La necesidad lleva a Joe Biden a su viaje más incómodo: visitará Arabia Saudita, el país al que prometió tratar como “paria”
La Casa Blanca confirmó un viaje del mandatario a Medio Oriente en julio y calificó a Riad como un “socio estratégico”; en campaña, Biden había prometido aislar a los saudíes por el asesinato de Jamal Khashoggi
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WASHINGTON.- En 2019, durante un debate en el arranque de la campaña presidencial, el entonces candidato Joe Biden prometió tratar a Arabia Saudita como un “paria”, y “hacerles pagar el precio” por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. A principios de 2021, ya en la Casa Blanca, Biden ordenó la publicación de un informe de inteligencia que acusó al príncipe Mohammed ben Salman de ordenar el asesinato de Khashoggi. Ahora, con los precios de la nafta en niveles jamás vistos y su popularidad en caída, Biden se subirá al avión presidencial, y viajará a estrechar la mano de la monarquía a la que prometió darle la espalda.
La Casa Blanca confirmó que Biden viajará a Israel, Cisjordania y Arabia Saudita a mediados de julio para “avanzar los intereses económicos, diplomáticos y de seguridad de Estados Unidos”, una gira regional por Medio Oriente que marcará un giro incómodo, forzado por las circunstancias, en la política exterior de la administración demócrata.
Biden había prometido ser un férreo defensor de los derechos humanos, y un paladín de la democracia en la puja global con las autocracias. Pero la guerra en Ucrania y la disparada del precio del petróleo golpeó a los surtidores de las estaciones de servicio en Estados Unidos, y castigaron la ya alicaída popularidad del mandatario, forzado ahora a resetear el vínculo con la monarquía saudí de Riad –acusada de abusos y violaciones de derechos fundamentales– para intentar calmar los precios en casa.
En su visita a Arabia Saudita, Biden participará de la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo, invitado por el rey Salman ben Adbulaziz al-Saud. Arabia Saudita preside actualmente el foro, además de ser el principal exportador petrolero del mundo, por delante de Rusia, blanco de una ofensiva inédita de sanciones de Occidente.
“Aunque la seguridad energética es un tema importante, no es el único”, se preocupó por resaltar la vocera presidencial Karine Jean-Pierre, en un briefing con periodistas a bordo del avión presidencial, cuando le preguntaron si el viaje era un desesperado intento por bajar el precio del petróleo y la nafta. “Arabia Saudita preside la OPEP+, y es el principal exportador. Por supuesto que discutimos energía con el gobierno saudí. Pero Arabia Saudita ha sido un socio estratégico de Estados Unidos durante 80 años y no hay duda de que hay intereses importantes entretejidos con Arabia Saudita”, completó.
La segunda pregunta para Jean-Pierre sobre el viaje fue si Biden tocará el asesinato de Khashoggi con el príncipe MBS si lo ve en el viaje. “Los derechos humanos siempre son parte de la conversación en nuestros involucramientos internacionales. No estamos pasando por alto ninguna conducta que haya tenido lugar antes de que el presidente asumiera el cargo”, respondió la vocera.
Dramático giro
Aunque el viaje de Biden es una gira regional por Medio Oriente, la parada en Arabia Saudita, en la ciudad de Jeddah, se llevó toda la atención al marcar uno de los giros más dramáticos en la política exterior del mandatario.
Durante la campaña presidencial, Biden había prometido convertir a la monarquía saudí en un “paria”, una postura que además había marcado un fuerte contraste con su rival, el entonces presidente Donald Trump, quien forjó una relación muy estrecha con Riad. Su yerno, Jared Kushner, cultivó una relación personal con MBS, el herededor saudí. Trump nunca planteó un reclamo por las violaciones de derechos humanos en el país, y ninguneó el asesinato de Khashoggi, columnista del Washington Post, y crítico acérrimo de la monarquía.
Khashoggi, disidente saudí, fue torturado, asesinado y desmembrado en el consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía, por una fuerza de operativos saudíes que, según la inteligencia norteamericana, respondió a una orden de MBS. Riad siempre negó cualquier participación del príncipe heredero en el asesinato.
En 2019, Biden prometió en uno de los primeros debates de la campaña presidencia que le haría pagar un precio a la monarquía por el asesinato de Khashoggi. “De hecho, vamos a hacerles pagar el precio y convertirlos en los parias que son”, dijo. En ese mismo debate, el senador socialista, Bernie Sanders, tildó a Arabia Saudita de “una dictadura brutal”.
Ahora, el gobierno de Biden entronó a Riad como un “socio estratégico”, y Biden repetirá una práctica que han tenido todos los presidentes norteamericanos desde Franklin Delano Roosevelt: un encuentro, cara a cara, con la monarquía saudí. La embajada saudí en Washington dijo que Biden verá al rey Salman y al príncipe Mohammed –la Casa Blanca no lo confirmó–, y describió la visita como una invitación del rey “para fortalecer las históricas relaciones bilaterales y la distinguida asociación estratégica” entre ambos países.
Para la Casa Blanca, el viaje conlleva un costo político externo e interno. Varios funcionarios debieron responder en los últimos días por qué el gobierno demócrata ofrecía un tratamiento distinto a Cuba, Nicaragua y Venezuela que a Arabia Saudita o China. El senador Dick Durbin, número dos de la bancada demócrata y aliado de Biden, dijo que tenía “preocupaciones” con el viaje y los saudíes no compartían los valores de Estados Unidos.
Hala al-Dosari, una destacada defensora de los derechos humanos saudí que vive en Estados Unidos, al afirmar a la agencia AP que la decisión de Biden de viajar y de reunirse con el príncipe Mohammed era “una traición”.
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