación que todavía no retrocede a la época prepandemia, en Estados Unidos aumentan el número de locales y servicios que proponen pagar un extra
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En Estados Unidos es cada vez más frecuente escuchar el término “tipflation”, que surge de una combinación entre tip, propina, e inflation, inflación. En junio del año pasado, el Índice de Precios al Consumidor de junio en ese país fue de 9,1%, el más alto desde 1981 y que más de 12 meses después, aunque esa cifra disminuyó, todavía se siente el remanente. Al parecer, ahora es tendencia que se pida un extra por cada servicio que se ofrezca, incluida la atención desde un mostrador.
Lo que antes se hacía de forma voluntaria, se convirtió en una obligación, incluso en rubros donde jamás se tuvo en cuenta. Sin embargo, es posible escapar de esta nueva imposición sin ser maleducado o verse forzado a sentir culpa. De acuerdo con Thomas Farley, un experto en etiqueta entrevistado por CNBC Make it, hay cinco ocasiones en las que se puede decir “no”, sin perder la elegancia.
Conocido como Mister Manners, Farley se dedica enteramente a los buenos modales, asesora de manera privada y ofrece mentorías sobre el mismo tema. En sus redes sociales, suele referirse con el hashtag #TippingInvasion al fenómeno de pago de propinas en casi todos los lugares a los que acude, donde ya no solo no se puede utilizar la excusa de que no se tiene efectivo, ya que puede dejarse de manera digital.
- Servicios profesionales
Como regla general, no se necesita dar propina a nadie que preste un servicio profesional o tenga un oficio. Lo anterior significa que no hace falta ofrecerla a médicos, abogados, maestros, plomeros o incluso técnicos de cable.
“No solo no se esperaría, sino que sería muy poco ortodoxo y muy incómodo”, sostuvo Farley. Asimismo, en ciertas oraciones podría parecer que se intenta sobornar a alguien o pagar por recibir algún tipo de favor.
- Atención desde el mostrador
Como regla general, cualquier persona que trabaje desde un mostrador recibe un salario. Lo anterior es muy diferente a aquellos que trabajan entregando comida o productos en los hogares y que normalmente dependen de las propinas como parte fundamental de sus ingresos.
Mister Manners manifestó que dar propina a las personas que trabajan detrás de un mostrador, como un barista o un cajero, no es un requisito en lo que se refiere a los expertos en etiqueta. En ese sentido, también incluyó que, con frecuencia, los negocios tienen en el área de los cajeros una tablet dedicada exclusivamente al pago de estos montos extra.
- Eventos donde hay barra libre
Es usual que en las fiestas o espectáculos donde se disponga de barra libre, aquellos que la atienden suelan colocar un frasco sobre la mesada e indiquen que es para dejar dinero. Según Farley, es probable que el anfitrión del evento ya haya contemplado esa situación. “Esa propina estaría incluida en lo que han tenido que pagar por el lugar o por el servicio de coctelería”, manifestó.
- Doble propina
No hay que dar propina dos veces por el mismo servicio. Mister Manners explicó que conoció el caso de unas mujeres que se atendieron en un salón de uñas y le dejaron plata a la persona que las atendió, aunque luego les pidieron en el mostrador que la dejaran junto con el pago.
El experto añadió que la situación se complicó aún más en las ciudades que implementaron el pago del salario mínimo para los trabajadores que reciben propinas. De hecho, algunos restaurantes aplican un 20% de recargo en la factura antes de presentar a los comensales la opción de dejar una atención.
Con el escenario anterior, es imposible no retrotraerse al “Temporary Inflation Fee” (Recargo temporal por inflación) que se aplicó el año pasado en algunos restaurantes de Florida. Como una manera de paliar la inflación, los establecimientos gastronómicos decidieron añadir en las facturas un extra, una situación que también se replicó en otros estados del país.
- Mal servicio
Por último, si se considera que el servicio que se recibió fue de mala calidad o hubo falta de respeto, nadie está obligado a dejar propina. Farley explica que en los casos de “uno a uno”, por ejemplo un corte de pelo, basta con no dejarla y ya, pero en la gastronomía es un poco más difícil decir que no, ya que la mala prestación pudo deberse a la calidad de la comida y no a la atención del mozo.
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