La trastienda de los preparativos para el debate crucial entre Harris y Trump: insultos y preguntas incisivas
La vicepresidenta se entrena con un asesor que actúa del candidato republicano; el expresidente se deja cuestionar informalmente por sus asistentes
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NUEVA YORK.– La vicepresidenta norteamericana, Kamala Harris, está recluida desde hace cinco días en un hotel de Pittsburgh para ensayar su coreografía en el debate del próximo martes. Hay un escenario y una réplica de la iluminación de un estudio de televisión, y un asesor que emplea el método de Lee Strasberg y no solo actúa de Donald Trump, sino que lo encarna, de traje y corbata larga.
Los preparativos del expresidente y candidato republicano son más improvisados. No los denominan, adrede, “preparación para el debate”, sino “tiempo de política”, destinado a refrescar su narrativa. Nadie actúa de Harris. A veces sus asesores se sientan en una mesa larga frente a él y le lanzan todo tipo de preguntas; otras, él se sienta en una silla cerca de ellos. Hasta ahora, Trump solo participó en un puñado de sesiones, e interrumpió una en su hotel de Las Vegas para subir junto con sus asesores a su suite y mirar la transmisión del discurso de Harris en la convención demócrata.
Si bien los preparativos de ambos bandos para la gran noche en Filadelfia no tienen nada en común, ambas partes coinciden en la importancia del debate. Los equipos de Harris y de Trump lo consideran crucial para definir a Harris frente a millones de votantes indecisos que saben lo que piensan sobre Trump, pero que todavía quieren saber más sobre Harris. Una de las prioridades de la vicepresidenta es provocar los instintos más autodestructivos de Trump, así como dar la impresión de que puede mantener la cabeza fría y de que tiene envergadura presidencial.
“No debería dejar que la ridiculice, ella debería ridiculizarlo”, dijo el jueves pasado en una entrevista Hillary Clinton, la última mujer en debatir con Trump. “Cuando le dije que era un títere de Rusia, balbuceó en pleno escenario. Creo que ese es un ejemplo de cómo presentar un hecho que lo pone muy nervioso”.
En las sesiones de preparación de Trump para el debate, Matt Gaetz, representante por Florida, adoptó el papel de formularle preguntas incisivas a Trump, incluidos temas incómodos como sus condenas penales, según informó una persona con conocimiento sobre las reuniones. Tulsi Gabbard, la excongresista demócrata, recordada por haber atacado a Harris en un debate por las primarias presidenciales en 2019, también ayudó a Trump a prepararse.
Por su parte, Harris, a diferencia de Biden, no está enfocada en retratar al expresidente como una amenaza fundamental para la democracia norteamericana. Intenta minimizarlo como un personaje demodé que repite una y otra vez el mismo guion. Y lo caracteriza como un tipo rico que solo está interesado en ayudar a otros ricos, un ataque populista que resulta efectivo en los focus groups de votantes.
Harris también se apartó de la estrategia poco exitosa de Hillary Clinton de denunciar que Trump es racista y misógino. Los asesores de la vicepresidenta creen que no vale la pena decirles a los votantes que Trump es impresentable, porque es muy difícil encontrar votantes que todavía no tengan una opinión –buena o mala– sobre su carácter. En cambio, Harris intenta conectarse con la pequeña porción de votantes indecisos que tienen dificultades económicas y están preocupados por el futuro, y que quieren escuchar lo que puede hacer cada candidato para mejorar sus vidas.
Harris y sus asesores entienden que el debate será una carrera para definirse a sí misma y definir sus banderas políticas antes de que Trump lo haga por ella. Y a pesar de que los círculos progresistas dicen que Trump está minando su propia campaña con su comportamiento poco disciplinado, Harris y las personas refugiadas en el hotel con ella no lo subestiman en lo más mínimo.
Un desafío para Harris es que Trump, que se enfrentó a Biden en junio, tiene más experiencia en los debates que la vicepresidenta. Ella tendrá que predecir cómo será estar a pocos metros de distancia de alguien a quien nunca conoció en persona, pero que atacó sus políticas, su pasado político y hasta su identidad racial.
Harris se prepara para recibir ataques sobre su raza y sus relaciones políticas y personales.
Consultor
Los entrenamientos de Harris, en el Omni William Penn Hotel, en Pittsburgh, están a cargo de Karen Dunn, una abogada demócrata que también ayudó a Hillary Clinton a preparar debates. La copiloto de Dunn es Rohini Kosoglu, exasesora de política nacional de Harris y su jefa de gabinete en el Senado.
Los entrenamientos contaron con la presencia de algunas personas más con quienes Harris se siente cómoda y que pueden brindar comentarios confiables y sinceros, como Sean Clegg, un consultor político que fue un estratega destacado de la campaña de Harris en 2020. El talento de Clegg, dicen las personas que trabajan con él, es que conoce bien a Harris y puede alentarla a hablar de una manera accesible. Si Clegg escucha que algo es demasiado denso, se lo informa de inmediato a Harris. Philippe Reines, exasesor de Hillary Clinton, hace de Trump, un papel que ya había desempeñado en los preparativos de las elecciones presidenciales de 2016.
El martes, el equipo de Trump hizo un ensayo de debate de tres horas en su club privado en Bedminster, New Jersey. Para este domingo y el lunes se prevén más entrenamientos.
Cuando Gaetz, el congresista por Florida que participa en los preparativos, fue consultado al respecto, contestó con el mensaje oficial. “Trump no hace preparativos para el debate”, escribió por mensaje de texto. “Reúne frecuentemente a sus asesores sobre cómo garantizar la seguridad en la frontera, bajar los precios y detener el caos global generado por Kamala Harris y Joe Biden. ¡Un día más en Mar-a-Lago!”.
En realidad, Trump se preparó más para los debates de este año que para los de 2016 y 2020.
Lo informaron sobre el desempeño de Harris en debates y sus tácticas discursivas. Y recuerda bien aquel momento de 2020 que se volvió viral, cuando debatió con el vicepresidente Mike Pence y cortó de cuajo el intento de interrupción de Pence diciendo: “Estoy hablando yo”.
En referencia a aquel episodio, Trump les dijo a sus asesores en privado: “No voy a permitir que me haga lo que le hizo a Mike”. Se mostró satisfecho de que sus asesores negociaran silenciar los micrófonos cuando los candidatos no están hablando. (El equipo de Harris estaba a favor de dejarlos abiertos, con la esperanza de que Trump lanzara alguna grosería contra ella y le permitiera una respuesta enérgica). Ambos candidatos debatirán sin público en vivo, detrás de atriles.
En privado, Trump habló en varias oportunidades de retirarse del debate, que está organizado por ABC News, un canal al que le tiene poco aprecio. Al final, llegó a la conclusión de que retirarse del debate tendría un efecto muy pernicioso sobre su campaña.
Los conductores del debate en Filadelfia serán David Muir y Lindsey Davis, de ABC News
Por Jonathan Swan, Maggie Haberman, Katie Rogers y Reid J. Epstein
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