La tenebrosa historia de “Jack”, el asesino serial y famoso escritor que logró el indulto pero volvió a matar
Nació en Austria y su impulso criminal lo llevó a recorrer diversos países, donde mató a por lo menos 12 mujeres; se convirtió en escritor en la cárcel pero nunca pudo redimirse
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El asesinato es uno de los peores crímenes que se puede cometer, tanto que llegar a pensar en otorgarle el perdón a una persona que cometió esta clase de delito es realmente difícil.
Sin embargo, la historia de “Jack”, como todos conocían al austríaco Johann Unterweger es una de esas que sobrepasa lo impensable. Además de sus atroces crímenes, fue reconocido por su talento con las letras. El hombre publicó obras que más tarde se convirtieron en grandes éxitos.
Johann Unterweger, más conocido como “Jack”, nació el 16 de agosto de 1950 en la pequeña localidad de Judenburg, en Estiria, Asutria. Creció junto con su madre y su abuelo. Debido a que su familia no tenía abundantes recursos económicos, su mamá ejercía la prostitución, mientras él era criado por su abuelo, un hombre viudo y alcohólico que solía llevar trabajadoras sexuales a casa. No era raro que el pequeño terminase inconsciente, borracho y tirado en el suelo después de beber con ellas.
Durante su adolescencia, prefería estar en la calle y no en su casa, ya que en su hogar siempre se vivía un mal ambiente por las incómodas situaciones que su abuelo generaba. En medio de ese oscuro panorama, comenzó a cometer pequeños delitos, como asaltar a prostitutas, razón que en una ocasión lo llevó a la cárcel.
Los crímenes de Johann Unterweger
En 1974, a la edad de 24 años, cometió su primer homicidio. La víctima fue una joven alemana, de 18 años de edad, que se llamaba Margaret Schäfer. De acuerdo al informe policial, el hombre la violó y después la golpeó vilmente con un palo de hierro hasta dejarla tirada en el suelo indefensa e inconsciente.
Según reportó el medio ABC, la estranguló y la arrojó a un bosque cerca del lugar del asesinato, con el objetivo de que su cadáver se descompusiera y no quedara ningún rastro de su crimen.
Debido a su agudeza, no fue capturado en el instante. Incluso, a la Policía le tomó más de un año de investigación para llegar a la conclusión de que Johann Unterweger era el autor del crimen. De hecho, fue él mismo quien lo confesó.
Durante todo el juicio estuvo llorando y pidiendo una segunda oportunidad. Sin embargo, el juez decidió otorgarle una fuerte sentencia: cadena perpetua.
De recluso a escritor
Mientras estuvo en la cárcel, se inscribió a un programa de alfabetización, con el cual aprendió a leer y a escribir, ya que no había estudiado desde pequeño porque su familia nunca se preocupó porque fuera a la escuela. En ese momento, se encontró con el inmenso mundo de la lectura, algo que lo inspiró para siempre, transformándose él mismo en escritor.
Sus inicios con esta pasión empezaron con la publicación de un poemario, seguido de una saga de cuentos infantiles, aunque él nunca se conformó con eso y decidió aventurarse a proyectos mucho más grandes.
Tiempo después escribió más cuentos y dos novelas, hasta que logró publicar su autobiografía, la cual tituló como Purgatorio, un viaje a la cárcel. La obra tuvo un gran éxito en ventas, tanto que los derechos de este escrito fueron vendidos para hacer una película de su vida llamada Jack, que se estrenó en el año 2015 y la protagonizó el actor austríaco Johannes Krisch.
“Ningún tema es más poético que la muerte de una mujer hermosa. Hay una edad en la que una mujer debe ser hermosa para ser amada, y hay una edad en la que una mujer debe ser hermosa para ser bella”, escribió en su autobiografía.
Una segunda oportunidad para Johann Unterweger
En varias de las entrevistas que le realizaron mientras estuvo en la cárcel, Unterweger siempre expresó que estaba muy arrepentido del crimen que cometió. Jack se excusaba tras la difícil infancia que vivió a causa de su abuelo, quien estuvo a cargo de él, lo que lo llevó por un mal camino.
Según el citado medio, él afirmó que estaba dispuesto a reinsertarse en la sociedad, aportando en lo que más se destacaba, la escritura. A causa de sus fuertes declaraciones para recibir una nueva oportunidad, varios escritores austríacos –entre ellos, Elfriede Jelinek, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2004– iniciaron un movimiento, al cual se unieron otros autores y políticos, para solicitar la libertad del novelista.
De esta manera, el gobierno austríaco le concedió el indulto, que no significa la extinción de la responsabilidad penal pero sí el perdón de la condena. Así que el 23 de mayo de 1990 fue dejado en libertad y no tardó mucho para que la noticia se extendiera y replicara en medios de comunicación nacionales e internacionales.
Jack el asesino
Aunque el escritor se mostró como una persona que dejó a un lado los crímenes para enfocarse en su pasión, no pasó mucho tiempo para que volviera a la delincuencia. En septiembre del año 1990 asesinó a otra mujer. La Policía encontró a la víctima en un bosque completamente desnuda, golpeada, violada y estrangulada, algo similar al crimen que cometió Jack.
Desde 1990, se comprobó que mató a seis mujeres (cinco en Austria y una en la República Checa). Además, en junio de 1991, a otras tres: Sherri Ann Long, Shannon Exley e Irene Rodríguez.
El detective que estuvo encargado de investigar el primer caso de Unterweger fue quien empezó a sospechar de las coincidencias en los recientes crímenes con el primero que perpetró. De una forma u otra, el hombre vinculaba al asesino con las víctimas. En el lugar donde se hospedó en la ciudad de Los Ángeles se halló una prueba que lo incriminaba: una bufanda roja del mismo material que fue encontrado en el cuello de una de las víctimas.
El ocaso
Cuando descubrió que lo investigaban, escapó con su novia, una chica de 18 años. No obstante, fue capturado en Estados Unidos y extraditado a Austria para ser juzgado por los asesinatos de 1992.
El 29 de junio de 1994, “Jack” Unterweger fue declarado culpable de once asesinatos y condenado a cadena perpetua sin tener alguna posibilidad de recuperar su libertad.
Durante su juicio no mostró ningún arrepentimiento o miedo. Simplemente concluyó con unas palabras muy concretas: “No volveré a pasar años en la cárcel, no puedo”. Ese mismo día, se suicidó en su celda tan solo a seis horas de haber sido declarado culpable por todos sus delitos.
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